Ajedrez para compensar la poluci¨®n en los Pa¨ªses Bajos
El pueblo neerland¨¦s de Wijk aan Zee es el ¡®Roland Garros¡¯ del deporte mental gracias a Tata, acer¨ªa multinacional, cuyas emisiones aumentan el riesgo de c¨¢ncer
Los ajedrecistas siguen comiendo sopa de guisantes en Wijk aan Zee, como ya hac¨ªan en 1938, en la primera edici¨®n del Roland Garros del ajedrez. Ahora, en la 86?, el ambiente es formidable y muy estimulante: unos 2.000 participantes piensan jugando en absoluto silencio y llenan hoteles y restaurantes dos semanas cada enero. Pero esconde una realidad siniestra, avalada por varios estudios cient¨ªficos citados por el Instituto Nacional de Salud y Medio Ambiente de los Pa¨ªses Bajos: el riesgo de c¨¢ncer reduce la esperanza de vida en el ¨¢rea 7,5 meses (como promedio), por la contaminaci¨®n que emiten las chimeneas de la acer¨ªa Tata, actual patrocinadora del festival de ajedrez.
Todo indica que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n local acepta correr ese riesgo: aparte de los comentarios de los lugare?os, es muy significativo que la manifestaci¨®n de protesta convocada por grupos ecologistas neerlandeses este s¨¢bado tuviera un apoyo casi nulo entre los habitantes de la comarca. Una docena de activistas cortaba la carretera de entrada a Wijk aan Zee de manera muy organizada y amable: durante tres minutos cada vez, explicando por meg¨¢fono el sentido de su acci¨®n a los conductores parados y pidiendo disculpas. Nada m¨¢s.
Mientras tanto, pasear por el polideportivo De Moriaan era, como cada a?o en estas fechas, un gran placer para quien est¨¦ convencido de que el homo sapiens sigue haciendo honor a su nombre. Unas 350 personas (m¨¢s del 95% son hombres, como siempre ha ocurrido en el ajedrez, por incre¨ªble que parezca) jugaban los diferentes torneos: desde las catorce estrellas del torneo de Maestros hasta las peque?as competiciones para aficionados de todas las edades. Y otros tantos espectadores. Todos en un silencio sepulcral, incluso cuando se acercaban al bar para repostar combustible cerebral, mayormente en forma de caf¨¦ o de la tradicional sopa de guisantes. Esta es muy nutritiva, y tiene una bonita historia: durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, los jugadores emprend¨ªan el camino de regreso a casa desde Wijk aan Zee sin garant¨ªas de encontrar comida durante el viaje; de modo que sus anfitriones les obsequiaban con la sopa de guisantes inmediatamente antes de emprender camino.
Este pueblo en el Mar del Norte de unos 2.000 habitantes (n¨²mero similar al de ajedrecistas invasores de cada enero) es muy agradable en verano por su inmensa playa, la oferta de paseos entre dunas y de buenos restaurantes. Pero en invierno es m¨¢s bien una ciudad dormitorio de alto nivel, y por tanto el festival de ajedrez supone una inyecci¨®n tan nutritiva para la econom¨ªa local como la sopa de guisantes para los jugadores.
Tata Steel es una compa?¨ªa india. Su vicepresidente para Europa, el neerland¨¦s Henrik Adam, no esquiv¨® el gran problema durante su alocuci¨®n del viernes en la ceremonia de inauguraci¨®n: ¡°Tata Steel tiene como objetivo ser una empresa, verde, limpia y sostenible, y estamos invirtiendo en ello¡±, insisti¨® varias veces. Lo que no est¨¢ claro, seg¨²n varios periodistas neerlandeses consultados, es cu¨¢nto invierte Tata en ello y, sobre todo, cu¨¢ntos a?os pasar¨¢n hasta que las modernas tecnolog¨ªas de producci¨®n de acero resuelvan o pal¨ªen el problema.
La creencia general en la comunidad ajedrec¨ªstica de Pa¨ªses Bajos es que el torneo tiene su continuidad garantizada por muchos a?os, y que llegar¨¢ a su cent¨¦sima edici¨®n en 2038. No tanto por la excelente imagen que da de Tata, ni porque el ajedrez sea ahora un deporte de masas en India ¡ªy bastante popular en Pa¨ªses Bajos¡ª, sino porque logra que los habitantes de Wijk aan Zee y alrededores aceptan el riesgo de vivir menos, pero mejor.
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