¡°Chamanismo¡± o medicina ancestral: la pol¨¦mica que llega a Colombia con cuatro d¨¦cadas de retraso
La medicina tradicional ind¨ªgena y afro no es una novedad, pues ya est¨¢ contemplada en normativa m¨¦dica nacional e internacional, y se practica a diario no solo en regiones apartadas sino en ciudades como Bogot¨¢
Lo primero que hace Martha al llegar a su consulta es echarles agua a las plantas porque en las noches sue?a con ellas, con que tienen sed. Saluda al or¨¦gano y al ¡°dolor¨¢n¡± antes de que la interrumpan y comiencen a preguntar por sus servicios en la entrada del centro local de atenci¨®n a v¨ªctimas de Bosa, en el suroccidente de Bogot¨¢. ¡°Yo las amo, yo las quiero, yo hablo con ellas¡±, dice de sus matas.
Martha Renter¨ªa es sabedora, curandera y partera. Son palabras que recientemente generaron una nueva pol¨¦mica en Colombia luego de que se conociera que los m¨¦dicos ancestrales ¡ªtambi¨¦n se mencionan yerbateros, taitas, sobanderos, pulsadores y guaraleros, entre otros¡ª estar¨ªan incluidos en el modelo preventivo del sistema sanitario que propone la reforma de la salud del Gobierno de Gustavo Petro.
As¨ª lo indic¨® la saliente ministra de Salud, Carolina Corcho, en respuesta a un derecho de petici¨®n presentado por el senador liberal Alejandro Carlos Chac¨®n. Fue una de sus ¨²ltimas actuaciones antes de que las dificultades alrededor de la aprobaci¨®n de la reforma que abanderaba le costaran su puesto. Otros seis ministros fueron retirados de sus cargos en medio del segundo remez¨®n de gabinete de Petro, desencadenado durante el dif¨ªcil tr¨¢mite por el Congreso de esa reforma.
Los t¨¦rminos ¡°cham¨¢nicos¡± avivaron el descontento entre algunos opositores a la reforma, inspiraron memes y alimentaron las suposiciones. ¡°No puede ser. Un sobandero en vez de un ortopedista para atender una fractura; o un veterinario para una cirug¨ªa de coraz¨®n abierto. El manicomio¡±, cuestion¨® la senadora de oposici¨®n Mar¨ªa Fernanda Cabal, una de las m¨¢s visibles del uribismo.
Pese a la aparente novedad del tema, la discusi¨®n no solo no es nueva sino que, de acuerdo con especialistas consultados por este diario, es casi obsoleta. Desde 1978, cuando la Organizaci¨®n Mundial de la Salud emiti¨® la Declaraci¨®n de Alma-Ata sobre atenci¨®n primaria en salud, se estableci¨® la necesidad de que los sistemas incluyeran a los saberes tradicionales ind¨ªgenas. Al fin y al cabo eran estos saberes ¡ªque no tienen nada que ver con las medicinas alternativas como la homeopat¨ªa, las esencias florales o la bioenerg¨¦tica ¡ª, los que hab¨ªan cuidado la salud antes de que la medicina occidental se extendiera por el mundo, y los que segu¨ªan atendiendo a la poblaci¨®n en las regiones m¨¢s apartadas.
¡°Es un llamado mundial: en Estados Unidos, en Canad¨¢, en Australia o en Nueva Zelanda ya es un imperativo constitucional. Creo que eso en Colombia est¨¢ haciendo falta¡±, asegura Germ¨¢n Zuluaga, m¨¦dico de la Universidad del Rosario que ha dedicado su carrera a combinar la medicina moderna occidental con la ancestral.
Seg¨²n dice, ¡°el tema tal vez se est¨¢ discutiendo de una manera muy primaria, desde la descripci¨®n pol¨ªtica superficial. Simplemente lo que se est¨¢ intentando, y eso lo debe hacer cualquier Gobierno, no importa si es de derecha o de izquierda, es promover por un lado la interculturalidad en salud y por el otro el decreto 1953 de 2014, que ya hab¨ªa promulgado la obligatoriedad de reconocer los sistemas tradicionales ind¨ªgenas¡±. De hecho, hoy en Colombia funcionan cinco Empresas Promotoras de Salud Ind¨ªgena (EPSI) que trabajan con las comunidades para crear un modelo de atenci¨®n propio e intercultural.
El doctor Zuluaga cuenta que en su momento tambi¨¦n fue un incr¨¦dulo. Formado en la escuela cl¨¢sica occidental, al terminar sus estudios fue enviado a hacer una pr¨¢ctica m¨¦dica en el Caquet¨¢, departamento que da entrada a la Amazon¨ªa, y all¨¢ se encontr¨® con un m¨¦dico curandero ind¨ªgena. ¡°Fue toda una sorpresa ¡ªrelata¡ª porque a pesar de mi escepticismo frente a su saber y conocimiento, me fui dando cuenta de que ten¨ªa una gran capacidad para la medicina. Despu¨¦s de un par de a?os venci¨® mi incredulidad. Me rend¨ª y entend¨ª y acept¨¦ que esa medicina tiene un conocimiento profundo y muy sabio¡±.
