La paz total vista desde quienes han sufrido la guerra
Las comunidades de paz que viven en zonas humanitarias se reunieron en Cacarica (Choc¨®) para hablar de las expectativas sobre la propuesta de paz del Gobierno de Gustavo Petro
En el historial de hechos cruentos del conflicto armado colombiano, el de un grupo de paramilitares lanz¨¢ndose la cabeza de un campesino como si fuera una pelota de f¨²tbol es quiz¨¢ uno de los m¨¢s macabros para cualquier comunidad que ha vivido en medio de la guerra. Cacarica, en Choc¨®, donde ocurri¨® ese crimen execrable en 1997, ha sufrido todas las violencias: de la guerrilla, los paramilitares y del Ej¨¦rcito.
Entre el 24 al 27 de febrero de ese a?o se dieron dos incursiones armadas en simult¨¢neo: la Operaci¨®n G¨¦nesis bajo el mando del general Rito Alejo del R¨ªo de la Brigada XVII del Ej¨¦rcito Nacional y la Operaci¨®n Cacarica de las Autodefensas Unidas de Colombia. En ambas fueron asesinadas 86 personas, entre ellas Marino L¨®pez, el hombre al que los paramilitares desmembraron y jugaron con su cabeza.
Despu¨¦s de ese acto, que los ni?os de la ¨¦poca a¨²n recuerdan como el mayor terror que los empuj¨® a correr a la selva, incluso descalzos, los habitantes de esta cuenca huyeron en botes por el r¨ªo Atrato, llegaron al golfo de Urab¨¢ y malvivieron en el coliseo de Turbo, en Antioquia, por cuatro a?os. Al regresar, a¨²n sin garant¨ªas, se convirtieron en zona humanitaria, una comunidad de paz en la que no dan cabida a ning¨²n grupo armado, incluido el estatal.
A pesar de lo sufrido, en este lugar rodeado por r¨ªos y selva hablan con propiedad de la paz total, la propuesta del gobierno de Gustavo Petro para negociar con todos los grupos armados, incluidas las organizaciones criminales que operan en todo el pa¨ªs. Es un t¨¦rmino que no termina de quedar claro en Bogot¨¢. ¡°Paz total es una palabra grande y sabemos que no ser¨¢ f¨¢cil, pero sentimos un gran anhelo de que eso suceda, estamos optimistas¡±, dice Eleodoro S¨¢nchez, un l¨ªder de 74 a?os que fue v¨ªctima de uno de los dos desplazamientos. ?l huy¨® a la frontera con Panam¨¢ donde tambi¨¦n pas¨® penurias y a?os despu¨¦s tuvo que exiliarse en Brasil.
S¨¢nchez fue uno de los l¨ªderes de esta regi¨®n que, junto a la Comisi¨®n Interclesial de Justicia y Paz, logr¨® la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que declar¨® responsable al Estado de Colombia por la violencia vivida y lo oblig¨® a proteger los derechos de esta poblaci¨®n organizada en dos consejos comunitarios, Nueva Vida y Nueva Esperanza. Se trata pues de un hombre curtido en promesas gubernamentales y frases que ¨¦l mismo ha desmentido p¨²blicamente. Pero se mantiene firme con la idea de la paz. ¡°Eso s¨ª le digo, si hay hambre no puede haber paz¡±, dice sentado en la escuela de Cacarica, una de las pocas construcciones de cemento.
Esa misma idea, la de una paz sin hambre, se repite de voz en voz de l¨ªderes de otras comunidades de paz del Bajo Atrato que se reunieron durante tres d¨ªas a hablar de ¡°la cimentaci¨®n de la paz total¡±. Hasta Cacarica, por r¨ªo, despu¨¦s de horas en lancha y d¨ªas de trayecto, llegaron cientos de l¨ªderes. El II Encuentro Regional en la Reafirmaci¨®n de la Vida, el Territorio, el ambiente, la paz y la inclusi¨®n social para la cimentaci¨®n de la paz total reuni¨® a comunidades que tambi¨¦n han sufrido la violencia como la de San Jos¨¦ de Apartad¨®, donde el Ej¨¦rcito y los paramilitares asesinaron a machete a varios pobladores, incluido un ni?o, o la de Jiguamiand¨®, que tambi¨¦n sufri¨® desplazamientos y robo de sus tierras por empresarios y paramilitares.
