Bucear en los recodos de Craigslist: una alternativa para los inmigrantes sin permiso de trabajo
En la plataforma de clasificados web m¨¢s visitada de Estados Unidos hay decenas de anuncios informales que van desde limpiar una casa a atender hombres solteros por la noche
La autora de este reportaje reside en Estados Unidos pero no tiene permiso de trabajo. El texto ha sido firmado solo con sus iniciales para protegerla de cualquier repercusi¨®n a la que pudiera enfrentarse tras divulgar que ha trabajado de manera irregular en el pa¨ªs.
Desde hace un mes, la periodista que escribe este reportaje no sale a la calle a buscar trabajo. No tiene permiso para ello, su situaci¨®n migratoria no se lo permite. En vez de recorrer Nueva York en busca de carteles de ¡°Se necesita ayuda¡±, cada d¨ªa la autora se despierta, lleva su laptop a la cocina, pone el caf¨¦, se sienta, abre el buscador y teclea ¡°Craigslist¡±. La p¨¢gina que aparece es fea, descolorida, en letra Times New Roman como los blogs de a principios de los a?os 2000. Y, sin embargo, en junio de 2024, Craigslist fue el sitio de anuncios de clasificados m¨¢s visitado en Estados Unidos. Lo que en el mundo real no se pueda vender o negociar, se puede en esta p¨¢gina web. La gente acude a ella para buscar vivienda, electrodom¨¦sticos, mascotas y hasta amigos o pareja.
Tambi¨¦n hay personas, muchas de ellas inmigrantes sin permiso de trabajo, como quien escribe este texto, que navegan la plataforma en busca de empleo. Para ello, Craigslist cuenta con dos categor¨ªas: ¡°Gigs¡± y ¡°Jobs¡±. Tras hacer clic en cualquiera de las dos, la lista que se despliega son anuncios con hiperv¨ªnculos azules que parecen contener un programa maligno: ¡°Se necesita pe¨®n fuerte en Brooklyn (Nueva York) para ayudar a mover nevera esta ma?ana 7/10-$15/hr¡± o ¡°Se buscan mujeres ambiciosas y orientadas para unirse a nuestra red¡±. La periodista desliza el cursor y navega de clasificado a clasificado, en busca de alguna opci¨®n que le encaje. Pasa de largo los ads que buscan repartidores, choferes para mudanzas, jardineros, fot¨®grafos profesionales, instagramers, o tikokers. Lo que sabe que no sabe hacer lo deja pasar. Los anuncios de particulares m¨¢s confiables describen el objetivo del trabajo, piden el curr¨ªculum y preguntan la raz¨®n por la que el solicitante cree que podr¨ªa hacer el trabajo que se requiere.
Aunque trabajar con particulares es arriesgado, m¨¢s a¨²n a trav¨¦s del internet, a muchos inmigrantes sin permisos de trabajo no les queda de otra que arriesgarse. Seg¨²n los ¨²ltimos datos del centro de estudios Pew, en 2021 hab¨ªa 7,8 millones de trabajadores indocumentados en Estados Unidos. Para aquel entonces esta comunidad representaba el 4,6% de todos los trabajadores del pa¨ªs, siendo Nueva York el cuarto Estado con el mayor n¨²mero de trabajadores indocumentados (500.000). Es una cifra que, en el caso de Nueva York, se debe haber disparado en los ¨²ltimos dos a?os, ya que solamente a la Gran Manzana han llegado m¨¢s de 200.000 inmigrantes nuevos desde 2022. La gran mayor¨ªa de ellos son peticionarios de asilo y, por tanto, pueden recibir autorizaci¨®n para trabajar de manera legal. Pero ese proceso que antes tomaba seis meses de media, ahora puede tardar hasta un a?o o m¨¢s. Este retraso obliga a miles a depender del empleo sumergido. Para estos individuos, sin permiso de trabajo, sin n¨²mero de seguridad social y sin intenci¨®n de falsificar ninguno de los, las ofertas de Craigslist se convierten en las pocas opciones que tienen para ganarse algo de dinero y sobrevivir.
Casi todos los d¨ªas en esta plataforma web se publican decenas de anuncios en los que se buscan empleadas dom¨¦sticas. No es una sorpresa. Seg¨²n un informe del Instituto de Pol¨ªtica de Igualdad de G¨¦nero, con sede en Los ?ngeles, California, el trabajo dom¨¦stico es el principal oficio de las inmigrantes indocumentadas en Nueva York, seguido por trabajos del cuidado de la salud en el hogar, y por trabajos de aseo y conserjer¨ªa en edificios.
La mayor¨ªa de los clasificados del servicio dom¨¦stico provienen de agencias que exigen permiso de trabajo y experiencia en el ¨¢rea y que pagan entre $30 y $40 la hora. Luego est¨¢n los otros, los que se pagan en negro y a los que recurren mujeres inmigrantes como esta periodista. Suelen ser anuncios de particulares que buscan personas (casi siempre mujeres) para la limpieza y para los cuales no exigen ning¨²n tipo de autorizaci¨®n de trabajo. Pero tambi¨¦n hay otros que buscan lo que llaman ¡°asistentes¡± o ¡°acompa?antes¡± para que les ayuden con las tareas dom¨¦sticas y qui¨¦n sabe con qu¨¦ m¨¢s.
