El metro de Nueva York se llena de vendedoras ambulantes: el ¨²nico ¡°trabajo¡± al que pueden llevar a sus hijos
Una nueva encuesta revela que el acceso al cuidado infantil es una de las principales barreras a las que se enfrentan madres y padres migrantes a la hora de conseguir empleo. Ocho de cada diez se dedican a la venta ambulante porque no tienen qui¨¦n les cuide sus ni?os
Valeria est¨¢ medio escondida detr¨¢s de una columna en la estaci¨®n de metro de Broadway Junction en Brooklyn, Nueva York. Mientras prepara una porci¨®n de pi?a con jugo de lim¨®n y chile en polvo, servida en un vaso de pl¨¢stico, la vendedora ambulante de origen ecuatoriano cuenta que lleva ocho meses vendiendo frutas en distintas paradas del metro de la ciudad. Sabe bien que lo que hace es ilegal ¡ªha recibido cinco multas por ello, de 100 d¨®lares cada una, y acab¨® presa en una ocasi¨®n¡ª pero asume el riesgo cada d¨ªa porque es la ¨²nica forma que ha tenido de ganar algo de dinero desde que lleg¨® a la ciudad tras haber emigrado de su pa¨ªs natal. ¡°Estoy aqu¨ª por necesidad, porque tengo detr¨¢s una familia por mantener. Mis dedos est¨¢n llenos de ampollas de cortar y preparar la fruta y andar con todas las cosas de lado a lado, pero este sacrificio es por mis hijos¡±, susurra la ecuatoriana de 28 a?os entre el rugido de los trenes que pasan a su alrededor.
Los hijos a los que se refiere son dos que siguen en Ecuador y su beb¨¦ que naci¨® en Nueva York hace un a?o cuando lleg¨® a la ciudad junto a su esposo. Aunque no tiene consigo a su beb¨¦ este martes de finales de junio, Valeria, quien rog¨® que no se usara su nombre real por miedo a ser detenida o incluso deportada, cuenta que en muchas ocasiones ha tenido que cargar con el ni?o a su espalda mientras trabaja porque no ha tenido qui¨¦n lo cuidara. Como ella, de los m¨¢s de 200.000 migrantes que han llegado a Nueva York en los ¨²ltimos dos a?os, muchos han recurrido a la venta ambulante de frutas y dulces en las estaciones del metro y los parques p¨²blicos. Lo hacen porque es el ¨²nico trabajo en el que pueden llevar a sus hijos consigo, ya que no tienen d¨®nde ni con qui¨¦n dejarlos.
De hecho, ocho de cada diez vendedores migrantes cuentan que si no fuera porque no tienen qui¨¦n les cuide los hijos, buscar¨ªan otras opciones de trabajo. Eso es seg¨²n una encuesta publicada esta semana y llevada a cabo por Alg¨²n D¨ªa, una iniciativa que naci¨® el pasado enero para evaluar y atender las necesidades de esta comunidad de vendedores. Entre marzo y mayo, los voluntarios de Alg¨²n D¨ªa, en su mayor¨ªa trabajadores sociales, encuestaron a 75 vendedores migrantes con ni?os a trav¨¦s de la ciudad de Nueva York y encontraron que el acceso al cuidado infantil es una de las principales barreras a las que se enfrentan madres y padres migrantes a la hora de conseguir empleo.
Es por ello que estas familias terminan vendiendo frutas y dulces en espacios p¨²blicos. Desde temprano en la ma?ana hasta las horas punta de la tarde, es habitual ver a mujeres migrantes con sus hijos movi¨¦ndose de estaci¨®n a estaci¨®n, empujando carretillas y neveras en las que almacenan fresas, uvas, sand¨ªa y otras frutas frescas, mientras buscan el and¨¦n m¨¢s concurrido pero tambi¨¦n menos vigilado por las autoridades. Los ni?os, desde beb¨¦s hasta adolescentes, se mantienen cerca de sus madres. Algunos ayudan a vender tambi¨¦n. Aunque de vez en cuando se ve alg¨²n hombre, las vendedoras son en su mayor¨ªa mujeres j¨®venes. De hecho, el 34% de las personas encuestadas por Alg¨²n D¨ªa eran mujeres menores de 25 a?os y el 75%, como Valeria, proced¨ªan de Ecuador.
