El hambre en Colombia, el reto may¨²sculo de Petro
Una cuarta parte de los hogares en las ciudades principales del pa¨ªs consume dos o menos comidas al d¨ªa. La pobreza extrema amenaza la seguridad alimentaria de m¨¢s de seis millones de personas

Edwin Fl¨®rez, un mototaxista de 45 a?os, suspende su trabajo al mediod¨ªa. Transporta pasajeros en Sincelejo, un municipio con cerca de 300.000 habitantes en la costa norte de Colombia, donde la temperatura puede alcanzar los 42 grados cent¨ªgrados. Con el producido de la ma?ana, 12.000 pesos en promedio (tres d¨®lares), compra lo b¨¢sico y regresa a casa para que su esposa, Adriana Amaya, de 36 a?os, pueda preparar el almuerzo. Con dos hijos, Samuel, de 7 a?os, y Santiago, de ocho meses, se esfuerzan para evitar ser parte de una realidad: m¨¢s de la mitad de las familias de Sincelejo come ¨²nicamente dos o menos veces al d¨ªa. Sucede lo mismo en una cuarta parte de los hogares de las principales ciudades del pa¨ªs. El presidente electo, Gustavo Petro, ha asegurado que la lucha contra el hambre ser¨¢ la primera prioridad de su Gobierno, un reto may¨²sculo.
¡°Hacemos arroz, pasta, pl¨¢tano, que es lo que est¨¢ m¨¢s barato¡±, dice Amaya, quien cuida a los dos ni?os, el mayor de ellos con par¨¢lisis cerebral por una enfermedad durante el embarazo. El esposo, mientras tanto, sale en busca de ingresos. Va y vuelve con lo que consigue para tener con qu¨¦ comprar cada comida. Utiliza su motocicleta como servicio de transporte ante la falta de empleo formal en Sincelejo, donde la tasa de ocupaci¨®n informal llega al 66%, la m¨¢s alta a nivel nacional. ¡°Le doy gracias a Dios porque hay personas que nos ayudan¡±, agrega la mujer, que, en varias ocasiones, ha recibido donaciones del banco de alimentos del municipio.
La pareja vive en situaci¨®n de pobreza monetaria extrema, al igual que otros 6,1 millones de personas con ingresos que no superan los 161.099 pesos mensuales (unos 40 d¨®lares), una cifra que impide acceder a alimentaci¨®n suficiente y saludable. El 39,3% de la poblaci¨®n nacional, 19,6 millones de ciudadanos, est¨¢ en pobreza monetaria seg¨²n la l¨ªnea trazada por el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªsticas (Dane). Subsisten hasta con 354.031 pesos mensuales (alrededor de 88 d¨®lares) que no alcanzan para cubrir las necesidades b¨¢sicas. Aunque en el ¨²ltimo a?o 1,4 millones de personas salieron de esta condici¨®n, todav¨ªa son m¨¢s de dos millones de personas adicionales a las que hab¨ªa antes de la pandemia. Las cifras ser¨ªan mayores si no se hubieran implementado programas de ayudas sociales.
¡°Colombia tuvo grandes avances en reducci¨®n de la inseguridad alimentaria hasta que lleg¨® la pandemia¡±, sostiene el representante de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura (FAO), Alan Jorge Bojanic, quien reconoce que la situaci¨®n se ha deteriorado en todo el mundo. No solo el impacto del coronavirus ha profundizado el problema. En el pa¨ªs tambi¨¦n se han sentido efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania como el incremento en el costo de los fertilizantes ¨D el 42% de los fertilizantes importados a Colombia vienen de esas dos naciones en conflicto.
Por la crisis de inflaci¨®n mundial, productos como la papa, la yuca, el tomate, el arroz y algunas frutas, entre otros, est¨¢n m¨¢s caros. Los precios de los alimentos en Colombia han subido un 26% interanual, mientras el incremento del salario m¨ªnimo, de un mill¨®n de pesos (250 d¨®lares), fue del 10%, se?ala el informe de perspectivas econ¨®micas de la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE). El aumento del costo de los alimentos supera el promedio de los pa¨ªses miembros. El alza afecta, especialmente, a la poblaci¨®n de bajos ingresos, como la familia de Edwin Fl¨®rez y Adriana Amaya, que se ve obligada a comprar menos alimentos y de menor calidad.
Salidas desesperadas
Hoy en Colombia, 1,2 millones menos de hogares tienen la posibilidad de consumir tres o m¨¢s comidas diarias en las 23 ciudades principales, en comparaci¨®n con lo que ocurr¨ªa antes de la pandemia. El n¨²mero baj¨® de 7,6 millones a cerca de 6,4 millones, seg¨²n la m¨¢s reciente encuesta Pulso Social del Dane. Capitales como Neiva, Bogot¨¢, Ibagu¨¦, Pasto y Quibd¨® son lugares donde todav¨ªa son menos las familias que consumen las tres comidas. En Valledupar, Monter¨ªa, Florencia, y Cartagena, entre el 40% y el 50% de los hogares comen dos o menos veces al d¨ªa.
Quienes no tienen c¨®mo pagar una buena alimentaci¨®n, optan por reemplazar productos como carne por huevos, reducir el tama?o de las porciones, o restringir el consumo por parte de alguno de los integrantes de la familia. Algunos buscan otras salidas como pedir alimentos prestados a amigos o familiares, comprarlos a cr¨¦dito, trabajar exclusivamente a cambio de ellos, o rebuscar sobras. Respuestas como estas llamaron la atenci¨®n de un cl¨²ster de seguridad alimentaria y nutrici¨®n que lleg¨® hasta comunidades remotas de Puerto Carre?o (Vichada), zona de frontera con Venezuela, donde confluyen otros dos detonantes del hambre: el conflicto armado y el fen¨®meno de la migraci¨®n. Colombia es el mayor receptor de migrantes venezolanos con alrededor de dos millones viviendo en el pa¨ªs.
