Algo huele mal en ¡®Gringolandia¡¯
La polarizaci¨®n crece y no solo en Estados Unidos. Tambi¨¦n podemos mirar a nuestras comunidades y preguntarnos si vivimos m¨¢s unidos o distanciados que hace unos a?os
Cuando todav¨ªa se contaban votos en varios puntos de Estados Unidos, ya se avizoraba un Donald Trump arrollador en el horizonte. Su victoria ya se ha oficializado, pero incluso antes algo resultaba ya evidente: esta elecci¨®n marca un punto de inflexi¨®n para la democracia en Estados Unidos¡ Y en el mundo.
Algo huele mal en Gringolandia. Y no hay duda de ello. Porque te puede gustar Trump, y hasta ser fan¨¢tico de ¨¦l. Pero resulta inquietante que un presidente en ejercicio de la superpotencia que se preciaba de ser el ¡°faro del mundo¡± haya promovido desconocer los resultados electorales de 2020, que haya alentado la toma del Capitolio en 2021, y que, despu¨¦s, haya sido condenado por una treintena de cargos criminales y mucho m¨¢s. Y a¨²n as¨ª est¨¢ a cent¨ªmetros de retornar Sal¨®n Oval y acceder a la botonera nuclear.
Algo huele mal en Gringolandia. Prueba de ello es tambi¨¦n que la mejor opci¨®n que los dem¨®cratas lograron ofrecer para competir con Trump es Harris. La ungieron como candidata sin que hubiera competido en las primarias. Deber¨¢n los dem¨®cratas replantearse c¨®mo llegaron a semejante punto, de la mano de un Joe Biden que result¨® pat¨¦tico en su incapacidad para competir por su reelecci¨®n. Una incapacidad tan evidente como lo fue tambi¨¦n el ¨²ltimo editorial de The New York Times previo a las urnas, en su llamado a votar en contra de Trump y no a favor de Harris, de la que no tuvo mucho para celebrar.
Algo huele mal en Gringolandia, pero no s¨®lo en el land of the free. Porque la polarizaci¨®n crece cada d¨ªa en muchas naciones, en una din¨¢mica de fuerzas centr¨ªfugas que amenaza con desestabilizar demasiadas comunidades. Estados Unidos es un ejemplo elocuente, por supuesto, y all¨ª no son pocos los que flirtean con la posibilidad de una ¡°guerra civil¡± con una ligereza pasmosa. Pero tambi¨¦n podemos mirar a las comunidades en que vivimos y preguntarnos si vivimos m¨¢s unidos o distanciados que hace unos a?os. Lo ocurrido en el Planalto de Brasil es apenas un ejemplo inquietante, entre muchos.
Algo huele mal en Gringolandia por la radicalizaci¨®n de segmentos de su poblaci¨®n. El Tea Party fue un atisbo de lo que Trump encarn¨® luego, m¨¢s y mejor, durante la ¨²ltima d¨¦cada. Y si las urnas terminan de consagrarlo ganador, nadie podr¨¢ alegar ignorancia sobre lo que har¨¢. ?Si ¨¦l lo anticip¨® en diciembre de 2023, durante una entrevista que concedi¨® a Fox News! Le preguntaron si abusar¨ªa de su poder o impulsar¨ªa represalias si retorna a la Casa Blanca y su respuesta fue elocuente: ¡°No, salvo durante el primer d¨ªa¡±. Dej¨® claro que ir¨¢ por los jueces, fiscales y funcionarios del Departamento de Justicia y otras instituciones que le impusieron los l¨ªmites previstos en la Constituci¨®n y las leyes vigentes. Nada m¨¢s, nada menos.
Quiz¨¢ sea buen momento para leer ¨Co releer- un par de libros sintom¨¢ticos de la ¨¦poca que vivimos. Porque en tiempos de videos de 30 segundos en Tik Tok, bien vendr¨ªa husmear en C¨®mo mueren las democracias, el ensayo de Steven Levitksy y Daniel Ziblatt, los cuatro indicadores que permiten detectar si un l¨ªder incurre en comportamientos autoritarios. El primero, el rechazo (o d¨¦bil aceptaci¨®n) de las reglas democr¨¢ticas del juego. El segundo, la negaci¨®n de la legitimidad de los adversarios pol¨ªticos. El tercero, tolerancia o fomento de la violencia (f¨ªsica, pero tambi¨¦n verbal). Y el cuarto, predisposici¨®n a restringir las libertades civiles de la oposici¨®n, incluidos los medios de comunicaci¨®n.
?S¨®lo Trump queda sumido dentro de estos par¨¢metros inc¨®modos? ?Y Viktor Orb¨¢n? ?Y Vlad¨ªmir Putin? ?Y Nicol¨¢s Maduro? ?Acaso Javier Milei puede sumarse al listado? ?Y Nayib Bukele? Y podemos seguir. Pero lo inquietante es que sean tantos los nombres tentativos. ?Qu¨¦ nos dice eso sobre los tiempos que vivimos? ?Qu¨¦ nos dice sobre nuestro porvenir? ¡°Los cambios cruciales ocurren durante las coyunturas cr¨ªticas¡±, nos recuerdan Daron Acemoglu y James Robinson, dos de los tres ganadores del Nobel de Econom¨ªa de este a?o, en el bestseller Por qu¨¦ fracasan los pa¨ªses. Crucemos los dedos.
Y as¨ª, mientras esperamos el recuento de votos que resta en un pu?ado de estados, tengamos claro que afrontamos un futuro inquietante. Bien lo saben en Mosc¨², Teher¨¢n, Caracas, Jerusal¨¦n, Budapest, La Habana, Pionyang o Beijing. Muchas decisiones en esas capitales se tomar¨¢n ¨Co evitar¨¢n- si Trump accede, otra vez, a la West Wing.
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