¡®Pombo¡¯: el verdadero ¡®reality¡¯ son ellos
Marta y Mar¨ªa son generadoras de contenido, empresarias porque lo de aut¨®nomas queda pobret¨®n. Son m¨¢quinas de hacer dinero. Pero en este primer cap¨ªtulo de la serie de Amazon la fascinaci¨®n la generan el padre de las criaturas y los hijos pol¨ªticos. Maravillosos
¡°En mi familia ha habido siempre mucha afici¨®n al cuesco¡±, dice el patriarca de la familia Pombo. ¡°Pero hay que saber hacerlo¡±, dice la matriarca. La confesi¨®n viene a cuento porque en la escena anterior, el matrimonio est¨¢ metido en la cama, aparece uno de sus yernos, masajea la tripa de su suegro y ¨¦ste le recompensa con varias ventosidades. El yerno se parte de risa y se parten de risa tambi¨¦n los padres de su mujer porque as¨ª veranean las familias de bien, juntos y comparti¨¦ndolo todo. Hasta los pedos.
La cosa escatol¨®gica acaba aqu¨ª, porque en el resto del cap¨ªtulo de Pombo (en Amazon Prime Video) todo huele la mar de bien. Las tres hermanas, influencers por obra y gracia de Dios, son tan conocidas que en su presentaci¨®n constatan cosas que ya sabemos los que llevamos a?os observando a los pijos, igual que otros lo hacen con los p¨¢jaros. Hablan de s¨ª mismas como ¡°ni?as¡± aunque ya lleven a?os pudiendo votar y pronuncian expresiones premeditadamente antiguas. ¡°Tiene su car¨¢cter, tiene sus imposiciones y por ah¨ª no pasa ni Peter¡±, dice Marta de la mayor de sus hermanas, Luc¨ªa, que adem¨¢s de influir trabaja como piloto comercial.
Marta y Mar¨ªa son generadoras de contenido, empresarias porque lo de aut¨®nomas queda pobret¨®n. Son m¨¢quinas de hacer dinero. Pero en este primer cap¨ªtulo de la serie la fascinaci¨®n la generan ellos. Los Pombo. El padre de las criaturas y los hijos pol¨ªticos. Maravillosos.
El padre, propietario de un restaurante cercano al Santiago Bernab¨¦u, es un se?or con pint¨®n, con fach¨®n, canallita con gracia. Hay de esos en un mont¨®n de esquinas de Madrid. Si usted no tiene cerca a uno, le recomiendo que salga de la burbuja, que luego vienen las sorpresas. Es un ser fascinante que al hablar de su familia manifiesta que lo suyo ¡°es un amor tan acojonante que tiene que ser de origen divino¡±. Siempre les pasa, hay ah¨ª una tendencia a la humanizaci¨®n basada en lo escatol¨®gico y los tacos, para no caer en la terrible cursiler¨ªa. Bien por ¨¦l.
Desde el principio deja clara la columna vertebral que los sostiene. Son ¡°una familia normal y corriente, que es cada d¨ªa m¨¢s anormal y poco corriente¡±. Familia normal y corriente consiste en un porr¨®n de hijas para el invierno demogr¨¢fico en el que vivimos al que le han sumado una cuarta, Gabriela, que es hija de Marcia, la se?ora que trabaj¨® en su casa durante muchos a?os, y a la que quieren ¡°como a una m¨¢s¡±. Gabriela bromea diciendo que como es bastante despistada en casa la llaman ¡®Empaniela¡¯. A continuaci¨®n tiene que explicar que viene de la suma de empanada y su nombre. Que no todo se va a coger a la primera.
Familia normal y corriente tambi¨¦n consiste en que en la casa predominen los tonos pastel y los sof¨¢s color blanco roto que no limpiar¨¢n ninguno de los que se sientan en ellos. No manejan en el argot las exigencias que ten¨ªa mi madre al hablar de telas: ten¨ªan que ser ¡°sufridas¡± y susceptibles de meterse en la lavadora.
