Los retos de la ¡°paz total¡±
El primero es plantear la mesa de negociaci¨®n con el ELN en simult¨¢nea con una oferta de acogimiento para otros grupos ilegales
Otra vez caminamos hacia di¨¢logos de paz. Desde las palomas del gobierno de Belisario Betancur, pasando por las conversaciones en M¨¦xico, Alemania, Ecuador, Cuba, el Cagu¨¢n y muchos lugares m¨¢s de Colombia, la b¨²squeda de la paz ha sido una constante en nuestra historia reciente. Otra, la violencia que no se ha podido desarmar plenamente a pesar de grandes avances logrados en acuerdos como los del M-19, el Ej¨¦rcito Popular de Liberaci¨®n (EPL) o el que se firm¨® con las FARC. Ninguna de las mesas ha parado la guerra definitivamente y la presencia de grupos ilegales organizados forma parte de nuestro paisaje. El Gobierno de Gustavo Petro ha propuesto la ¡°paz total¡± y de nuevo se abren la esperanza y tambi¨¦n la desaz¨®n, porque no est¨¢ claro c¨®mo se van conjugar los m¨²ltiples factores para que los di¨¢logos equilibren la paz y la justicia, y as¨ª no se conviertan en impunidad y no siembren m¨¢s odio en este pa¨ªs que ha firmado varios acuerdos, pero no ha podido reconciliarse.
Mencionar¨¦ cuatro de los retos que enfrenta la ¡°paz total¡±, aunque son m¨¢s. El primero es plantear la mesa de negociaci¨®n con el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) en simult¨¢nea con una oferta de acogimiento para otros grupos ilegales. Se sabe que ser¨¢n procesos distintos, pero a¨²n no est¨¢ muy clara la hoja de ruta. Tampoco se sabe qu¨¦ significa acogimiento en t¨¦rminos reales y qu¨¦ tanto est¨¢n el Estado y la sociedad dispuestos a dar a cambio de la entrega de armas y criminales. Al reto grande de procesos simult¨¢neos se suma la posibilidad de los di¨¢logos regionales, que son bienvenidos para enfrentar las necesidades propias de las localidades que sufren la violencia, pero cuando se abran varias mesas en regiones eso tambi¨¦n puede complicar el proceso.
El segundo, y tal vez m¨¢s grande problema, radica en la necesidad de que la mayor¨ªa de la sociedad respalde el di¨¢logo y el resultado del mismo. Cuando en La Habana los negociadores se sentaron varios a?os a dise?ar un acuerdo complejo y enredado, olvidaron que necesitaban convencer al pa¨ªs de la bondad de la paz por encima del conflicto. El plebiscito en el que gan¨® el ¡°No¡± fue un golpe de realidad que les record¨® que a todo di¨¢logo hay que meterle pa¨ªs porque, por muy valiosa que sea la entrega de armas, si la sociedad no acompa?a mayoritariamente el proceso, no avanzamos en la reconciliaci¨®n. Es cierto que fue una campa?a basada en muchas mentiras y verdades parciales, y tambi¨¦n es cierto que falt¨® comunicar mejor lo acordado, ¡°mercadear¡± el acuerdo y sumar apoyos dentro del pa¨ªs. Siempre habr¨¢ quienes tengan cr¨ªticas y quienes se opongan a cualquier salida negociada, pero es un riesgo grande si medio pa¨ªs no respalda el acuerdo.
Un tercer reto es saber si el ELN tiene realmente voluntad de di¨¢logo. Ese grupo ha tenido la puerta abierta desde hace d¨¦cadas y pr¨¢cticamente todos los gobiernos han intentado avanzar en conversaciones sin que hasta el momento se vea una clara intenci¨®n de desarmarse. La realidad misma de esa guerrilla, que es m¨¢s de regiones y atomizada que un grupo de mando centralizado, hace dif¨ªcil avanzar. Es posible que esta vez la situaci¨®n sea distinta y hay muestras de ello: la liberaci¨®n de secuestrados y el cese al fuego que ha declarado. Las circunstancias han cambiado y es claro desde hace tiempo que no se justifican las armas para hacer pol¨ªtica. La llegada de Petro al poder por la v¨ªa electoral lo confirma una vez m¨¢s. Si no avanza ahora, puede ser la ¨²ltima oportunidad que tenga el ELN para que un Gobierno le d¨¦ reconocimiento pol¨ªtico. Ojal¨¢ ese grupo entienda su realidad hist¨®rica y pol¨ªtica. Lo ideal ser¨ªa plantearle que se sume, con algunas peque?as precisiones, a lo acordado con las Farc. Este proceso no puede tardar a?os ni venir amarrado a un paquete de nuevas obligaciones para el Estado.
Un cuarto escollo es que el ¡°acogimiento¡± de los grupos ilegales es una ¡°papa caliente¡± que tal vez hubiera sido mejor manejar de manera independiente, como parte de una pol¨ªtica criminal y no como parte de un proceso de paz aunque apunte a ello. Tiene sentido buscar caminos para desactivar todos los grupos ilegales y quienes padecen la violencia en los territorios saben con claridad que algo se debe hacer y con urgencia. Sin embargo, como son el narcotr¨¢fico y las dem¨¢s econom¨ªas ilegales las que alimentan esa violencia, no importa si es por la v¨ªa del abatimiento, la captura o el acogimiento, lo cierto es que mientras haya mercado para esos productos ilegales, ante cada capo desarmado vendr¨¢ uno nuevo. Aunque se puede avanzar, la soluci¨®n de fondo pasa por regularizar el mercado de drogas ilegales y eso no est¨¢ en manos del gobierno de un pa¨ªs. La inversi¨®n social en las zonas afectadas es clave tambi¨¦n y el Gobierno lo tiene claro, pero se conjugan muchos ingredientes para desactivar la ilegalidad y la violencia enquistadas en muchas regiones.
A pesar de las dificultades, con esperanza moderada, hago votos para que al nuevo Gobierno le vaya bien en ese reto mayor de la ¡°paz total¡±. Toda persona que se desarme es importante y toda vida salvada cuenta.
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