El resto de su vida profesional ha estado marcada por aquel encuentro imprevisto. Del recelo pas¨® a dirigir un grupo de investigaci¨®n en la Universidad del Rosario, avalado por Colciencias, que ha logrado probar cient¨ªficamente la eficacia de muchos tratamientos tradicionales. Por eso se atreve a afirmar que ¡°la medicina tradicional s¨ª sirve, tanto en la prevenci¨®n como en la curaci¨®n de muchas enfermedades¡±.
Su tesis de doctorado est¨¢ dedicada a mostrar c¨®mo los pacientes con asma, que con la medicina occidental est¨¢n sometidos a usar inhaladores durante muchos a?os, con la tradicional han podido curarse en cuesti¨®n de meses. Para ¨¦l, ¡°la medicina occidental es excelente en el tema de grandes cirug¨ªas, reemplazos de cadera, trasplantes de coraz¨®n, atenci¨®n de accidentes graves. Pero en el manejo de enfermedades cr¨®nicas es muy limitada. Pacientes con problemas cr¨®nicos de hipertensi¨®n, de diabetes, de osteoartritis, no encuentran en la medicina occidental una buena respuesta¡±.
Los tratan con medicamentos que deben tomar todos los d¨ªas, asegura, lo cual deriva en el grave problema de salud p¨²blica que es la polimedicaci¨®n. En el Simposio Nacional de Farmacolog¨ªa se abord¨® el tema: ¡°un adulto por encima de los 50 a?os est¨¢ tomando en promedio cinco medicamentos diferentes todos los d¨ªas de su vida¡±. A todos les est¨¢n recetando lo mismo.
Pero, planteaban los detractores de la entonces ministra, ?c¨®mo regular o diferenciar un m¨¦dico ancestral de un charlat¨¢n? En la respuesta al derecho de petici¨®n, el Ministerio esbozaba que deben ser cuidadores ¡°reconocidos y avalados por las formas organizativas y colectivos del ¨¢rea de influencia donde se van a desarrollar las actividades¡±. Pero no especificaba que el decreto 1953 ya define las reglas del juego mediante la creaci¨®n del Sistema Ind¨ªgena de Salud Propio Intercultural (SISPI).
Los kilombos, el comienzo de un modelo h¨ªbrido
Desde el 2014 en Bogot¨¢ empez¨® a funcionar oficialmente un modelo de medicina ancestral que da algunas luces sobre c¨®mo puede trabajar de la mano con la institucionalidad. El secretario de Salud y m¨¦dico Alejandro G¨®mez asegura que esta simbiosis solo puede lograrse a trav¨¦s del respeto y del reconocimiento. ¡°No podemos pretender, con los retos que tenemos, que tenemos un ¨²nico conocimiento y que las ¨²nicas personas que sabemos de la recuperaci¨®n somos los m¨¦dicos occidentales¡±.
Con respecto a las certificaciones, G¨®mez explica que ¡°una persona que se diga m¨¦dico o m¨¦dica ancestral de una comunidad debe tener la validaci¨®n de su comunidad, de sus autoridades propias. No podemos exigir un certificado acad¨¦mico que no existe. Nos reunimos con las autoridades tradicionales; solo aquellas personas que la comunidad reconoce como parteras, como m¨¦dicos ancestrales, entran a jugar un papel de ese tipo en el sistema distrital de salud¡±, explica G¨®mez. ¡°Existe un riesgo de charlataner¨ªa, por supuesto, pero tambi¨¦n en la medicina occidental existe¡±.
En ese sentido, asegura, Bogot¨¢ ha avanzado mucho: ¡°El sistema distrital p¨²blico de salud tiene vinculadas 125 personas de las diferentes etnias ¡ªpoblaci¨®n afro, ind¨ªgena, raizal, palenquera y gitana o rom¡ª. Dentro de estas, catalogamos 32 como m¨¦dicos ancestrales, 25 como parteras, y 39 como gestores comunitarios; tambi¨¦n 29 t¨¦cnicos en salud¡±.
Quiz¨¢ el modelo m¨¢s representativo de medicina ancestral en la ciudad son los Kilombos, centros donde la poblaci¨®n puede recibir tratamientos basados en saberes tradicionales afro. El primero en empezar a funcionar, en el 2012, fue el Kilombo Niara Sharay, a donde llega Martha Renter¨ªa cada d¨ªa a regar sus plantas. Solo descansa cuando percibe que comienzan a despedir un olor que solo ella reconoce y que le indica que ¡°sus hijas¡± ya est¨¢n satisfechas, que han recibido el agua necesaria.
Un intenso olor a clorofila les da la bienvenida a los visitantes. All¨ª mismo ella elabora los aceites, pastillas y brebajes ancestrales que habr¨¢ de recetar. De fondo se escucha m¨²sica instrumental del Pac¨ªfico, que con el sonido de la marimba prepara a sus pacientes para iniciar su proceso de sanaci¨®n, que consiste en ¡°varias formas de atenci¨®n, todas encaminadas a la escucha¡±.
