Nadie toca el camino real de Bogot¨¢: la pelea por el futuro de la avenida s¨¦ptima
La ciudad cumple 25 a?os discutiendo c¨®mo transformar esta v¨ªa que conecta al centro hist¨®rico con los barrios m¨¢s pudientes. La alcaldesa Claudia L¨®pez se juega su ¨²ltima carta pol¨ªtica para transformarla
La ciudad de Bogot¨¢, una de las metr¨®polis con peor tr¨¢fico del mundo, lleva 25 a?os debatiendo c¨®mo transformar una de sus avenidas m¨¢s congestionadas: la carrera s¨¦ptima. Cinco alcaldes han presentado proyectos para transformar esta avenida que conecta al centro hist¨®rico con el norte de la ciudad ¡ªalrededor de ella se construyeron algunos de los barrios m¨¢s acomodados de Colombia¡ª pero todas las iniciativas han sido abortadas. O casi todas. La actual alcaldesa, Claudia L¨®pez, est¨¢ decidida a gastar sus ¨²ltimos cartuchos pol¨ªticos en darle vida al ¡°corredor verde¡± de la s¨¦ptima, un proyecto que present¨® recientemente en varios renders que imaginan una avenida m¨¢s verde, m¨¢s peatonal, mucho menos congestionada. Una propuesta de 22 kil¨®metros, entre las calles 200 y 26, que costar¨ªa 2,5 billones de pesos colombianos. L¨®pez quiere dejarla contratada antes de que acabe su mandato en diciembre, y asegura que en abril abrir¨¢ la licitaci¨®n para ello. Pero se ha encontrado, por ahora, con mucho tr¨¢fico en contra.
Nadie toca el camino de la realeza
¡°Ya es casi una pelea de honor: una por devolverle a la s¨¦ptima estatus que ya no tiene, y una por ser la persona capaz de romper la inercia de la historia¡±, dice Fernando Rojas, un pol¨ªtico progresista e historiador experto en movilidad. ¡°Desde 1998 no hemos logrado tener la discusi¨®n de fondo sobre el tipo de transporte que debe tener la s¨¦ptima y un grupo siempre termina objetando lo que se propone. As¨ª nadie encuentra la salida¡±, a?ade.
La s¨¦ptima no es la avenida de Bogot¨¢ que m¨¢s gente mueve pero tuvo mucho estatus: fue el Camino Real colonial, trazado hace m¨¢s de 400 a?os sobre un camino ind¨ªgena. Por a?os uni¨® al centro con haciendas colindantes y, m¨¢s all¨¢, con la entonces poderosa regi¨®n de Boyac¨¢. Con el tiempo a su orilla se construyeron casas que hoy son patrimonio hist¨®rico, un cuartel militar, centros comerciales, universidades, hospitales, clubes para la ¨¦lite, conjuntos residenciales. La ciudad estima que cuatro y cinco millones de personas, residentes y no residentes de la zona, viajan a diario por ella y sus v¨ªas paralelas, el llamado borde oriental de la ciudad.
Con las construcciones empeor¨® el tr¨¢fico de buses y carros, y cada a?o se ha vuelto menos atractivo vivir sobre una avenida con alto nivel de contaminaci¨®n. Como dice Rojas, hay un consenso ciudadano sobre la necesidad de mejorar la s¨¦ptima, pero no lo hay sobre qu¨¦ camino tomar.
Una primera propuesta para transformarla la lider¨® en 1998 el entonces alcalde Enrique Pe?alosa, de derecha. Propuso instalar all¨ª su sistema de buses rojos Transmilenio, como hizo en otras avenidas. Pero no logr¨® avanzar suficientemente r¨¢pido y el siguiente alcalde, Lucho Garz¨®n, de izquierda, impuls¨® Transmilenio en otras v¨ªas pero no defini¨® si hacerlo en la s¨¦ptima. Su sucesor, Samuel Moreno, prometi¨® un metro para el borde oriental, pero su destituci¨®n por corrupci¨®n fren¨® la iniciativa. Lo reemplaz¨® en 2011 el hoy presidente Gustavo Petro, quien primero consider¨® el Transmilenio, y luego se inclin¨® por hacer un tranv¨ªa. La discusi¨®n se fren¨® cuando se supo que su concu?ado podr¨ªa beneficiarse del proyecto. En 2015 regres¨® Pe?alosa y retom¨® su idea inicial: ni metro, ni tranv¨ªa, la s¨¦ptima tendr¨ªa buses de Transmilenio.