En medio de las calles de tierra farragosas por las lluvias, los ni?os recib¨ªan a los visitantes con banderas blancas hechas con hojas de papel y marcadas con la frase ¡°paz total¡± escrita a mano; las mujeres hac¨ªan una olla comunitaria y los l¨ªderes se reun¨ªan por mesas para discutir y realizar propuestas para que el Gobierno, en cabeza del Alto Comisionado Danilo Rueda, un viejo amigo de esa regi¨®n, se las llevara y escalara al presidente.
¡°?Qu¨¦ muestras han dado los actores armados al llamado de la poblaci¨®n civil de Acuerdo Humanitario Global en la propuesta de Paz Global Territorial? ?Cu¨¢les ser¨ªan las alternativas de econom¨ªas agrarias en lo regional? ?Si se plantea la sustituci¨®n de cultivos de coca, cu¨¢l ser¨ªa la propuesta y c¨®mo considera que se desarrollar¨ªa?, eran algunas de las preguntas discut¨ªan los campesinos.
Para ellos no era ajeno el t¨¦rmino paz total. De hecho, naci¨® all¨ª en febrero de 2022 aunque con una variaci¨®n: lo llamaron paz global territorial y hablaron de Acuerdo Humanitario Global, con el mismo esp¨ªritu. Que ¡°entre todos los actores, las comunidades y el gobierno, se busque una salida negociada y pac¨ªfica al conflicto que est¨¢ destruyendo los territorios en lo social y ambiental¡±, han dicho.
La tranquilidad de al menos seis meses que experimentaron despu¨¦s del Acuerdo de paz con las FARC en 2016 es el recuerdo que traen al presente para explicar lo que esperan de la paz con todos los grupos armados. Poco tiempo despu¨¦s de ese periodo de tranquilidad, tras el desarme de esa guerrilla, apareci¨® el ELN en la zona y tambi¨¦n las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), que seg¨²n denuncian ten¨ªan apoyo de estructuras de la fuerza p¨²blica. Tambi¨¦n llegaron los cultivos de coca que ser¨ªan ahora el gran obst¨¢culo para la paz total, en palabras de algunos l¨ªderes. Si no hay alternativas econ¨®micas, ser¨¢ dif¨ªcil que los campesinos rechacen esa oferta que cada vez los arrincona m¨¢s.
En esta regi¨®n del Bajo Atrato algunos de los mandos han dicho que est¨¢n cansados y que ¡°ya no quieren seguir haci¨¦ndole da?o a la poblaci¨®n civil¡±, cuentan en estas comunidades. Sin embargo, tambi¨¦n han dicho que temen incumplimientos como los que ocurrieron con los excombatientes de las FARC. La disposici¨®n est¨¢, dicen, pero solo si se hace una negociaci¨®n adecuada no se crear¨ªan nuevas estructuras. Nadie, sin embargo tiene garant¨ªas de que esto no vuelva a ocurrir. El Bajo Atrato est¨¢ ubicado muy cerca del Tap¨®n del Dari¨¦n, una ruta apetecida por los grupos armados para el narcotr¨¢fico.
¡°Yo digo que no se lograr¨ªa una paz 100%, porque b¨ªblicamente es dif¨ªcil, pero s¨ª podemos vivir mejor en las comunidades. Que no les toque a nuestros hijos como a nosotros dormir con las botas puestas y con medio cuerpo dentro del toldo por temor a que nos vengan a matar¡±, dice Manuel Denis Bland¨®n, l¨ªder de la zona humanitaria Pueblo Nuevo de Jiguamiand¨®, en el Carmen de Dari¨¦n.
Ellos desde el territorio apelan a la humanidad de quienes integran esos grupos armados y a que muchos son nacidos en las mismas comunidades. ¡°Los grupos nacen del seno de nuestra ¡®pobrec¨ªa¡¯¡±, agrega Bland¨®n. ¡°Por eso yo digo que la construcci¨®n de la paz total viene del seno de nuestra ¡®pobrec¨ªa¡¯ hacia afuera. Ojal¨¢ el presidente no cambie su postura de escuchar cada una de las voces nuestras para construir la paz porque con hambre y sin educaci¨®n o vivienda adecuada no hay paz¡±, concluye este l¨ªder detr¨¢s de una de las casas de madera de Cacarica.
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