¡®El encargado¡¯, dentro y fuera de la serie

Con algunos miserables carism¨¢ticos pasa como con los accidentes de tr¨¢fico: uno no puede evitar mirarlos aunque no quiera. Por eso, mucho mejor que abunden en la ficci¨®n que fuera de ella.

Ha vuelto Eliseo, El encargado, el portero m¨¢s conocido de todo Buenos Aires, cuyo ascensor social ama?¨® el mismo, mand¨® reparar y se llev¨® una comisi¨®n. Eliseo ha pasado de temer por su salida del edificio a ser propietario de un inmueble, y ahora incipiente empresario con las peores artes. Un hombre hecho a s¨ª mismo a costa de los dem¨¢s. Un, con perd¨®n, emprendedor.

Hay quien defiende que la ficci¨®n debe ser ejemplar. Le¨ª hace unos cuantos a?os a Rosa Montero en las p¨¢ginas de este peri¨®dico criticar Dexter por tener de protagonista a un asesino en serie amado por el espectador. Yo ni siquiera creo que una ficci¨®n tenga que condenar o castigar a sus antih¨¦roes o a sus villanos; me parece una obviedad esa exenci¨®n de moralidad, pero dada la literalidad con la que se escudri?a la ficci¨®n y lo que se le pide a cambio, creo que no est¨¢ de m¨¢s mencionarlo.

No voy con Eliseo como s¨ª iba con Dexter o con Tony Soprano casi hasta el final de Los Soprano o con Walter White. Es m¨¢s, estoy deseando que lo pillen. Pero no puedo dejar de mirarlo y de admirar la interpretaci¨®n superlativa de Guillermo Francella. A la vez, leo con sorpresa sus declaraciones a Natalia Marcos, donde afirma que su personaje es emp¨¢tico. La virgen, si lo suyo es empat¨ªa, Dios nos guarde de los psic¨®patas.

La cosa es que Eliseo es un personaje de ficci¨®n, pero Gloriamundi, la productora que coproduce la serie junto a Pampa Films, ha comprado dos edificios en mi barrio. Y, seg¨²n el Sindicato de Inquilinas declar¨® a eldiario.es, ¡°ha recurrido al acoso inmobiliario para forzar a las vecinas a abandonar las viviendas¡±. Vaya, vaya, Eliseo sin porter¨ªa. ?Qu¨¦ habr¨¢ sido antes, el huevo o la gallina?

Nos preguntamos muy a menudo c¨®mo mirar la ficci¨®n, de qu¨¦ forma leerla, como si nuestra mirada o su ausencia fuese la clave para descifrarla, redimirla o condenarla. Como si tuvi¨¦ramos que dictar sentencia. Nos preguntamos menos c¨®mo nos mira ella a nosotros. En El encargado parece que la serie nos observa con los mismos ojos con los que lo hace Eliseo. Nos pone buena cara mientras piensa: ¡°Menuda panda de soretes¡±. Veremos c¨®mo termina.

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