¡°Fue sobre todo ah¨ª que entramos en un punto muy sensible, porque en ese momento de la historia Transmilenio ya no era solo el nombre de un sistema de transporte, sino el de una empresa asociada a Pe?alosa que prende las alarmas. La gente de la s¨¦ptima oye Transmilenio y dice: me van a construir una troncal como la de la Caracas¡±, dice Rojas.
Rojas se refiere a la troncal sobre una avenida paralela a la s¨¦ptima, que tiene un carril exclusivo para los buses rojos. Para hacerla el Distrito compr¨® propiedades a los lados y aprovech¨® la amplitud de la v¨ªa. Pero la s¨¦ptima tiene edificios tan caros, y tramos tan estrechos, que es muy costoso comprar propiedades para expandirla. Adem¨¢s, muchos residentes de esta avenida rechazan darle exclusividad a Transmilenio sobre un carril que ellos usan en carro.
La alergia al Transmilenio y la paradoja de Claudia L¨®pez
Ac¨¢ hay que frenar el carro y entender que la palabra Transmilenio genera urticaria en buena parte de los bogotanos. M¨¢s del 50% de sus usuarios lo consideran un servicio inseguro, y es un deporte capitalino quejarse de su tarifa y de lo congestionados que van los buses en las horas pico. Transmilenio es visto por sus cr¨ªticos como un negocio de Pe?alosa, y los bogotanos han votado por candidatos que favorecen el metro antes que la expansi¨®n de los buses rojos. Claudia L¨®pez lo sabe bien.
La alcaldesa dijo en campa?a, en 2019, que no har¨ªa una troncal de Transmilenio por la s¨¦ptima. Por eso la sorpresa cuando, en los renders del corredor verde, aparecen buses sobre una v¨ªa exclusiva para ellos. Traici¨®n, grit¨® la oposici¨®n. No son buses rojos de combustibles f¨®siles, respondi¨® ella; son verdes, el¨¦ctricos, manejados por mujeres y operados por una empresa p¨²blica, La Rolita. Traici¨®n vestida de otro color, respondi¨® la oposici¨®n.
¡°Es un Transmilenio pintado de verde¡±, describe un concejal del partido de izquierda Polo Democr¨¢tico, Carlos Carrillo. A Carrillo le molesta que la alcaldesa pinte a la oposici¨®n al proyecto como un grupo de ricos que vive en la s¨¦ptima. ¡°Quiere pintar esto como una guerra de clase¡±, a?ade.
Carrillo argumenta que darle a La Rolita un carril entre las calles 92 y 32 va a congestionar exageradamente todas las rutas alternativas para viajar del norte al centro. Y no solo por carros particulares, sino por camiones, motos o rutas escolares. ¡°Lo que propone la alcaldesa es una mentalidad muy Pe?alosa de la congesti¨®n inducida, que cree que al hacerle la vida imposible a los conductores van a lograr que la gente por fin se suba al Transmilenio. Eso no pasa as¨ª¡±, dice Carrillo. Muchos bogotanos rechazan tanto los buses rojos que prefieren comprarse una moto antes que usarlos.
El concejal, y otros en la oposici¨®n, prefieren un tranv¨ªa. La alcaldesa y sus aliados argumentan que el Distrito hizo un estudio que arroj¨® que esa alternativa no es viable. La oposici¨®n contraataca diciendo que el estudio estaba ¡°ama?ado¡± (manipulado). La alcaldesa critica dice que esos concejales votaron a favor del corredor verde en el 2020. Le responden que votaron por un corredor diferente al de Pe?alosa. ¡°No son id¨¦nticos pero s¨ª son muy muy parecidos¡±, insiste Carrillo. Golpe va y golpe viene, mientras los ciudadanos esperan estancados en el tr¨¢fico.
La pelea se torna en un laberinto legalista y se aleja del debate de fondo: c¨®mo solucionar la congesti¨®n y contaminaci¨®n de la s¨¦ptima. Varios analistas consultados por EL PA?S consideran que ese bloqueo aumenta porque la alcaldesa se demor¨® en presentar el proyecto, y lo hace con el viento en contra: en la opini¨®n p¨²blica el antipe?alosismo es alto, equivalente al sentimiento anti-Transmilenio, y en las ¨²ltimas encuestas ella tiene una desaprobaci¨®n que ronda el 59%.
