Tres problemas
Tome nota, presidente Petro: llevamos d¨¦cadas siendo presa de una insana din¨¢mica con los mismos l¨ªos. El pa¨ªs d¨¦j¨¤ vu
Colombia tiene tres grandes problemas: su gente, el clima y sus due?os. Y los tres danzan juntos, alegremente. Ninguno aparece en los listados tradicionales de males criollos, donde puntean la corrupci¨®n, la violencia o la clase pol¨ªtica. Sucede que estos, tenidos como grandes males, son en realidad fruto de un triunvirato que nos rige sin que estemos plenamente conscientes.
El clima, que deber¨ªa ser una herramienta de progreso, aqu¨ª es enemigo implacable. No tenemos estaciones, as¨ª que la producci¨®n agraria conserva una constante anual que nos aleja de las privaciones que, por temporadas, sufren otras naciones. Abunda el agua, contamos con infinidad de microclimas y la temperatura var¨ªa poco durante el a?o. Pero esa posici¨®n privilegiada es tambi¨¦n la que permite la proliferaci¨®n de cultivos il¨ªcitos, el gran combustible de la corrupci¨®n y la violencia.
Guerrilleros, paramilitares, bandas delincuenciales y hampones de toda cala?a aprovechan este para¨ªso tropical para financiarse con venenos naturales ampliamente apreciados en el mundo. Solo dos situaciones podr¨ªan clausurar este infierno. Una, la legalizaci¨®n, que de nada sirve si no es una decisi¨®n transnacional, y que solo convertir¨ªa al pa¨ªs en un paria planetario. La otra, algo m¨¢s compleja y demorada: una variaci¨®n en el eje de la tierra.
Segundo problema: su gente. Cualquier persona a la que usted pregunte le dir¨¢, sin dudarlo, que lo m¨¢s bello que tiene Colombia es su gente. De hecho, en las mediciones que cada tanto se hacen sobre la gente m¨¢s feliz del mundo, Colombia ocupa importantes casillas. En las de desarrollo, ciencia, seguridad y cobertura de servicios solemos estar bien al fondo, pero en la de la felicidad dizque somos l¨ªderes.
Esa gente maravillosa es la que aprovecha cualquier ascenso social para robar. Esa gente grata es la que descuartiza con motosierra y convierte en trozos a sus semejantes. Esa gente linda es la que resuelve sus problemas a tiros o machetazos. Esa gente c¨¢lida es la que extorsiona, roba y secuestra. Esa gente preciosa es la que destruye los bienes p¨²blicos y tira la basura en calles y r¨ªos. Esa gente excelsa es la que expele odio frase de por medio. Menos del 2.5 por ciento de los habitantes de este pa¨ªs son extranjeros. As¨ª las cosas, el grueso de estos comportamientos cavernarios no son culpa de austriacos, bolivianos o camboyanos. Somos nuestros peores enemigos.
Tercer problema: los due?os, porque todo en Colombia tiene un due?o que ejerce con eficiencia y de manera paralela a la ley. Las calles tienen due?os y quien cruza sus barreras invisibles, muere. Los municipios tienen due?os que, armados hasta los dientes, arrinconan a la autoridad constitucional. Monte usted un diminuto negocio, panader¨ªa o tienda de esquina, y a los pocos minutos recibir¨¢ notificaci¨®n de lo que mensualmente debe pagar al ¡°due?o¡± del sector. Desarrolle alguna empresa en las regiones y de inmediato se le informar¨¢ sobre las coimas que debe cancelar. El pa¨ªs tiene cientos de miles de due?os, que el Estado es incapaz de controlar.
El clima, la gente y los due?os se complementan con aterradora efectividad para que el pa¨ªs se agite sobre una caminadora de gimnasio: nos movemos, pero no avanzamos. Somos un fenomenal d¨¦j¨¤ vu, donde los problemas sin resolver son, una y otra vez, los mismos. Estamos condenados a ser nosotros. A prisi¨®n perpetua. Afortunadamente en el cadalso estamos rodeados de gente ¡°maravillosa¡±.
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