Kilos de coca enterrados: los campesinos del municipio con m¨¢s cultivos de Colombia no tienen quien les compre
La venta de pasta de coca en Tib¨² est¨¢ paralizada, aunque nadie sabe explicar por qu¨¦. Es un golpe para la econom¨ªa local, pero tambi¨¦n una oportunidad para impulsar la sustituci¨®n de cultivos de uso il¨ªcito
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En la tarde, despu¨¦s del almuerzo, solo hay una persona raspando coca en toda la finca. Lleg¨® apenas hace 20 d¨ªas a esta zona, El Zulia, a dos horas y media de Tib¨² (Norte de Santander), en la frontera de Colombia con Venezuela. Antes hab¨ªa trabajado de raspach¨ªn ¡ªcomo llaman a quienes sacan las hojas a la planta de coca¡ª, m¨¢s al norte, cerca de la Serran¨ªa del Perij¨¢, a un d¨ªa de camino en carro. ¡°Pero se dificult¨® el trabajo, no hab¨ªa entrada de dinero¡±, dice el hombre. Quiz¨¢, si la visita a esta finca hubiera sido seis meses antes, el escenario ser¨ªa otro. Habr¨ªa entre diez y 12 obreros trabaj¨¢ndole a la coca y la planta estar¨ªa mejor, m¨¢s frondosa. Pero en Tib¨², el municipio de Colombia con m¨¢s cultivos de coca plantados, con 19.333 hect¨¢reas, a los campesinos ya no les est¨¢n comprando la pasta, el insumo que usan los narcotraficantes para convertirlo en coca¨ªna.
¡°Nosotros vivimos de ser cultivadores de coca y hemos tenido dificultad, todo se puso muy caro¡±, cuenta Diomedes Quiroga, quien supervisa esta finca, la de su hermana, de unas ocho hect¨¢reas de extensi¨®n. ¡°Hemos dejado de cultivar la coca un poco por la misma situaci¨®n y ahora el que tiene tierrita tambi¨¦n siembra palmita y ha vuelto a agarrar ritmo la yuca otra vez¡±. En esta finca, por ejemplo, antes de llegar a las plantaciones de coca, que est¨¢n lo m¨¢s alejadas posible de la carretera, se ve algo de cacao y algo de palma.
Nadie tiene muy claro por qu¨¦ dejaron de comprar la pasta de coca. ¡°Uno se hace muchas preguntas, pero no hay conclusiones. Por ac¨¢ se habla de Otoniel (l¨ªder del Clan del Golfo): que desde que cay¨® ese hombre entreg¨® todo cuando lo mandaron a Estados Unidos¡±, explica Quiroga. Otros, en cambio, creen que fue por una serie de operativos que hizo Venezuela en la frontera, destruyendo las rutas de transporte. Unos m¨¢s, incluso, sospechan que la ¡°paz total¡± del Gobierno de Gustavo Petro cal¨® tan profundo que el negocio entr¨® en una pausa. Y hay otro rumor: que la guerrilla del ELN dio la orden de parar la siembra de coca y no comprar m¨¢s pasta. Pero no hay nadie con quien confirmar.
Aunque en la regi¨®n se dice que esta falta de compradores es in¨¦dita por su magnitud, para Daniel Rico, director de C-An¨¢lisis y experto en pol¨ªtica de drogas, es importante recordar que se trata de un fen¨®meno multicausal que, adem¨¢s, podr¨ªa estar relacionado con inventarios de coca¨ªna que est¨¢n represados en los niveles intermedios de la ruta, como en M¨¦xico, Honduras y El Salvador. ¡°En el negocio del narcotr¨¢fico, desde que la coca¨ªna se produce hasta que se vende, pueden pasar dos a?os¡±.