El escenario escogido para este primer cap¨ªtulo es Almer¨ªa. Concretamente Agua Amarga, donde la familia Pombo tiene una de sus residencias y de donde tambi¨¦n es Mar Segura, mi personaje favorito en aquel reality divino llamado Mujeres ricas emitido por La Sexta en 2010. Hay una escena alrededor de un almuerzo donde comprobamos otra de las maestr¨ªas de las familias acomodadas: los motes. Vituco, Sito se pronuncian varias veces en estos fascinantes primeros 45 minutos del reality. Luego est¨¢ el cl¨¢sico acortamiento de los nombres de pila. ¡®Lu¡¯ es Luc¨ªa y as¨ª sucesivamente. Al padre lo llaman ¡®pap¨ªn¡¯ todos los miembros de la familia, igual que a otro le llamaban papuchi y no ha pasado nada, Espa?a sigue sin romperse.
Canalillos y sincericidios
En esa mesa es donde asoman los consortes de las Pombo. Est¨¢ Pablo, marido de Mar¨ªa, que tiene cara de estar harto de los presentes a comer, incluido ¨¦l mismo. Habla con desgana, confiesa que tiene much¨ªsimo estr¨¦s y reniega del sambenito que le han puesto los Pombo, que le acusan de vago. Lleva la camisa abierta casi hasta el ombligo como aquel Versace de Jennifer Lopez, pero ¨¦l en vez de canalillo lleva una cadena de plata con una cruz enorme. Bien por Pablo y sus principios.
Est¨¢ ?lvaro, el de la escatol¨®gica escena inicial, que es el gracioso de todos los grupos de amigos y familiares al que de vez en cuando hay que ponerle l¨ªmites porque cansa. El muchacho es el mejor de sus p¨²blicos porque antes de que la gente se r¨ªa lo hace ¨¦l, encantado de mostrar su campechan¨ªa. Hay una escena en la que aparece sentado con su mujer y ¨¦l se recuesta con ganas. Su mujer le afea la postura porque, atenci¨®n, se le ven ¡°las fosas nasales¡±. ¡°Estoy en mi casa, relajao; t¨² est¨¢s tensa, esto no es una entrevista para KPMG¡±. Bien por ?lvaro y sus referencias que son las de much¨ªsima gente de su agenda de contactos.
Y est¨¢ Luis, de apellido Zamalloa. Al que le llaman ¡°Zama¡± en la familia porque su mujer, Marta, tuvo otro marido antes que tambi¨¦n se llamaba Luis y resulta incomod¨ªsima esta coincidencia. Para inc¨®moda su actitud, ya que es el ¨²ltimo en llegar a este clan. Su mujer se autorregala ¨Dy de paso le incluye en el pack¡ª un paseo a caballo por la playa porque ella naci¨® montada en uno y le parece un plan rom¨¢ntico, pero a ¨¦l le apetece lo justo. Ella le reclama palabras de amor y a ¨¦l se le ocurre decir: ¡°Tengo los pezones como para hacer ganchillo¡±. Bien por Luis y su sincericidio.
Es una delicia la visita al pueblo. ¡°Nos gusta ir saludando a la de la tienda¡ es muy especial¡±, dice una de las hermanas. Mar¨ªa aprovecha la entra?able hora del aperitivo para confesarle a pap¨ªn que se ha tatuado las iniciales de los nombres de sus hijos, porque su progenitor ¡°tiene un trauma con los tatuajes y las u?as de colores¡±. Para compensar el sofoco, se van a la playa, donde Gabriela canta y toca el ukelele mientras toman el sol con una bolsa para las toallas que publicita Baqueira Beret. Bien por ellos y sus clich¨¦s, que son tambi¨¦n los nuestros.
Como traca final, el momento en el que, en silencio y con los ojos cerrados, aparecen todos abrazados a un olivo milenario, que es una tradici¨®n de todos los veranos --¡ªcomo los pedos¡ª para dar las gracias.
Gracias a vosotros, por tanto.
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