Las consecuencias de enfermedades causadas por el inadecuado consumo de alimentos pueden ser irreversibles. Los ni?os y madres gestantes son los m¨¢s expuestos a anemia, desnutrici¨®n aguda (bajo peso para la talla o estatura, que puede llevar a la muerte si no se trata a tiempo) o desnutrici¨®n cr¨®nica (retraso en la talla para la edad). Un menor de siete a?os con desnutrici¨®n cr¨®nica, por ejemplo, puede tener la talla de un ni?o de apenas dos a?os y medio. ¡°Esto altera el desarrollo cerebral y la capacidad cognitiva, afectando el desempe?o escolar. Hay secuelas a largo plazo como acceso a empleos con baja remuneraci¨®n y menor capacidad en la toma de decisiones¡±, explica la coordinadora del grupo que estuvo en Puerto Carre?o, Zandra Estupi?¨¢n, nutricionista de 38 a?os, especializada en gobierno y pol¨ªticas p¨²blicas.
El mayor n¨²mero de las 133 muertes probables asociadas a desnutrici¨®n en menores de cinco a?os, reportadas este a?o ante el Instituto Nacional de Salud (INS), ha ocurrido en La Guajira y Choc¨®, los dos departamentos con mayores ¨ªndices de pobreza monetaria y pobreza monetaria extrema. ¡°La situaci¨®n de hambre en Choc¨® es ca¨®tica. Hay gente que le toca acostarse con un solo alimento. La gente ac¨¢ vive es del d¨ªa a d¨ªa¡±, advierte el padre Johnny Milton C¨®rdoba, de 49 a?os, director de la Pastoral Social de la Di¨®cesis de Quibd¨®. Regiones perif¨¦ricas como Vichada, Vaup¨¦s, Guaviare, Amazonas y Arauca, adem¨¢s de La Guajira, fueron las de mayor prevalencia de desnutrici¨®n en 2021.
La paradoja del desperdicio
Mientras en unos lugares se sufre por hambre, en otros hay alimentos que est¨¢n a punto de ser arrojados a la basura. ¡°En Colombia estamos botando la tercera parte de los alimentos que se producen y lo mismo ocurre en varias partes del mundo¡±, asegura Juan Carlos Buitrago, m¨¦dico de 40 a?os, quien dirige la red de Bancos de Alimentos que re¨²ne a mil 300 trabajadores y voluntarios. Su misi¨®n consiste en recuperar comida que no se comercializa para ayudar a alimentar a m¨¢s de un mill¨®n de personas.
De los 9,7 millones de toneladas de alimentos que se estima que se pierden o desperdician cada a?o, solo se logra recuperar el 0,3% (29 mil toneladas), a pesar de tener 23 bodegas y una flota de 80 camiones con suficiente capacidad de almacenamiento. La raz¨®n principal son los elevados costos log¨ªsticos. Buitrago dice que se requiere ayuda gubernamental para comprarles a los campesinos los excedentes de las cosechas a precios bajos y coordinar su posterior redistribuci¨®n. Adem¨¢s de afrontar retos de esta naturaleza, son necesarias otras soluciones estructurales para hacer frente a la crisis.
La abogada Diana Guarnizo, de 39 a?os, coordinadora del ¨¢rea de justicia econ¨®mica de Dejusticia, un centro de estudios que promueve los derechos humanos, considera que se deben tomar medidas para que Colombia vuelva a producir la mayor parte de alimentos como cereales, reducir su importaci¨®n y la exposici¨®n a situaciones globales adversas. ¡°Esto depende de mejorar las v¨ªas y apostarle al campo, asegurar las condiciones para que las familias vuelvan a sembrar y ser productores de los alimentos que necesitamos¡±, dice Guarnizo.
Gustavo Petro se ha declarado preocupado, insistentemente, por el hambre en el pa¨ªs. ¡°All¨ª es donde veo que hay que tomar las primeras medidas de urgencia¡±, expres¨® en entrevista con este medio luego de ser elegido el pasado 19 de junio. Como candidato dijo que mitigar esta crisis ser¨ªa su primera acci¨®n de gobierno, un desaf¨ªo que ser¨¢ mayor si se tiene en cuenta que ayudas sociales como el Programa Ingreso Solidario, creadas para aliviar el impacto de la pandemia, estar¨¢n vigentes solo hasta finales de este a?o.
Mientras se eval¨²an y definen las decisiones de fondo, en Cartagena, a 200 kil¨®metros de Sincelejo por carretera, Carmen Pe?a, una mujer optimista, de 59 a?os, abre voluntariamente las puertas de su casa para cocinarles a 50 adultos mayores en esa ciudad tur¨ªstica donde tambi¨¦n hay pobreza. Con la ayuda de su hija Ingrid Monterroza, de 37 a?os, prepara almuerzos calientes con las donaciones de alimentos que llegan de la Arquidi¨®cesis hasta el barrio Puerta de Hierro, dos veces a la semana. ¡°Me siento muy contenta de prepararles almuerzo a los se?ores porque veo que de verdad lo necesitan. Lo hago de coraz¨®n¡±. Carmen sabe que el hambre en Colombia no da espera.
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