A siete meses de las elecciones para elegir su reemplazo, al lanzar el corredor L¨®pez le dio una bandera a los aspirante que buscan posicionarse como alternativos a ella. ¡°L¨®pez no puede hacer una obra el ¨²ltimo a?o en un tema en el que claramente no hay consenso ciudadano¡±, dice Diego Molano, exministro de Defensa de Iv¨¢n Duque y hoy candidato a la alcald¨ªa por el partido de derecha uribista Centro Democr¨¢tico.
Aunque Molano no rechaza el sistema de buses, s¨ª critica que se imponga en la zona m¨¢s estrecha de la s¨¦ptima, entre las calles 100 y 34. El Centro Democr¨¢tico, cuenta otro concejal, tiene muchos votos que proteger defendiendo ese tramo, que incluye algunas de las zonas m¨¢s pudientes: son sectores que tienden a votar a la derecha. ¡°Esta no es una discusi¨®n de ricos y pobres, o derecha e izquierda, sino que estoy ac¨¢ porque debo oponerme a un proyecto que me parece inviable¡±, responde Molano.
Los que tienen menos voz en el debate
A la senadora del partido verde Ang¨¦lica Lozano la acusan de que us¨® el eslogan ¡°la s¨¦ptima se respeta¡± y ahora aprueba el corredor. Ella dice que de lo que defendi¨® a la avenida fue de contratos corruptos en la administraci¨®n de Moreno, pero que cuando fue concejal no se opon¨ªa a Transmilenio. ¡°Me atacan realmente es por ser la pareja de Claudia¡±, dice quien es la esposa de la alcaldesa.
¡°El corredor me gusta porque los andenes son anchos, porque resuelve cabos sueltos de proyectos anteriores, porque protege el patrimonio, como no lo hac¨ªa Pe?alosa. Creo que la oposici¨®n al proyecto tiene que superar su miedo a los buses el¨¦ctricos de Transmilenio y escuchar a la gente que realmente necesita que haya mejor transporte p¨²blico¡±, a?ade.
Como ella, varios de quienes defienden el corredor verde dicen que este puede mejorar la vida de las personas que usan la v¨ªa, no viven en los barrios privilegiados y no han sido a¨²n escuchados. ¡°Al corredor verde le faltan voces¡±, escrib¨ªa recientemente un editorial del diario El Tiempo. Se han escuchado a urbanistas y pol¨ªticos, pero no a ¡°los trabajadores y trabajadoras que deben usar transporte p¨²blico por ese corredor diariamente. La se?ora de Ciudad Bol¨ªvar o el Codito o Bosa o Engativ¨¢ que se levanta a las cuatro de la madrugada para poder estar a las siete u ocho en Chapinero o Usaqu¨¦n¡±.
No es porque no tengan nada que decir. Valentina Montoya, profesora de la Universidad de los Andes experta en movilidad y trabajo dom¨¦stico, lanzar¨¢ a finales del mes un podcast en el que m¨¢s de una docena de empleadas dom¨¦sticas opinan sobre la s¨¦ptima, una avenida que deben tomar para llegar a trabajar en barrios pudientes como El Nogal, Rosales o Santa Ana.
¡°Todos los d¨ªas se enfrentan a una tonelada de tranc¨®n. La conclusi¨®n es que hay que priorizar el transporte p¨²blico¡±, dice. Como esas zonas son consideradas residenciales y no laborales, la planeaci¨®n de la ciudad no le ha dado prioridad al transporte masivo que necesitan las trabajadoras dom¨¦sticas, explica Montoya. ¡°Ellas no tuvieron el tiempo para ir a las reuniones de participaci¨®n ciudadana que hizo la Alcald¨ªa con vecinos de la s¨¦ptima, pero es a ellas a quienes tenemos que darles un micr¨®fono en este debate¡±, a?ade.
Casi la mitad de los cuatro o cinco millones de personas que se mueven al d¨ªa por el borde oriental, el 48%, va en transporte p¨²blico. Solo 18% se mueven en carro. Montoya no es activista contra o a favor del corredor, pero exige que ¡°la discusi¨®n del Corredor Verde pase por entender que no podemos seguir con esos porcentajes, y de lo que se trata m¨¢s que Transmilenio o no, al final, es de mejorar la situaci¨®n de vida de la gente. Los que no son residentes de la s¨¦ptima pero pasan todos los d¨ªas por la s¨¦ptima son cuatro veces m¨¢s que los que en este momento tienen el micr¨®fono del debate¡±.
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