Sobre lo que s¨ª hay certeza es que el freno a la econom¨ªa de la coca, la m¨¢s potente del municipio, ha desatado una especie de recesi¨®n en Tib¨². Los cultivadores tienen los kilos de pasta escondidos o en bolsas de pl¨¢stico en sus casas, esperando a que un comprador les pregunte por ellas. ¡°Ac¨¢ la coca representa el 100% de la econom¨ªa en el casco urbano y, si se toman en cuenta los tres corregimientos que tiene Tib¨², es el 40%¡±, asegura Nelson Leal L¨®pez, alcalde de Tib¨² desde agosto de este a?o. ¡°De ah¨ª viene mucha de la plata para la compra de v¨ªveres, de medicinas, el dinero que circula¡±.
A los campesinos cultivadores les suelen comprar el kilo de pasta de coca a 2.750.000 pesos colombianos (600 d¨®lares). Hoy los tienen arrumados, quietos. Un cultivador muestra los tres kilos de pasta de coca que tiene guardados hace tres meses en su casa. Equivalen a 8.250.000 pesos (1.800 d¨®lares) que no ha podido usar ni para pagarle a los obreros, ni para comprar el abono para la coca, ni para conseguir los insumos, como la gasolina, el amonio y la cal que se necesita para convertir la coca en pasta de coca. Tampoco para hacer su mercado.
Otro campesino tiene un kilo que no ha podido vender enterrado por seguridad desde hace cuatro meses. ¡°Ya tengo dos raspas y estoy por hacer la otra, pero no hay materiales. Entonces ser¨¢ mejor perder el cultivo¡±.
De ah¨ª para abajo, la plata en Tib¨² dej¨® de fluir. Antes los raspadores de coca recib¨ªan su pago casi sagradamente cada fin de semana: 1.000 pesos por kilo y algunos lograban hacerse hasta 100 kilos al d¨ªa, es decir, 100.000 pesos por jornada. Hoy tienen que esperar a que los patrones tengan plata o incluso que les paguen con pedazos de la misma pasta de coca. Por eso, muchos raspachines han preferido irse a trabajar a las fincas que cultivan palma o a las minas de carb¨®n, as¨ª lo que se gane por d¨ªa sea un poco menos.
C¨¦sar Ruiz, presidente de la junta de la vereda Campo Raya, sector kil¨®metro 25 v¨ªa a La Gabarra, a una hora y media del casco urbano de Tib¨², describe el mismo panorama. ¡°La situaci¨®n es preocupante porque ha dejado de fluir el negocio de la compra del producto de la coca¡±, asegura. ¡°Ac¨¢ semanalmente bajan un carro con comida, pero ?qui¨¦n compra? Igual por eso estamos con mucha expectativa con lo que ha dicho el nuevo Gobierno¡±.
La narrativa entre cultivadores y campesinos de Tib¨² es muy similar: el Gobierno que sali¨®, el de Iv¨¢n Duque, no cumpli¨® con el Acuerdo de Paz que se firm¨® con las extintas guerrillas de las FARC en La Habana, Cuba, en el 2016. Sobre todo en dos puntos: la reforma rural integral y la soluci¨®n al problema de las drogas il¨ªcitas. ¡°Con Duque hubo un retraso total. Nunca implement¨® los temas de sustituci¨®n de cultivos il¨ªcitos y ac¨¢ siempre hemos tenido la voluntad de hacerlo¡±, dice Teoniro Vargas, parte de la Asociaci¨®n Campesina del Catatumbo (Ascamcat) y presidente del Movimiento Campesino de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam) del municipio El Zulio.
Incluso, Vargas se pregunta cu¨¢l ser¨ªa la situaci¨®n actual si esos procesos hubiesen avanzado, ya que no depender¨ªan ¨²nicamente de la coca. ¡°Queremos cambiar los cultivos y acogernos al programa de sustituci¨®n porque con esto no tenemos garant¨ªas. El precio de la regi¨®n es muy bajito y a parte estamos trabajando a p¨¦rdidas¡±, explica. Junto a Coccam, hicieron un c¨¢lculo para estimar cu¨¢nto se gastan produciendo un kilo de pasta de coca, incluyendo sus horas de trabajo, el transporte de materiales y el pago a las cocineras. ¡°Invertimos en total 3.112.000 pesos, cuando nos pagan 2.750.000, entonces hay una diferencia de casi 400.000 pesos en p¨¦rdidas¡±.