Estos vendedores no cuentan con una red de apoyo en la que puedan apoyarse para cuidar a sus hijos, ya que dejaron muchos de sus familiares en sus pa¨ªses de origen y conocen a pocas personas en la ciudad. Adem¨¢s, estas familias viven en lugares donde no pueden dejar sus ni?os solos. El 31% de las personas encuestadas por Alg¨²n D¨ªa reside en uno de los m¨¢s de 200 albergues para migrantes habilitados por la ciudad, donde no se les permite dejar a sus hijos sin supervisi¨®n. Y otro 32% comparte apartamento o habitaci¨®n, muchas veces con personas que no conocen y a quienes no conf¨ªan con el cuido de sus ni?os.
Las ayudas que no alcanzan a quienes m¨¢s las necesitan
Si bien la mayor¨ªa de los vendedores necesitan ayuda para cuidar a sus hijos durante horas laborales, muy pocos saben que la ciudad ofrece recursos para ello. De hecho, el 100% de las personas encuestadas por Alg¨²n D¨ªa desconoc¨ªa que existen ayudas locales y federales para migrantes indocumentados y solicitantes de asilo que no pueden cubrir el coste de los programas de atenci¨®n infantil, un gasto que en Nueva York en concreto asciende a 20.000 d¨®lares al a?o de media. Esto se debe a que la gran mayor¨ªa ¡ªel 93%¡ª de los vendedores no ha recibido ayuda de ninguna organizaci¨®n o agencia gubernamental. ¡°Los vendedores permanecen casi totalmente desconectados de los recursos y ayudas que existen en la ciudad de Nueva York. No han recibido ayuda para cubrir necesidades b¨¢sicas como el seguro m¨¦dico o la matr¨ªcula escolar de sus hijos¡±, destaca la organizaci¨®n en su informe.
Es decir, no es que las ayudas no existan, es que no llegan a quienes m¨¢s los necesitan, explica Tiffany Hervas, una de las fundadoras de Alg¨²n D¨ªa. ¡°Muchos desconocen los recursos de que disponen¡± porque las agencias gubernamentales no han hecho lo suficiente para hacerles llegar la informaci¨®n, a?ade la trabajadora social de origen ecuatoriano. ¡°Creen que la divulgaci¨®n de informaci¨®n consiste solo en repartir folletos y ya, pero requiere mucho m¨¢s esfuerzo¡±, se?ala Hervas de Alg¨²n D¨ªa. Para ella, lo importante es, primero, divulgar y luego asegurarse de que las personas entiendan los materiales que han recibido. ¡°Muchas de estas personas no entienden el idioma, no tienen tel¨¦fono, no tienen correo electr¨®nico, no tienen acceso a Internet para consultar los recursos. Todas estas barreras son parte de la raz¨®n por la que esta comunidad se ha ca¨ªdo por las grietas¡±.
La principal opci¨®n disponible para estos vendedores con hijos es un programa llamado Promise NYC, bajo el cual la ciudad sufraga los gastos de guarder¨ªa de cientos de familias indocumentadas con bajos ingresos. Lanzada en enero de 2023, esta iniciativa actualmente ayuda a 683 ni?os. Es un salvavidas para familias que debido a su estatus migratorio no pueden acceder a otros servicios de guarder¨ªa financiados por el Gobierno federal, explica Liza Schwartzwald, directora de Justicia Econ¨®mica y Capacitaci¨®n Familiar en la Coalici¨®n de Inmigraci¨®n de Nueva York (NYIC, por sus siglas en ingl¨¦s), la cual financia el proyecto Alg¨²n D¨ªa. ¡°Es un programa fenomenal. Criticamos muchas cosas que la ciudad hace o no hace, pero Promise NYC es probablemente el mejor ejemplo que tengo de algo que la ciudad realmente ha hecho bien¡±, se?ala Schwartzwald.
El programa estuvo a punto de desaparecer esta pasada semana. El alcalde de Nueva York, el dem¨®crata Eric Adams, no lo incluy¨® en su propuesta de presupuesto para el pr¨®ximo a?o fiscal, que comienza el lunes, 1 de julio. Sin embargo, organizaciones pro migrantes como NYIC y el Ayuntamiento de Nueva York presionaron a la Administraci¨®n de Adams para que renovara el programa y ampliara su financiaci¨®n de 16 a 25 millones de d¨®lares. Promise NYC arranc¨® con un presupuesto de 10 millones de d¨®lares que luego ascendi¨® a 16 millones, pero, seg¨²n Schwartzwald, 25 millones es la cifra clave para ayudar a las miles de familias migrantes que siguen llegando a la ciudad.
