La resurrecci¨®n de la m¨²sica cl¨¢sica en San Diego
La Sinf¨®nica de la ciudad estrena un renovado Jacobs Music Center con la interpretaci¨®n de la ¡®Segunda¡¯ de Gustav Mahler
El centro de San Diego est¨¢ plagado de pendones que invitan a conocer la remodelaci¨®n del Jacobs Music Center, la sala de conciertos de la Sinf¨®nica local. Para quienes no viven en la ciudad fronteriza, hallar este palacio de la m¨²sica es dif¨ªcil. El sitio se esconde a plena vista en una de las zonas m¨¢s transitadas. Se encuentra entre dos grandes torres de oficinas y detr¨¢s de una fachada de estilo brutalista que contrasta con las melod¨ªas que el lugar oculta en su interior. ¡°Es una especie de sarc¨®fago¡±, admite Martha Gilmer, la presidenta de la Sinf¨®nica, y quien supervis¨® la reforma que se extendieron por casi tres a?os con un costo de m¨¢s de 125 millones de d¨®lares.
Gilmer lleg¨® a San Diego exactamente hace diez a?os. Arrib¨® desde Chicago, donde trabaj¨® con la orquesta de la ciudad durante 30 a?os. Una de sus primeras decisiones al frente de la organizaci¨®n californiana fue sustituir los portones de madera por puertas de cristal que permitiera ver desde la calle al vest¨ªbulo del centro, que abri¨® sus puertas inicialmente en 1929 como un cine del estudio de William Fox. La Sinf¨®nica compr¨® el edificio en 1984. Gilmer confiesa haber barajado brevemente la posibilidad de construir de cero una nueva sala. Desech¨® la idea porque habr¨ªa dado la espalda a casi un siglo de historia. En su lugar se propuso que esta dejara de ser un secreto conocido por pocos. ¡°Las audiencias estaban aqu¨ª, pero en muchos sentidos no cre¨ªan o comprend¨ªan la joya que ya ten¨ªan¡±, se?ala la presidenta en su oficina.
En 2022 lleg¨® la oportunidad de iniciar la obra con la que el Jacobs ha entrado al siglo XXI. Las butacas color rojo, tan t¨ªpicas de las salas de cine antiguas, se han ido. Han sido reemplazadas con unas de un suave azul verde que proyecta una tranquila aura al espacio. Lo primero que se nota al poner un pie dentro de la sala, sin embargo, es la nueva y generosa ac¨²stica. HGA, la firma de arquitectos a cargo de la remodelaci¨®n, la logr¨® expandiendo la profundidad del escenario, elevando el proscenio y retirando el arco con el que los teatros antiguos enmarcaban lo que ocurr¨ªa sobre las tablas. Han sido instalados en el techo paneles ac¨²sticos ajustables, lo que permite encerrar el sonido que produce la orquesta. Los cr¨ªticos han resaltado el lustre cristalino que el espacio da a las cuerdas y el c¨¢lido efecto los o¨ªdos registran en el espacio, inclusive en los movimientos m¨¢s intensos.
¡°Se eliminaron ocho filas de butacas al fondo del teatro porque los balcones creaban problemas ac¨²sticos en esos asientos¡±, explica en un recorrido Travis Wininger, el vicepresidente de operaciones del centro. El cupo del Jacobs se redujo de una capacidad de 2.200 a 1.800 personas. Este dise?o, dicen los encargados de la obra, ayuda a conectar a la orquesta con el p¨²blico. ¡°No es un lugar ¨ªntimo, pero s¨ª se siente como una comunidad en lugar de un espacio vasto¡±, a?ade Gilmer.
El resultado ha tra¨ªdo silencio a los 80 m¨²sicos de la orquesta, quienes antes ten¨ªan que lidiar con rumores y sonidos producidos detr¨¢s de bastidores. No es lo ¨²nico que han ganado. Los arquitectos han convertido 15.000 pies cuadrados (1.400 metros cuadrados) de espacio desaprovechado, invisible para la audiencia porque estaba en la parte trasera del escenario, en cuartos para ensayar, vestidores y hasta una sala de lactancia. Han dejado intacta, en cambio, la fachada original de cart¨®n piedra hecha para el cine Fox. Esta combina, quiz¨¢ de forma demasiado libre, influencias moriscas, espa?olas, mexicanas y californianas. En medio del techo hay un enorme candelabro que es el principal atractivo para fotografiar por los espectadores.
