Larry David: adi¨®s a todo eso
Este humanismo radical, cimentado en el placer de existir como humanos, aunque el cuerpo pique, duela, enferme y muera, ser¨¢ pronto barrido por los antihumanistas
A menudo se despacha el humor de Larry David como c¨ªnico o nihilista. Lo llaman as¨ª incluso quienes lo siguen y lo disfrutan, y no pondr¨ªa yo la mano en el fuego por el propio David, que, coqueto como es, a lo mejor se las da tambi¨¦n de c¨ªnico y de nihilista. Cosas mucho peores ha dicho de s¨ª mismo. Yo, en cambio, siempre lo he tenido por muy humanista, en la mejor tradici¨®n literaria e intelectual de Occidente, esa que en Espa?a nos viene por Cervantes y Goya, la que se escribe en la c¨¢rcel, en el exilio o en la taberna y nunca se coloca en un p¨²lpito.
Puede que este humor gamberro parezca insensible en estos tiempos tan moralistas, pero hay que estar muy ciego para no ver la ternura que esconde. Larry David me ha regalado infinidad de carcajadas con mala conciencia, pero tambi¨¦n mucha luz. Lo hizo en Seinfeld, tan llena de poes¨ªa sobre lo monstruoso, y hace casi veinte a?os que lo cumple en Curb Your Enthusiasm, donde la bondad y la gracia estaban encarnadas en Richard Lewis, muerto esta semana.
Me ha apenado la muerte de Lewis, cuya decadencia corporal ha documentado la serie. En los ¨²ltimos cap¨ªtulos de esta ¨²ltima temporada (¨²ltima de veras) ni siquiera aparece de pie. Improvisa su texto sentado, y no le hace falta caminar ni gesticular para cumplir su papel de amigo juicioso y fiel que perdona por anticipado todas las porquer¨ªas del incorregible David. Creo que la mayor¨ªa de los seguidores de la serie lo ador¨¢bamos y nos identific¨¢bamos con ¨¦l.
Se muere el amigo y se acaba la serie autobiogr¨¢fica (o lo que fuese) de Larry David, y siento que con ellos muere una forma de re¨ªr y de estar en el mundo. Seguro que exagero. El demonio de la nostalgia prematura escribe esta columna por m¨ª ¡ªpero la cobrar¨¦ yo: en eso he aprendido de Larry David; aunque el trabajo te lo hagan otros, la factura siempre a tu nombre¡ª, pero a veces hay que darle la raz¨®n. Ni a Trump ni a Putin le hacen gracia los chistes de jud¨ªos gamberros. Este humanismo radical, cimentado en el placer de existir como humanos, aunque el cuerpo pique, duela, enferme y muera, ser¨¢ pronto barrido por los antihumanistas, los que creen en para¨ªsos. A¨²n nos quedan unos pocos cap¨ªtulos de Larry David antes de que caiga el tel¨®n. Disfrut¨¦moslos.
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