Petro y el dif¨ªcil equilibrio de desactivar el antipetrismo sin defraudar a sus bases
El presidente electo descoloca a cr¨ªticos y ac¨¦rrimos con un tono conciliador y unos primeros nombramientos de corte conservador
Gustavo Petro ha descolocado a sus cr¨ªticos en sus dos primeras semanas como presidente electo. En un tono conciliador ha llamado a crear un gran acuerdo nacional alrededor de su Gobierno que rebaje la alta tensi¨®n que presidi¨® la campa?a electoral y se enfoque en implementar el proceso de paz que en los ¨²ltimos cuatro a?os ha boicoteado Iv¨¢n Duque. Los dos nombramientos clave que ha hecho hasta ahora son claros signos de moderaci¨®n y la cordialidad con la que ha tratado a ?lvaro Uribe, su enemigo hist¨®rico, y a Rodolfo Hern¨¢ndez, el candidato que estuvo a punto de arrebatarle la victoria, han creado por el momento un clima de entendimiento despu¨¦s de tanta bronca. Sus seguidores, sin embargo, se preguntan si con esa t¨®nica de balneario podr¨¢ sacar adelante las reformas que el pa¨ªs necesita.
Petro est¨¢ convencido de que esos cambios estructurales se tienen que hacer en su primer a?o o nunca se har¨¢n. Para sacar adelante la reforma tributaria que le ayude a cuadrar las maltrechas finanzas del Estado ha confiado en Jos¨¦ Antonio Ocampo, profesor de las universidades m¨¢s prestigiosas del mundo. El nombramiento ha tenido una respuesta favorable de todos los sectores. Ocampo coincide con Petro en que hay que buscar alternativas a la econom¨ªa extractivista que ha presidido en Am¨¦rica Latina en los ¨²ltimos siglo. El ministro desconf¨ªa de la capacidad autorregulatoria del mercado, sin dejar de participar activamente en este. De un plumazo, el presidente ha espantado todos los temores de los que cre¨ªan que iba a llevar una conducci¨®n proteccionista e intervencionista de la econom¨ªa.
En exteriores, Petro ha elegido a un conservador con quien concuerda en algo fundamental: sentarse a negociar es la v¨ªa para acabar con la violencia en Colombia. ?lvaro Leyva, de 79 a?os, ha sido mediador en todos los di¨¢logos de paz que ha habido hasta ahora en el pa¨ªs. Ambos creen tambi¨¦n que las ¨¦lites malinterpretan Colombia al creer que todo gira alrededor de una clase blanca que ha ignorado las regiones y la afrocolombianidad. Aunque maneja ese discurso, Leyva tiene una gran aceptaci¨®n entre la derecha. Suya ser¨¢ la tarea de negociar con el ELN, la ¨²ltima guerrilla activa del pa¨ªs. Su desarme no tendr¨ªa ni mucho menos la dimensi¨®n que tuvo la negociaci¨®n con las FARC, pero ser¨ªa simb¨®lico en el pa¨ªs en el que m¨¢s incidencia han tenido, junto a Cuba y Nicaragua, los levantamientos de armas marxistas del siglo pasado.
Todas estas se?ales han sido bien recibidas por los que ten¨ªan demonizado al l¨ªder de la izquierda. Las dos ¨²ltimas semanas de su campa?a estuvieron enfocadas en reducir los decibelios de la tensi¨®n pol¨ªtica que le rodeaba y demostrar a muchos colombianos que su elecci¨®n no era ning¨²n salto al vac¨ªo. Se esforz¨® por mostrar una imagen presidencial, algo que no le cuesta porque tiene una idea grande de s¨ª mismo y quiere mirarse de frente con los presidentes hist¨®ricos de la naci¨®n. Pocos pol¨ªticos tienen una carrera tan dilatada como la suya en la institucionalidad local, pero a su alrededor, en parte por los mensajes virulentos de sus opositores y en parte por algunos movimientos torpes propios, se hab¨ªa creado un aura de izquierdista peligroso que quer¨ªa seguir la senda de Venezuela. En realidad, su programa y sus promesas eran los de un progresista bastante convencional, hasta conservador en algunos aspectos.
Su primer nombramiento con un marcado car¨¢cter de izquierdas es el de la dramaturga Patricia Ariza, que ser¨¢ la ministra de Cultura. Se trata de una artista feminista que ha hecho un trabajo durante a?os con comunidades marginadas, cercana a movimientos de artistas independientes, y que fue de las pioneras de lo que en Colombia se llam¨® el Nuevo Teatro. Ariza tiene 76 a?os, siete m¨¢s que Ocampo. Petro, que tiene 62, est¨¢ confiando su Gobierno a gente mayor que ¨¦l.
Nada de lo que ha ocurrido hasta hora es producto del azar. Petro y sus asesores, que se encontraron con m¨¢s dificultades de las que esperaban para ganar las elecciones, hab¨ªan marcado la hoja de ruta hasta aqu¨ª. Llamar a Uribe no fue un impulso. Sab¨ªan que arrancando un di¨¢logo con ¨¦l calmar¨ªan muchos miedos, sobre todo entre los militares. Uribe sigue siendo la figura m¨¢s respetada entre los generales. A su vez, el presidente del Centro Democr¨¢tico, entrampado en un proceso judicial por compra de testigos que le altera la jubilaci¨®n, necesita a Petro. La imagen de los dos sentados en la misma mesa, con un crucifijo atr¨¢s, despu¨¦s de d¨¦cadas de desavenencias, fue muy potente para un pa¨ªs necesitado de reconciliaci¨®n.
Sin embargo, a algunos sectores del petrismo no les encant¨® la estampa. Para ellos, Uribe representa todos los males del pa¨ªs. Temen que el deseo de agradar a la Colombia que no le ha votado le frene a la hora de poner en marcha las pol¨ªticas que promet¨ªa en campa?a, con las que, con cierta grandilocuencia, asegura que quiere transformar el pa¨ªs. ¡°Quien diga eso es que no conoce a Petro¡±, sostiene uno de sus asesores, que dice que comenzar¨¢ con esa tarea desde el mismo momento que se enfunde la banda presidencial. As¨ª lo hizo Juan Manuel Santos, que desde el primer minuto anunci¨® un di¨¢logo con las FARC. Y con esa misma energ¨ªa quiere arrancar Petro, aunque sin estridencias. Se vendi¨® como el cambio tranquilo y espera continuar por esa senda.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.