La cigarra Broncano y la hormiga Motos
Era cuesti¨®n de tiempo que a un protagonista le saliera un antagonista en una Espa?a que todo lo hace a pares. Quiz¨¢ lo an¨®malo sea la estrechez pol¨ªtica casi guerracivilista con que se analiza la pelea
Los espa?oles crecemos con la ansiedad de elegir. Por eso hay tantas ciudades con dos equipos de f¨²tbol, para que los vecinos puedan pelearse, no vaya a ser que se reconozcan todos en el mismo gusto y les d¨¦ un patat¨²s de consenso. Las ciudades peque?as sin suficiente masa cr¨ªtica para dividir a la afici¨®n tiran de la rivalidad con el equipo del pueblo de al lado. La cosa es no dejar ning¨²n protagonista sin antagonista, replicando las pasiones viejas de la tauromaquia. Desde peque?ito, el espa?ol tiene que elegir bando en casi todas las chorradas de la vida, y militar en ¨¦l con la fe del jesuita, defendiendo su postura con el arcabuz en la mano.
Lo normal en estos tiempos es que la elecci¨®n tenga un sentido ideol¨®gico, aunque hay territorios sorprendentemente libres de pol¨ªtica. Por ejemplo: a¨²n no se sabe si elegir la tortilla de patatas con o sin cebolla es de derechas o de izquierdas. Por si acaso, yo soy de sin y tirando a Betanzos.
Lo de Broncano y Motos no deber¨ªa sorprender a nadie. Era cuesti¨®n de tiempo que a un protagonista le saliera un antagonista en una Espa?a que todo lo hace a pares. Quiz¨¢ lo an¨®malo sea la estrechez pol¨ªtica casi guerracivilista con que se analiza la pelea. Puestos a buscarle significados, me parece mucho m¨¢s interesante la f¨¢bula de la cigarra y la hormiga, que ven¨ªa ya hecha por el nombre del programa de Antena 3: el ¨²nico bicho que pod¨ªa inquietar al hormiguero era, seg¨²n la tradici¨®n literaria, una cigarra.
Pablo Motos ha cultivado desde siempre su condici¨®n de hormiguita laboriosa: workaholic, entrenando en un gimnasio a mil kil¨®metros de su zona de confort, la guardia en alto y las revoluciones a tope. En cambio, David Broncano ha llegado al prime time arrastrando los pies y como reci¨¦n levantado de la siesta. Su actitud es una burla al hombre hecho a s¨ª mismo: improvisa y se conf¨ªa a la gracia espont¨¢nea del momento. Desde su rama frota las patitas y finge que todo fluye sin esfuerzo, mientras en el hormiguero se obsesionan con la perfecci¨®n y el detalle.
Por supuesto, ambas poses son falsas. Ni las hormigas son tan estrictas, ni las cigarras, tan vagas. Estas son pura coqueter¨ªa y trabajan mucho m¨¢s de lo que presumen. Su gracia est¨¢ en convencernos de que no tienen ambici¨®n. Y a las hormigas les reconforta cre¨¦rselo. Por eso caen enga?adas.
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