Al final, Adams accedi¨® a ambas peticiones y Promise NYC contar¨¢ con un presupuesto de 25 millones de d¨®lares para el a?o entrante. ¡±Promise NYC es el ¨²nico programa de la ciudad totalmente accesible a estas familias, pero no tiene plazas suficientes¡±, destaca Schwartzwald. Hasta ahora, el programa estaba pensado para ayudar a unos 600 ni?os a la vez, cuando m¨¢s del 70% de los 200.000 migrantes que han llegado a Nueva York desde 2022 son familias con hijos, seg¨²n cifras de la ciudad. Por tanto, la ampliaci¨®n de fondos era necesaria ¡°para cubrir las necesidades que tenemos en este momento¡±, a?ade Schwartzwald.
Hostilidad, multas y miedo
Adem¨¢s de las dificultades para encontrar cuidado para sus hijos, los vendedores encuestados por Alg¨²n D¨ªa identificaron otro problema al que se enfrentan en su d¨ªa a d¨ªa: la presencia policial en las estaciones de metro. En concreto, el 60% teme ser multados por la polic¨ªa, como le ha pasado a Valeria cinco veces. ¡°A veces hay polic¨ªas buenos, otras veces hay polic¨ªas malos. Hay que estar pendiente siempre. Solo de verlos me entra el p¨¢nico¡±, admite, claramente en alerta. Su mirada va de lado a lado, escaneando el and¨¦n del metro de arriba abajo para asegurarse de que no hay ning¨²n polic¨ªa cerca. ¡°Si nos ven, nos quitan todo, lo tiran en la basura, y nos ponen tickets. A m¨ª me han dado cinco multas, y son de 100 d¨®lares, es decir lo que gano en un d¨ªa se me va en un solo ticket¡±, relata.
Por una de esas multas acab¨® yendo presa durante 24 horas. ¡°Me encerraron a las 7 de la noche y sal¨ª el otro d¨ªa a la misma hora. Estuve en una celda con otras mujeres, fue muy traumatizante. Yo solo pensaba en mi beb¨¦, estaba con su pap¨¢, pero yo no sab¨ªa qu¨¦ me iba a pasar. Si me iban a deportar o qu¨¦, estaba muy preocupada¡±, recuerda. Dice que tuvo que presentarse en una corte, pero que el juez no quiso o¨ªr el caso: ¡°Me dijo ¡®no quiero saber nada, esto no es un delito¡¯. No hizo ninguna pregunta y pidi¨® que se desestimara el caso. Sal¨ª de esa corte y abrac¨¦ mi esposo y mi beb¨¦, llorando mucho. Desde entonces tengo mucho cuidado con los polic¨ªas, intento huir si los veo. Me voy aprendiendo los turnos de cu¨¢ndo trabajan los polic¨ªas buenos y cu¨¢ndo trabajan los malos y as¨ª me adapto¡±.
Seg¨²n Alg¨²n D¨ªa, los vendedores tambi¨¦n se enfrentan a la hostilidad por parte de los propios neoyorquinos. La organizaci¨®n encontr¨® que el 64% se ha sentido inseguro mientras trabajaba y que muchos han ¡°sido acosados por adolescentes y personas sin hogar¡± y ¡°han vivido o presenciado experiencias traum¨¢ticas¡±. ¡°Hay gente que nos critica, nos insultan por ser inmigrantes y por hacer algo ilegal¡±, asegura Valeria, y a?ade: ¡°Pero no tenemos otra opci¨®n que seguir haci¨¦ndolo¡±.
Mientras habla, un hombre mayor se le acerca y le entrega varios billetes doblados y dif¨ªciles de distinguir. A juzgar por los colores de cada billete, deben ser al menos 25 d¨®lares. Valeria toma el dinero y, como no habla ingl¨¦s, se?ala hacia la fruta que tiene delante, como preguntando: ?qu¨¦ le sirvo? El se?or, que claramente no habla espa?ol, le sonr¨ªe, sacude la cabeza para indicar que no quiere nada y se despide. ¡°Tambi¨¦n hay gente muy buena¡±, dice Valeria con los ojos llenos de l¨¢grimas.
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