Crisis cocalera
La sobreoferta de la coca¨ªna es una gran ventaja para la paz total pero ni el presidente Petro ni su equipo han logrado entenderla del todo, y mucho menos aprovecharla en su favor
Los ¨²ltimos seis a?os de producci¨®n cocalera generaron una bonanza criminal sin precedentes: m¨¢s de 1.500 toneladas de coca¨ªna fueron exportadas anualmente, cada una con una media de cinco millones de d¨®lares de utilidad. Pero toda luna tiene dos caras. Por primera vez la producci¨®n nacional super¨® la demanda global de coca¨ªna y la sobreoferta estall¨® los inventarios.
El mismo ciclo se ha repetido en Tumaco, Putumayo y las dem¨¢s regiones con coca: primero bajaron los precios de la base, lo que llev¨® a los productores a vender a p¨¦rdidas; despu¨¦s, cuando muchos esperaban el repunte de los precios e invirtieron en la recolecci¨®n de la cosecha de fin de a?o, la demanda colaps¨®. Desde el inicio de a?o, la ausencia de compradores fren¨® en seco la raspa de hoja, las plantas se dejaron de cosechar y los raspachines se quedaron sin quien los contratara. A su vez, los laboratorios del alcaloide se cerraron y toda la producci¨®n primaria se desplom¨® de una manera sin precedentes.
En la parte superior de la cadena, el choque en las rutas ha sido menos fuerte y buena parte de estas siguen activas, especialmente las que usan las pistas a¨¦reas de Venezuela. A¨²n siguen saliendo los alijos de coca¨ªna que quedan en las caletas ¡ªcomprada a buen precio durante el lustro de la gran bonanza¡ª.
El reajuste de precios y cantidades de la base de coca toma alg¨²n tiempo, pero m¨¢s temprano que tarde va a ocurrir. El narcotr¨¢fico es una actividad de ciclos largos. En promedio, la coca¨ªna se vende en las calles dos a?os despu¨¦s de ser producida y por eso, aunque la tasa de ganancia es alta, el tiempo de retorno para un capo puede ser de tres a nueve meses seg¨²n el destino final. Del otro lado de la ecuaci¨®n no hay se?ales de reducci¨®n del consumo global de coca¨ªna, por eso la temporada de crisis de demanda, aunque dr¨¢stica, es temporal. Sin duda, el 2024 ser¨¢ un a?o mucho mejor para los cocaleros, los qu¨ªmicos y los lavaperros.
La buena noticia es que la crisis cocalera es una gran ventaja para la paz total; la mala es que ni el presidente Petro ni su equipo han logrado entenderla del todo, mucho menos aprovecharla en su favor. Hoy, cuando ser¨ªa m¨¢s efectiva la erradicaci¨®n porque no hay quien financie la resiembra (unos seis millones por hect¨¢rea), nuestra fuerza p¨²blica est¨¢ paralizada. El balance de hect¨¢reas erradicadas del primer trimestre no llega ni al 1% del ¨¢rea de coca estimada.
La paradoja pol¨ªtica es que ¡ªdejando de lado los tuits y los titulares de prensa que tanto confunden¡ª cuando se ven los n¨²meros y las capacidades reales, la pol¨ªtica de drogas de Duque y Petro son muy parecidas; llegan al mismo punto a pesar de criticarse a diario. Por un lado, ninguno de los dos Gobiernos asperja con glifosato, el primero porque, a pesar de que lo intent¨®, no pudo ¡ªse asesor¨® mal, muy mal¡ª; el segundo porque se hizo elegir con la premisa de que el glifosato no iba a regresar.
Por el lado de la zanahoria tambi¨¦n se asemeja el Gobierno presente al anterior. Sabemos desde hace d¨¦cadas que cuando a la coca le va mal, hay m¨¢s chance de que al cacao, el caf¨¦, la palma o los cultivos de ciclo corto les vaya mejor. Pero esta administraci¨®n, en vez de poner a andar una ambiciosa campa?a de sustituci¨®n de cultivos, mantiene un PNIS (programa de sustituci¨®n) catat¨®nico, desfinanciado y descoordinado, tal cual lo recibi¨® de Duque. Otro error continuado es que ambos Gobiernos le hayan apostado a un programa de sustituci¨®n que es absolutamente contrario a lo pactado en el acuerdo de paz.
No hay ni pistas ni realidades de c¨®mo se quiere industrializar el campo en medio de tanta coca. Petro parece m¨¢s interesado en repetir que en corregir los fracasos que tanto ha criticado. Sus declaraciones recuerdan a la ¨¦poca de Samper y en especial preocupa el anuncio que hizo en el Catatumbo, cuando resucit¨® la ¡°gradualidad¡±. Su respuesta a los campesinos que le ped¨ªan v¨ªas, electricidad, t¨ªtulos de propiedad y escuelas fue avalarles la siembra de coca y prometerles beneficios monetarios por familia. Esto no es un experimento ni un discurso nuevo, es la gradualidad que se us¨® durante los a?os del Proceso 8000 y el dinero termin¨® en clientelismo y corrupci¨®n. Para ser claros, la gradualidad no extingue la coca ni reduce la pobreza rural.
La interdicci¨®n es la ¡°estrategia¡± elegida por Petro (y tambi¨¦n por Duque). Operativamente no es otra cosa que abandonar el control territorial y dejar que la hoja de coca se produzca libremente en los campos, para despu¨¦s tratar de agarrarla cuando est¨¦ convertida en coca¨ªna y cruzando el mar. Una tesis f¨¢cilmente refutable con estad¨ªsticas, pero sobre todo nefasta para la seguridad rural.
Algunas declaraciones de esta estrategia son alucinantes. El ministro de Defensa acaba de fijar la sideral meta de m¨¢s de 800 toneladas de coca¨ªna incautadas para este a?o. Los n¨²meros, aunque elocuentes, no tienen el menor sentido de realidad (ser¨ªa m¨¢s del triple que en el mejor a?o del Plan Colombia). Las interdicciones no crecen porque se les den m¨¢s ¨®rdenes perentorias a los generales y almirantes, las toneladas incautadas aumentan cuando hay m¨¢s radares y m¨¢s pie de fuerza, m¨¢s horas de vuelo de ala fija y rotatoria, muchas m¨¢s patrulleras fluviales, polic¨ªas judiciales en todo el territorio, esc¨¢neres de ¨²ltima tecnolog¨ªa en puertos y carreteras, entrenamiento y cooperaci¨®n operacional con pa¨ªses vecinos, adem¨¢s de intercambio y asistencia judicial. Y de todo eso hoy tenemos mucho menos que antes.
En esa contradicci¨®n entre capacidades reales y objetivos, tambi¨¦n se parecen mucho el duquismo y el petrismo. Y entre m¨¢s se parezcan ambos gobiernos, menos oportunidades tendr¨¢ la paz total. Ojal¨¢ este Gobierno corrija el rumbo antes de que la demanda de coca se estabilice.
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