Casi gol
Partido a partido, en medio de los pulsos de este pa¨ªs que sigue debati¨¦ndose entre una cultura de la pacificaci¨®n y una cultura de la paz, fue gan¨¢ndose el coraz¨®n de una afici¨®n acostumbrada a que se lo rompan
El f¨²tbol recuerda la vida. Si esta ma?ana nos par¨¢bamos junto a los televisores, a pedir, a un Dios que se aparece en los ¨²ltimos minutos de cada partido, por el talento nuevo e incansable de nuestra n¨²mero 11, nuestra capitana, nuestra goleadora Linda Caicedo, era porque la Selecci¨®n Colombia nos hab¨ªa revivido cierto suspenso, ciertas ganas de vivir que s¨®lo se dan en los dos tiempos del juego. Si en este barrio de edificios a espaldas de edificios no hubo letargo de domingo, sino gritos de barras felices, ¡°?vamos!¡±, ¡°?anulado!¡±, ¡°?no!¡±, fue porque nuestro equipo estuvo a punto de ganar el mundial Sub-17 de f¨²tbol femenino. Pocas frases tan bellas y tan tristes como esta: ¡°Casi gol¡±. Pero esta vez no se dijo como diciendo ¡°es que Colombia es su sino¡± o ¡°es que Colombia ocurre en la cabeza¡±, sino como se?alando un hecho.
Hubo una primera selecci¨®n femenina de las nuestras a finales de los a?os noventa. Hubo un segundo equipo de pioneras que hizo un esfuerzo sobrehumano, t¨ªpico de una sociedad con vocaci¨®n de complot, para abrirse paso a principios de este siglo. Pero ha sido en estos ¨²ltimos a?os, de ganar el Sudamericano Sub-17 de 2008, de pelear la segunda ronda del Mundial de Canad¨¢ de 2015, de llevarse la medalla de oro de los Juegos Panamericanos de 2019, de perder por muy poco la final de la Copa Am¨¦rica de 2022, que ha sido clar¨ªsimo que si nuestras futbolistas no se han dejado someter ni frustrar por la aberrante desigualdad de g¨¦nero, ni por el cinismo de una dirigencia con ma?as de funcionarios de rep¨²blicas bananeras, ni por el desprecio, que es ley, de las condiciones laborales de los deportistas, es porque son fuerzas de la naturaleza: porque han tenido de su lado el amor por el f¨²tbol.
Es mi amigo Carlos Gonz¨¢lez Puche, el director de Acolfutpro, quien me hace caer en cuenta del estado de la redenci¨®n: a esta hora de este drama nacional, que con frecuencia va de los h¨¦roes a los chivos expiatorios, hay ni?as y hay ni?os que no s¨®lo quieren tener los talentos y los brillos, sino los corajes a prueba de Colombia de goleadoras como Usme o Ariza o Rinc¨®n.
La Selecci¨®n Colombia Sub-17 s¨®lo perdi¨® el primer partido y la final de la Copa Mundial Femenina de la India que termin¨® esta ma?ana. Supo ganarle a China, a M¨¦xico, a Tanzania y a Nigeria en el camino sin excusas al subcampeonato. Partido a partido, en medio de los pulsos de este pa¨ªs que sigue debati¨¦ndose entre una cultura de la pacificaci¨®n y una cultura de la paz, fue gan¨¢ndose el coraz¨®n de una afici¨®n acostumbrada a que se lo rompan. Colombia ha sido tierra de violencias machistas. Y, sin embargo, ya que en las canchas suele ocurrir lo que est¨¢ sucediendo en las sociedades, y las mujeres han estado liderando el paso de nuestra democracia de la teor¨ªa a la pr¨¢ctica, en las dos semanas que pasaron fue lo com¨²n que las pantallas de los transe¨²ntes, de las tiendas, de los restaurantes, de las recepciones de los edificios y de los taxis sintonizaran cada una de las jugadas.
Hace un par de semanas nom¨¢s el CIES Football Observatory concluy¨® que la liga colombiana ¨Cel valle al que van a morir las ilusiones de tantos hinchas¨C es una de las m¨¢s aburridas del mundo: qued¨® 67 entre 74. Y fue la prueba de la mezquindad de una dirigencia condenada por las reventas, cuestionada hasta la n¨¢usea por los defensores del juego, perdonada en el ¨²ltimo minuto, sin falta, por personajes oscuros del Estado, que jam¨¢s ha tenido que enmendarse ni devolverles el brillo a los torneos nacionales porque las hinchadas crecen y crecen aunque los equipos pierdan una y mil veces, y porque, como esto es todo, como no hay m¨¢s, pierde uno el tiempo cuando nota ¨Cpor ejemplo¨C que a ciertos genios de la conmovedora Selecci¨®n Colombia masculina que puso en marcha el Mundial de Brasil de 2014 se los fue tragando el negocio poco a poco.
Hace un par de a?os, conscientes de que en los mundos con due?os las denuncias cierran puertas, las futbolistas colombianas tuvieron el valor de se?alar en voz alta los acosos, los maltratos psicol¨®gicos, las explotaciones, las discriminaciones, las podredumbres que tuvieron que lidiar por atreverse a pisar el campo de juego que pisaban los hombres: no s¨®lo resulta incre¨ªble, de las extraordinarias jugadoras de la Selecci¨®n Colombia Sub-17, que no las hayan malogrado las peque?as tiran¨ªas de ese negocio de unos cuantos encorbatados, sino que, en hombros de gigantas, hayan salido a la cancha del Estadio DY Patil de la Nueva Bombay a recordarnos la gracia de aquel deporte que nos devuelve a la infancia. Si esta ma?ana nos vimos la final de pie, mientras Rodr¨ªguez cobraba aquel tiro libre, Agudelo atajaba un bal¨®n inatajable y Hern¨¢ndez remataba ¨C¡±?Casi gol!¡±, grit¨® nuestro hijo¨C en el momento preciso, fue porque gracias a ellas el f¨²tbol hab¨ªa vuelto a ser una alegr¨ªa y un derecho.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.