Uno de esos anuncios se ve¨ªa bastante inofensivo. Cuando se top¨® con ¨¦l, la autora llevaba pocos d¨ªas usando la plataforma. Se encontr¨® con que una persona buscaba una asistente para que le hiciera mandados, tr¨¢mites y otras tareas del d¨ªa a d¨ªa. Ten¨ªa un requisito: ser mujer. La periodista se comunic¨® con el anunciante: ¡°Hola, me interesa el puesto de asistente, ?sigue disponible? ?Env¨ªo mi r¨¦sum¨¦?¡±. Le respondi¨® un hombre. Dec¨ªa que era un empresario con poqu¨ªsimo tiempo, que ten¨ªa 40 a?os, se mov¨ªa entre Nueva York y Los ?ngeles, y que ¡°necesitaba a alguien que le atendiera despu¨¦s de que ¨¦l llegara del trabajo, entre 6 y 10 de la noche, que le sirviera snacks, que le comprara su mercado, que le llevara la ropa a la lavander¨ªa¡±. Con esa respuesta, con ese horario tan especifico, qued¨® claro lo que el hombre en realidad buscaba.
Cuando no es posible asegurar nada, pero sospechar todo, es mejor sospechar. Cuando la periodista intent¨® aplicar para otro trabajo de asistente, le indicaron que no necesitaba presentar su curr¨ªculum. Bastaba con enviar fotos suyas de pies a cabeza. ¡°?Por qu¨¦ de pies a cabeza, acaso esto es algo sexual?¡±, pregunt¨® a los anunciantes. No respondieron.
Lleg¨® el punto en el que la autora ya asum¨ªa que todos los anunciantes eran hombres en busca de aprovecharse de alguna mujer. Encontr¨® otro clasificado que buscaba una asistente y cuando contact¨® con el supuesto empleador, este le respondi¨®: ¡®Are you an upscale caliber? If you are not, then this is not for you¡¯ (?Es usted de un calibre superior? Si no lo es, entonces esto no es para usted). Nunca supo a qu¨¦ se refer¨ªa con ¡°upscale caliber¡±, ?alguien de alto calibre? ?En qu¨¦ contexto? Busc¨® en Google para intentar entender a qu¨¦ se refer¨ªa, pero no encontr¨® nada. Otro hombre ped¨ªa una acompa?ante para ver una pel¨ªcula de terror porque ¡°a nadie de sus conocidos le gustaba el terror¡±. Pagaba 100 d¨®lares por ello. La periodista le escribi¨®, pero inmediatamente el hombre le pidi¨® una foto.
Adem¨¢s de quienes solicitan asistentes, tambi¨¦n hay compa?¨ªas que buscan personas que est¨¦n dispuestas a hacer de conejillo de Indias. Quieren hacer pruebas con personas que sufran de depresi¨®n o con trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n, en adictos a los opioides y hasta pruebas con ketamina. La autora lleg¨® a aplicar para uno de estos clasificados, para probar un reloj o pulsera inteligente. Llen¨® un formulario de Google y cre¨® un usuario en uTest, una empresa que re¨²ne trabajadores aut¨®nomos que quieran participar de ¡°testers¡±. Le pidieron informaci¨®n y la dio, pero le dijeron que antes de concretar la cita para la prueba, deb¨ªa grabarse la cara en diferentes ¨¢ngulos. Hasta ah¨ª lleg¨®. Ceder su imagen, entregarla al mundo digital para que quien fuera hiciera lo que quisiera con ella, era otro de sus l¨ªmites.
La llamaron varias veces, le enviaron mensajes de texto y un correo que dec¨ªa: ¡°Este es Arian de uTest. Le escribo para dar seguimiento a nuestro cronograma de citas para pruebas de dispositivos port¨¢tiles. Como no pude comunicarme con usted lo hago por correo electr¨®nico. Le agradecemos que complete el formulario para nuestras pruebas in situ en Nueva York. Actualmente estoy reservando citas para el grupo focal del estudio, en persona que se paga a $150 por hasta tres horas de prueba¡±.
Borr¨® todos los mensajes y sigui¨® la b¨²squeda. Estos anuncios segu¨ªan siendo su ¨²nica opci¨®n para ingresar algo de dinero: las condiciones de vulnerabilidad reducen los l¨ªmites legales y morales de las personas. Hubo alguien que debi¨® decir s¨ª a lo que la autora rechaz¨®, ya que el estatus migratorio de los trabajadores indocumentados los limita a la hora de conseguir la gran mayor¨ªa de los trabajos que desean, se?ala el informe del Instituto de Pol¨ªtica de Igualdad de G¨¦nero. Es por ello que miles de inmigrantes sin papeles acaban expuestos ¡°a la explotaci¨®n y bajos salarios¡±. ¡°En este grupo, las mujeres se encuentran doblemente en desventaja. Por lo general, se les paga significativamente menos que a los hombres indocumentados¡±, a?ade el reporte de esta entidad.
La necesidad es amiga del ¡°s¨ª¡±. Quiz¨¢ la periodista pudo haber accedido a hacer algunos de estos trabajos si estuviera en una situaci¨®n mucho m¨¢s desesperada. Pero pudo esperar y aprendi¨® a espulgar. Hasta ahora, en Craigslist ha conseguido dos trabajos decentes. Un hombre que la contrat¨® para trabajar como mesera en la fiesta de compromiso de su hermana y una mujer que la necesita para que recoja a su hija al en el campamento de verano.
En las ¨²ltimas semanas, Craigslist se ha vuelto su red social favorita. Le divierte y le entristece. La anatom¨ªa de los clasificados online es la anatom¨ªa social: una persona que busca mujeres dispuestas a raparse la cabeza; alguien que necesita amas de casa para un trabajo inespec¨ªfico; o un hombre que publica una fotograf¨ªa de su pectoral para advertir que quien trabaje como su empleada dom¨¦stica debe sentirse c¨®moda con su pecho desnudo.
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