Milagro, todav¨ªa sobrevive un cine bonito
No ten¨ªa ni puta idea de dos pel¨ªculas. Una se titula ¡®Testament¡¯ y la otra ¡®La tierra prometida¡¯. La primera es muy bonita, triste y alegre, sard¨®nica. La segunda es un w¨¦stern ambientado en la Dinamarca del siglo XIX
¡°Me conozco a m¨ª mismo, pero eso es todo¡±, desped¨ªa el admirable Scott Fitzgerald en A este lado del para¨ªso. Mallarm¨¦ escribi¨®: ¡°La carne es triste. L¨¢stima. Y he le¨ªdo todos los libros¡±. Cuando yo era joven, me jactaba aunque en aquella ¨¦poca la carne fuera alegre, de haber le¨ªdo infinitos libros. De haber escuchado la m¨²sica m¨¢s sublime. De conocer gran parte de la historia del cine. Y tan contento, con ese narcisismo que trata de ocultar tus inseguridades.
Y ahora, en la vejez, cuando ya no dispongo en formatos anticuados del cine que he amado, recurro con posibilismo e infinito esfuerzo a las plataformas del maldito internet. Y pillo lo que puedo, repeticiones infinitas de las pel¨ªculas que he amado, pero tambi¨¦n me encuentro con gesto de hast¨ªo ante el protagonismo de la nader¨ªa. Es terrible constatar en el panel de la hipermoderna Filmin que solo aparece una pel¨ªcula apetecible, incluso una obra maestra, en medio de un torrencial de cine tan invisible como inaudible. Es el cutrer¨ªo, las pretensiones grotescas, algo nefasto. Y me pregunto: ?qui¨¦n ha hecho esto?, ?qui¨¦n lo ha pagado? Si el cine fuera esta excrecencia cutre, pretenciosa, nefasta, una parte del cual se exhibe en los prestigiosos festivales, yo lo hubiera odiado desde chiquit¨ªn.
Pero tambi¨¦n me ocurren cosas gratas. No ten¨ªa ni puta idea (desinformarte tambi¨¦n exige c¨¢lculo e insidia) de dos pel¨ªculas que veo en Movistar.
Una se titula Testament y la otra La tierra prometida. La primera es muy bonita, triste y alegre, sard¨®nica. Habla de un anciano, sin ya nada que ofrecer o en lo que creer, en medio de la apestosa movida de la cancelaci¨®n, como tantas imposturas impuestas por el mercado ideol¨®gico. La segunda es un w¨¦stern ambientado en la Dinamarca del siglo XIX. La primera me provoca simpat¨ªa y emoci¨®n. Y acaba bien. Se lo perdono, todo es cre¨ªble. El final de la segunda es tan l¨®gico como desolador. Para m¨ª, en mi complicada soledad, la visi¨®n continua de estas dos pel¨ªculas, que no son obras maestras pero que contienen lo que m¨¢s amo del cine, son una inyecci¨®n de ozono.
Puedes seguir EL PA?S Televisi¨®n en X o apuntarte aqu¨ª para recibir nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.