Tibur¨®n vegetariano
La especie solo existe en el cine. Vale la pena tenerlo presente, ahora que comienza en forma la pel¨ªcula que protagonizan Colombia y Venezuela
Era inevitable una reuni¨®n de Gustavo Petro con Nicol¨¢s Maduro. Cuando un Gobierno restablece formalmente relaciones con otro, no puede una parte de la opini¨®n p¨²blica pretender que se haga sin entendimiento y contacto entre los mandatarios de ambos pa¨ªses. El encuentro de esta semana se parece a la muerte: uno no sabe cu¨¢ndo va a ser, pero de que llega, ?llega!
?Qu¨¦ esperaban que hiciera Petro? ?Pasarse cuatro a?os excus¨¢ndose con Maduro? ?Mandarle decir que todo lo manejaran a trav¨¦s de reuniones entre embajadores, congresistas y ministros? ?Charlas a trav¨¦s de plataformas virtuales? ?Convencerlo de que eso de darse la mano solo los expone a la transmisi¨®n de g¨¦rmenes?
Maduro no iba a aceptar un restablecimiento de relaciones as¨¦ptico, vergonzante. Como en la vieja publicidad de Colcaf¨¦, ¡°una imagen vale m¨¢s que mil palabras¡±, y la foto de los dos l¨ªderes vale para Maduro m¨¢s que las reservas de oro de Venezuela. En estricto sentido, mucho m¨¢s: esas reservas han ca¨ªdo en un 80 por ciento con respecto a 2014. Haber tenido a Petro en Caracas es de una importancia incalculable. Como si los dos fueran dem¨®cratas, como si ambos respetaran la arquitectura legal de sus pa¨ªses, como si compitieran en la defensa de los derechos humanos.
Aun en el escenario de esos odios pol¨ªticos que llevan a ciertos sectores a situar a Petro en la profundidad de los infiernos, ¨¦l es un dem¨®crata que respeta la ley y un gobernante genuinamente preocupado por la preservaci¨®n de los derechos.
Materias en las que Maduro saca notas en rojo y apenas podr¨ªa, en este continente, aspirar a graduarse compartiendo gorro de ¡°burro¡± con Daniel Ortega, presidente de una Nicaragua sumida en las bajezas de su gobernante vitalicio.
Precisamente uno de los prop¨®sitos del presidente Petro es que Venezuela vuelva a transitar los espacios del sistema interamericano de derechos humanos. La Venezuela de Hugo Ch¨¢vez, con desarrollo hasta el d¨ªa de hoy por parte de Maduro, mand¨® a la quinta porra a la Organizaci¨®n de Estados Americanos y, con ella, a la Corte y a la Comisi¨®n Interamericana de Derechos Humanos. No ser¨¢ tan sencillo, a menos que el sistema, genuflexo, le d¨¦ estatus de verdad a la f¨¢bula de que existen y se preservan las libertades en Venezuela.
Petro es un zorro, pr¨®digo en esa inteligencia y astucia en cuyas aguas nunca ha bebido Maduro, y por ello tendr¨¢ que esforzarse para no cruzar l¨ªneas peligrosas en el ejercicio de esta relaci¨®n sellada con el viaje a Caracas. Se expone a validar a Maduro como un gobernante democr¨¢tico y alguien que no viola las libertades individuales. Eso equivale a vendernos la idea de que un enorme tibur¨®n blanco, con tres o cuatro hileras de dientes en forma de sierra, pueda ser vegetariano.
Quienes hayan visto a Lenny en ese bodrio llamado El espantatiburones, sabr¨¢n que ese tipo de criatura solo es viable en el cine animado. Debe tener siempre presente el presidente Petro que los grandes escualos, por reposados que parezcan, siempre est¨¢n dispuestos clavar sus mand¨ªbulas en quien se les acerque m¨¢s de lo recomendable. La mordida, se sabe, es muy dolorosa. Cuando no, letal.
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