Un centenar de nuevos asientos se han instalado en la terraza coral, una de las novedades. Esta fue ideada por Rafael Payare, el conductor de orquesta venezolano que es director musical de la sinf¨®nica desde 2019. Payare sugiri¨® a?adir el espacio en una reuni¨®n con los especialistas en ac¨²stica y con Irwin Jacobs, el ingeniero fundador de Qualcomm y fil¨¢ntropo que ha dado su nombre a la sala gracias a un generoso donativo de m¨¢s de 100 millones de d¨®lares.
¡°Era importante abrir la parte coral con una obra donde no todo es m¨²sica, sino que la palabra tiene algo m¨¢s all¨¢ de la simple poes¨ªa y tiene un significado m¨¢s profundo, como lo que estamos haciendo ahora para el futuro de la orquesta¡±, dice Payare en su vestidor. El director, otro destacado miembro de El Sistema de Juan Antonio Abreu, eligi¨® la Segunda de Gustav Mahler, conocida popularmente como Resurrecci¨®n, para presentar al mundo su nuevo hogar. ¡°Esta orquesta ha luchado con todo. Pasamos una pandemia, abrimos la Rady Shell [un escenario al aire libre junto al mar], se retras¨® la obra en este teatro, pero ahora podemos decir que nos hemos ganado nuestras alas para volar alto y cerca del creador, como dice Mahler en la Segunda¡±, bromea.
La Sinf¨®nica present¨® el Jacobs Music Center a la comunidad con una jornada de puertas abiertas que incluy¨® a la c¨¦lebre chelista Alisa Weilerstein ¨Cesposa de Payare¨C, el pianista Inon Barnatan y la soprano Hera Hyesang Park. Para el segundo fin de semana, Payare prepar¨® tres noches con la Segunda de Mahler, a quien califica como uno de sus pilares, una debilidad que comparte con su compatriota y amigo Gustavo Dudamel. ¡°Es un compositor que te mete en una cosa casi primitiva. Simplemente, sientes vastas emociones y te lleva a su mundo¡±, se?ala el director nacido en Puerto La Cruz, y quien es conocido entre los aficionados por su energ¨¦tico estilo y por su tupida cabellera rizada. Payare volver¨¢ a encontrarse con Mahler en mayo del pr¨®ximo a?o, cuando conducir¨¢ la Tercera.
La Resurrecci¨®n cont¨® con la mezzosoprano sueca Anna Larsson, quien debut¨® en 1996 cantando la misma sinfon¨ªa con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn de Claudio Abbado. Nada pudo opacar a la gran estrella de San Diego, el nuevo Jacobs Music Center. La terraza luci¨® en plenitud con un centenar de coristas dirigidos por el profesor Andrew Megill. ¡°?Resucitar¨¢s, resucitar¨¢s, polvo m¨ªo, tras breve descanso! ?Vida inmortal te dar¨¢ quien te llam¨®!¡±, cantaban.
¡°Ha sido una noche tan intensa como maravillosa¡±, asegur¨® Alison Randall, una ortodoncista de 67 a?os que acudi¨® al segundo concierto. No hab¨ªa vuelto desde la temporada de 2017, cuando vino a ver un concierto de Offenbach. ¡°Hoy sent¨ª que estaba en otro lugar, como si hubiera sido la primera vez. He quedado impresionada por la calidad cristalina del sonido¡±, se?ala.
Cuando Martha Gilmer lleg¨® a San Diego desde Chicago, los aficionados a la m¨²sica cl¨¢sica sol¨ªan comentarle que tomaban el tren a Los ?ngeles para ver la Filarm¨®nica angelina. ¡°Yo les respond¨ªa que muy bien, es una gran orquesta. Pero tambi¨¦n les dec¨ªa que esperaran un poco porque pronto no tendr¨ªan que hacer ese viaje¡±, dice. El tiempo de espera ha terminado. La ciudad tiene una sala de conciertos que no le pide nada a nadie.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.