A ¡®El hormiguero¡¯ se le empacha Jorge Mart¨ªn (y el cameo de Albert Espinosa)
El campe¨®n del mundo de MotoGP acude al programa de Pablo Motos despu¨¦s de la pol¨¦mica de la semana pasada. Una juerga
Sostengo la teor¨ªa de que una vez me llamaron desde El hormiguero y me qued¨¦ sin ganar un buen dinero porque pens¨¦ que era spam y colgu¨¦. El par de tonos de llamada en pantalla coincidieron con los que sonaron en mi sal¨®n y eso solo puede significar dos cosas: que soy idiota por perder semejante oportunidad y que ese d¨ªa estaba viendo el programa de Antena 3. Pero esto no viene del rencor, lo prometo, sino de lo que he visto esta noche, mucho tiempo despu¨¦s de aquel d¨ªa, en pantalla.
Se abri¨® el tel¨®n y sali¨® Pablo Motos lanzando besos volados al p¨²blico. ¡°Si nos das una hora te devolvemos una sonrisa¡±, prometi¨®. Eso es seguridad en uno mismo. Tras un anuncio sali¨® Jorge Mart¨ªn, que apareci¨® felic¨ªsimo y con la actitud que mantuvo durante toda la entrevista, aplaudi¨¦ndose a s¨ª mismo. Otro con la autoestima por las nubes.
Y empez¨® una conversaci¨®n ¡ªes un decir¡ª en la que era imposible no sacarle punta a todo. Por ejemplo, cuando al campe¨®n de motociclismo lo recibieron con el manosead¨ªsimo tema con el que celebran todo los se?ores, We Are the Champions de Queen, no puedo evitar pensar que hasta el ¡°no time for losers¡± de Mercury iba con segundas y dirigido a los muchachos de la competencia. Qu¨¦ sinvivir.
Cortes de mangas
Comenz¨® Pablo Motos diciendo: ¡°?ltimamente est¨¢s muy cotizado¡±. A lo que Mart¨ªn respondi¨®: ¡°Estoy m¨¢s cotizado que el bitcoin¡±. Y as¨ª sigui¨®, tras este arranque vibrante, una retah¨ªla de asuntos de inter¨¦s propuestos por el presentador. C¨®mo se conduce llorando a 300 por hora, me han dicho que te fumaste unos puros ¨Dcompar¨® probar un habano por primera vez con chuparle el dedo a un mec¨¢nico¡ª, tambi¨¦n tu entorno comenta que eres hiperactivo, que no paras, que eres muy bromista. Hace poco le hiciste un corte de mangas a un rival y eso no est¨¢ bien. ¡°Pues mi madre ya ha hecho el sticker, lo manda a todos los lados¡±, respondi¨® Mart¨ªn. Buah, qu¨¦ juerga.
Motos sabe perfectamente hasta d¨®nde podr¨¢ estirar al invitado. Y conviene recordar que la ¨²ltima vez que el piloto visit¨® a las hormigas dijo aquello de ¡°Marica el ¨²ltimo¡±, cosa ante la que nadie reaccion¨® dentro de ese plat¨®.
Por eso no extra?aron las respuestas de esta noche, que sucedieron m¨¢s o menos tal que as¨ª: hay que ir a tope, a por ello, a morder, es ¡°el momento que he so?ado desde ni?o¡±, la cl¨¢sica y no por ello menos necesaria menci¨®n a los sacrificios de los padres. Qu¨¦ orgullo sacar la bandera de Espa?a, hace nada llevaba el pelo largu¨ªsimo hasta que me lo rap¨¦ y una vez llen¨¦ el coche de Jorge Lorenzo de lonchas de queso.
Y por eso tambi¨¦n el de Requena decidi¨® darle una sorpresa al invitado, quiz¨¢ para agradecerle el gesto de no tocarle las narices y tambi¨¦n porque intuy¨® que en Espa?a tampoco hay tanto inter¨¦s por saber lo que suda y llora un muchacho cuando va a 300 por hora. ¡°Me han dicho que te gust¨® mucho un libro, Mundo amarillo, de Albert Espinosa¡±, dijo. Y antes de que Mart¨ªn hilara una respuesta completa, apareci¨® Espinosa, con sudadera amarilla con una frase que puede sonar maravillosa pero que a la Espa?a a la que pertenezco da pavor: ¡°Cree en los sue?os y ellos te crear¨¢n¡±.
Espinosa lleg¨®, y como sabe vender libros y que el tiempo en prime time vale oro, le solt¨® un ejemplar firmado del libro que ya se ha le¨ªdo por Mart¨ªn y que tanto le gust¨®, el nuevo que tiene que se titula como la frase de la sudadera y aprovech¨® para decir que viene de la Feria del libro de Miami, que la obra se ha vendido en 20 pa¨ªses y que, por tanto, est¨¢ m¨¢s feliz que una perdiz. Esto ¨²ltimo, como comprender¨¢n, es una licencia, aunque no por ello suena inveros¨ªmil.
Mientras Espinosa nos contaba que es mucho mejor que un ni?o se muera de doce de la noche a las ocho de la ma?ana y que ¨¦l estuvo hablando con un amigo durante ocho horas que, aunque estaba muerto, sabe que le o¨ªa, a Jorge Mart¨ªn se le puso una cara de susto que solo las hormigas pudieron remontar despu¨¦s. ¡°Cree y crea, amigo, eres incre¨ªble¡±, le dijo Espinosa mientras le desped¨ªa con un abrazo y despu¨¦s de que toda Espa?a viera que en la pierna artificial de Espinosa hab¨ªa una pegatina con el 89 (dorsal de Jorge Mart¨ªn) y otra vez el t¨ªtulo de su nueva novela.
De no creer.
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