Veinte a?os esperando justicia por el atentado de las FARC que sacudi¨® a Bogot¨¢
Las v¨ªctimas de la bomba al Club El Nogal esperan alg¨²n avance en la JEP, donde se abri¨® el caso 10, de cr¨ªmenes no amnistiables cometidos por esa guerrilla
En los silencios de Carlos Carrillo se concentra el dolor que lo persigue desde hace dos d¨¦cadas, cuando perdi¨® a su hijo de 9 a?os en el atentado de las FARC al Club El Nogal de Bogot¨¢. Respira y solloza al otro lado del tel¨¦fono al recordar ese 7 de febrero de 2003 cuando estall¨® la bomba que dej¨® 33 muertos y casi 200 heridos en una noche inolvidable en la capital.
?l, que era uno de los socios fundadores del Club, fue uno de los ¨²ltimos sobrevivientes en ser rescatado ¡°aquella noche aciaga¡±, la palabra que encuentra m¨¢s precisa para nombrar el atentado. Su nombre alcanz¨® a estar en los listados de fallecidos, mientras ¨¦l, bajo los escombros y con las piernas quebradas, pensaba que lo hab¨ªan abandonado. ¡°Yo estaba diciendo ¡®me dejaron solo, me olvidaron¡¯, justo cuando alguien me habl¨® y me dijo: ¡®no est¨¢ solo¡¯ y me sac¨® de ah¨ª¡±, recuerda. Lo llevaron al hospital y solo hasta el d¨ªa siguiente que pudo ver a su hija con vida le pregunt¨®: ¡°?Juancho est¨¢ muerto, cierto?¡±. Carrillo lo narra y vuelve al silencio por unos minutos. Juan Sebasti¨¢n muri¨® asfixiado y su hija Ana Mar¨ªa sobrevivi¨®, pero qued¨® con heridas para toda la vida. ¡°A medida que mi coraz¨®n llora tambi¨¦n va sanando¡±, dice Carrillo una vez recupera el aliento.
Esa misma noche tambi¨¦n se quebraba la vida y la familia de Milton Ricardo Mart¨ªnez, guardia de seguridad del Club. Hab¨ªa empezado su turno a las 6 de la tarde y le faltaban apenas unos d¨ªas para irse de vacaciones, recuerda su esposa Jacqueline Grande, quien se enter¨® de lo ocurrido por los medios de comunicaci¨®n. Ese d¨ªa almorz¨® con ella con normalidad y recogi¨® a la ni?a del medio, de 3 a?os, en el jard¨ªn infantil. Luego se fue a trabajar.
Mart¨ªnez sali¨® malherido de la explosi¨®n y alcanz¨® a estar tres meses en un hospital. ¡°Tuvo varias cirug¨ªas y cuando estaba recuperando la movilidad y estaba en la ¨²ltima, le entr¨® una bacteria en la sangre y falleci¨®¡±, cuenta la mujer. Dej¨® tres ni?os de 7, 3 y 1 a?o. Desde entonces, dice Grande, han sido 20 a?os de lucha por la justicia.
El caso de El Nogal ha sido uno de los m¨¢s investigados porque ocurri¨® en el coraz¨®n de la capital colombiana. Desde el comienzo se supo que eran las FARC, aunque en principio ellos lo negaron. Luego se fueron conociendo detalles: entre los fallecidos estaba Oswaldo Arell¨¢n, quien ingres¨® un carro con los 200 kilos de explosivos, as¨ª como su hermano el instructor de squash, Jhon Fredy Arell¨¢n. Sus muertes llevaron a la detenci¨®n de sus parientes de Herm¨ªnsul y Fernando Arell¨¢n, que estructuraron el atentado terrorista bajo la orden de Dar¨ªo Vel¨¢squez alias ¡®El Paisa¡¯, ex jefe de la columna M¨®vil Te¨®filo Forero.
Los hermanos Herm¨ªnsul y Fernando fueron condenados. Purgaban condenas de 40 a?os de c¨¢rcel, pero en 2017, tras el Acuerdo de paz entre el Gobierno se sometieron ante la Jurisdicci¨®n Especial para la Paz (JEP) para acceder a beneficios jur¨ªdicos a cambio de entregar informaci¨®n que esclarezca el atentado. Ahora, los expedientes y los informes de las v¨ªctimas se suman al Caso 010 Cr¨ªmenes no amnistiables cometidos por las extintas FARC-EP en el marco del conflicto colombiano.
La magistrada Julieta Lemaitre, una de las que lleva este macrocaso, explic¨® que es uno de los hechos priorizados. Cuenta que analizan y sistematizan los informes recibidos, entre ellos el de Bertha Fr¨ªes, una de las v¨ªctimas del atentado. Dos de los tres patrones criminales de las FARC identificados por la JEP tienen que ver con ataques como el sufrido en El Nogal: la guerra urbana y el uso de medios il¨ªcitos de guerra contra poblaci¨®n civil. ¡°Las c¨¦lulas de las FARC ten¨ªan un funcionamiento distinto al de los frentes. En el caso del Nogal, el reconocimiento de responsabilidad y los expedientes nos indica que particip¨® la Te¨®filo Forero, que no es propiamente una estructura urbana, sino que funcionaba en las ciudades y en lo rural¡±, dijo Lemaitre.
Aunque se conocen los autores materiales, todav¨ªa hay muchos datos en el aire. En los d¨ªas que precedieron al ataque se supo en medios de comunicaci¨®n que las FARC pretend¨ªan atacar a 35 clubes del norte de la ciudad, por lo que hay denuncias contra el Estado por no haber protegido suficientemente el lugar. ¡°Hay expedientes y una demanda de justicia de las v¨ªctimas con preguntas que quedan pendientes¡±, agrega la magistrada. Para algunas de ellas, que se han acercado a la JEP, a¨²n falta por saber si hab¨ªa infiltrados en El Nogal y si, como han dicho las extintas FARC, all¨ª se reun¨ªan paramilitares con funcionarios del Gobierno.
El Informe de la Comisi¨®n de la Verdad recogi¨® esas versiones, pero aclar¨® que no ten¨ªa pruebas de ello. ¡°Esta versi¨®n la han recogido algunos sobrevivientes. Una de ellas le dijo a la Comisi¨®n de la Verdad que ?ah¨ª se encontraban todos los jugadores, ese era como el campo de batalla, FARC-EP, AUC y Estado, todos los jugadores estaban ah¨ª, estaban jugando y nosotros est¨¢bamos sirviendo casi de pelotas ah¨ª para todo el mundo?¡±, refiere sobre una entrevista a una de las v¨ªctimas. P¨²blicamente, el exjefe de las AUC, Salvatore Mancuso, dijo que jam¨¢s se reuni¨® en El Nogal con funcionarios del Estado.
La Comisi¨®n de la Verdad aclara que ¡°aunque esto fuera cierto, no justifica una acci¨®n terrorista indiscriminada de esta magnitud y, de hecho, resulta ofensivo con las v¨ªctimas, que rechazan esta versi¨®n¡±. Para muchas de ellas, como Carlos Carrillo o Jacqueline Grande, el ataque de hace 20 a?os abri¨® una enorme herida que no se cierra. ¡°Represent¨® simb¨®licamente un ataque al sentido de seguridad colectivo en la capital del pa¨ªs, y no solo de las ¨¦lites que ah¨ª se reun¨ªan¡±, concluy¨® la Comisi¨®n de la Verdad.
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