¡°El 80% o el 85% de las personas que atendemos aqu¨ª son v¨ªctimas del conflicto ¡ªcuenta Martha¡ª. Uno escucha de todo. Vienen ni?as que han sido violadas, y lo primero que hacemos es un trabajo de corte ¡ªuna especie de limpieza energ¨¦tica¡ª. Lo otro es en el cuerpo f¨ªsico, un tratamiento interno con plantas medicinales, con vahos, con ba?os, y tambi¨¦n con marinillos (un ¨®vulo natural) para que ella se sienta bien en su adentro, porque una violaci¨®n da?a mucho el adentro. Son huellas que jam¨¢s se borran¡±.
¡°Lo bueno de este kilombo es que somos estudiosas. Por ejemplo, yo busco el origen de la enfermedad. ?C¨®mo lo encuentro? A trav¨¦s del di¨¢logo, a trav¨¦s de palpar y de comenzar a preguntar, y la persona sacar. Entonces voy encontrando el origen, porque toda enfermedad, su origen es emocional¡±, asegura. Estas experiencias la han llevado a elaborar un nuevo concepto: lo ¡°etno-psico-ancestral¡±, una mezcla de medicina afro, plantas y escucha con la que busca darles a sus pacientes un tratamiento integral. Los estudiantes de psicolog¨ªa de la Universidad Javeriana que acuden al kilombo para hacer sus pr¨¢cticas universitarias han documentado en sus tesis de grado c¨®mo este lugar ha ayudado a mejorar la vida de las v¨ªctimas del conflicto.
¡°Es que usted viene enfermo de la guerra, ¡ªaclara Martha¡ª. Quiere ser escuchado, escuchado con toda la paciencia, que es lo que hacen mis estudiantes los jueves y los viernes. Yo luego las limpio [con plantas medicinales], hago que se descarguen. El que escucha se enferma tambi¨¦n, porque hay cosas que son terribles: una violaci¨®n a una mujer, con vej¨¢menes y cosas, te da?a a ti el cuerpo como mujer que lo padeces, pero tambi¨¦n a la que escucha¡±.
La mujer es el eje central de la medicina afro y Martha no teme referirse a s¨ª misma como matrona. ¡°Cuando esclavizaron a los negros, ?qui¨¦n atend¨ªa a las se?oras? ?Las mujeres! En la medicina ancestral afro, las guardianas son las mujeres¡±. Cuenta que lo que sabe lo aprendi¨® de su abuela, Dolores Florinda Barreiro. ¡°Tengo mucha familia que es curandera [en Tumaco, sobre el Pac¨ªfico colombiano]. Mi abuela era partera, muy cuidadosa y responsable. Todos nacimos en la casa. Ella, una mujer muy sabia, sobaba, hac¨ªa sus cremas. Yo eso lo aprend¨ª de ella, mir¨¢ndola¡±. Hoy, es su nieta la que la observa e imita sus masajes.
Martha no se opone a la medicina occidental. ¡°En Bogot¨¢, si atiendo a una mujer pre?ada, con mis ejercicios, con el cari?o, atenci¨®n, el compadrazgo, la solidaridad, voy mirando c¨®mo va funcionando el embarazo. Si veo que no funciona bien, debo remitirla a que se haga sus ex¨¢menes. Ella debe tener las atenciones y el control m¨¦dico de la occidental¡±.
Lo que en cambio se le dificulta es su relaci¨®n con la institucionalidad. Cuando se dan estas fusiones ¡ªa veces porosas¡ª evidencia que sigue existiendo el problema de c¨®mo conciliar dos universos tan diferentes: uno oral, otro de documentos; uno ancestral, otro vinculado a lo moderno; uno emp¨ªrico; otro de pruebas de laboratorio; uno ligado a las plantas y al territorio; otro a los qu¨ªmicos y a la industria farmac¨¦utica.
El que la medicina ancestral ingrese en el sistema de salud m¨¢s ortodoxo implica que de una u otra manera estar¨¢ sujeta a sus reglas. ¡°Es una llenadera de papeles¡±, cuestiona Martha. Tambi¨¦n critica la prevalencia de la atenci¨®n ¡°en cabeza de una enfermera superior. Si ella no est¨¢, no se atiende en el kilombo, pero si no est¨¢ la partera y la curandera, el kilombo sigue funcionando con una gestora que no sabe de medicina ancestral¡±.
Para Martha, al integrarse al sistema p¨²blico de salud, los kilombos se han convertido en ¡°m¨¢s de lo mismo¡±, en ¡°obtener determinado n¨²mero de firmas diarias. Eso implica atender a toda velocidad, sin la debida escucha que se requiere en un proceso de sanaci¨®n¡±. Por eso decidi¨® declararse aut¨®noma. La palabra kilombo ¡ªcon k¡ª hace referencia precisamente a eso: es uno de los nombres de las comunidades libres fundadas por africanos y sus descendientes que escaparon de la esclavitud.
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