Que la coca, quiz¨¢ por primera vez, sea menos rentable que otros cultivos en Tib¨² podr¨ªa ser tambi¨¦n una oportunidad. ¡°Es el momento ideal para que nosotros podamos llegarle al campesino a cambiar su mentalidad¡±, dice el alcalde Leal. Pero, de nuevo, no hay certeza de hasta cu¨¢ndo durar¨¢ este panorama. ¡°Que haya menos ingresos por coca s¨ª hace que la gente sea m¨¢s propensa a buscar otros ingresos. Sin embargo, es una oportunidad con l¨ªmites, porque la ca¨ªda de precios y de la demanda es transitoria¡±, asegura Rico. No se sabe qu¨¦ tan grande es esta ventana de oportunidad para el nuevo Gobierno.
El presidente Petro ha enfocado gran parte de su discurso a una nueva pol¨ªtica de drogas. Ha hablado de acabar con la fumigaci¨®n a¨¦rea contra cultivos de uso il¨ªcito, de suspender la erradicaci¨®n forzosa y de fortalecer el Programa Nacional Integral de Sustituci¨®n de Cultivos Il¨ªcitos (PNIS). Pero en Tib¨² hay un aire de incertidumbre sobre los ¨²ltimos pronunciamientos que hizo Petro tras reunirse con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.
¡°La erradicaci¨®n forzosa ser¨¢ en cultivos que llamamos aqu¨ª industriales. Grandes extensiones de terrenos con cultivos de hoja de coca que no pertenecen al campesinado. Que se ven sobre todo en ¨¢reas de Tumaco y en ¨¢reas ahora de Tib¨², en el Norte de Santander, porque all¨¢ se desplaz¨® la mayor parte de producci¨®n de coca¡±, dijo el presidente durante una rueda de prensa.
Sus palabras generaron dudas en la regi¨®n. ¡°De ese encuentro sentimos que no hay claridad, sino mucha confusi¨®n¡±, dice Ruiz en el kil¨®metro 25, camino a La Gabarra. ¡°El tema es que la erradicaci¨®n forzosa supuestamente seguir¨ªa atacando a las grandes extensiones, a los narcos que lo hacen por negocio. Pero, ?c¨®mo ser¨¢ eso? Nos puede traer dificultades porque ac¨¢ el que tiene el poder y dominio manda, y nos preocupa que a la hora de erradicar no distinguen si es un cultivo grande o peque?o, y entren sin m¨¢s¡±. Igualmente, se?ala, prefiere no alarmarse a¨²n. Esperan poder aclarar las dudas durante el Tercer Encuentro Cocalero que se realizar¨¢ en Tib¨², el 28 y el 29 de octubre, por parte de Ascamcat y Coccam y al que tambi¨¦n asistir¨¢ una delegaci¨®n del Gobierno.
En ese momento, desde la puerta de la casa de C¨¦sar Ruiz se ve pasar un helic¨®ptero militar. ¡°?Y eso?¡±, pregunta alguien. ¡°Van pa¡¯ Ca?o Indio, a unos 40 minutos de ac¨¢. Nos han dicho las comunidades que est¨¢n intentando hacer erradicaci¨®n forzada, pero los campesinos los tienen parados¡±, es la respuesta que le dan. Lo que pase en Tib¨² y, en general, en todo Norte de Santander donde hay 40.083 hect¨¢reas de coca sembrada, no ser¨¢ solo el primer pulso de la nueva pol¨ªtica de drogas, sino del control de un territorio que siempre se ha mantenido en disputa.
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