El fallo de La Haya: felices, pero no satisfechos
La sentencia niega las pretensiones de Nicaragua y pone fin a un calvario de m¨¢s de 20 a?os de litigios que pudieron evitarse con di¨¢logo y negociaci¨®n
La semana pasada el pa¨ªs celebr¨® con explicable j¨²bilo la decisi¨®n adoptada por la Corte de La Haya que neg¨® la pretensi¨®n de Nicaragua sobre el reconocimiento de su plataforma continental extendida en el mar Caribe. Una aspiraci¨®n que llevar¨ªa su presencia mar¨ªtima hasta Jamaica y Cartagena de Indias, obligando a la misma Corte a delimitar esa plataforma entre los dos pa¨ªses con las zonas econ¨®micas de mar superpuestas. Al hacerlo, tendr¨ªa que revisar la delimitaci¨®n mar¨ªtima que efectu¨® en la sentencia de noviembre de 2012, a¨²n no acatada por el Estado colombiano.
La sentencia niega todas las pretensiones de Nicaragua contenidas en su denuncia del a?o 2013 y pone fin a un calvario de m¨¢s de 20 a?os de litigios judiciales internacionales entre dos pa¨ªses vecinos que pudieron evitarse con di¨¢logo y negociaci¨®n.
El doloroso enfrentamiento ha estado caracterizado por el manejo err¨¢tico de la defensa colombiana concentrada en el desconocimiento de la competencia de la Corte en 1932 ¨Dentonces denominada Corte Permanente de Justicia Internacional¨D y el Pacto de Bogot¨¢ suscrito despu¨¦s del Bogotazo, en 1948. As¨ª como por los cambios sorpresivos y frecuentes de los embajadores y agentes colombianos responsables de los procesos en La Haya y por una argumentaci¨®n m¨¢s orientada a la cartograf¨ªa hist¨®rica y a la defensa de nuestra soberan¨ªa mar¨ªtima que hac¨ªa la v¨ªa jur¨ªdica y pol¨ªtica.
As¨ª, la estrategia de defensa de Colombia pas¨® por alto circunstancias que, seg¨²n la propia Corte de La Haya, en 2012 hubiesen podido tener un tratamiento distinto del litigio, cuando Colombia perdi¨® 76.000 km2 de su mar Caribe. Por ejemplo, la presencia en la zona discutida de una poblaci¨®n nativa, el pueblo Creole (que en Colombia llamamos raizales), de m¨¢s de seis millones de habitantes con su coraz¨®n en San Andr¨¦s y Providencia que considera el ¨¢rea afectada como su ¡°maritorio¡± ¨Dsu mar-territorio¨D, en el cual tiene sus ra¨ªces y del cual vive y respira identidad.
O el hecho de haber ignorado que buena parte del mar en disputa parte del sistema coralino del Caribe Suroccidental (Seaflower en Colombia), el tercero m¨¢s grande del mundo, con 400.000 km2 de extensi¨®n, donde habita m¨¢s del 75% de las especies vivas del Caribe (corales, aves, peces, etc.) en la jurisdicci¨®n mar¨ªtima de Colombia, Nicaragua, Panam¨¢, Costa Rica, Honduras y Jamaica. Al final, el Gobierno del presidente Gustavo Petro, con su canciller ?lvaro Leyva, instal¨® estos dos temas en las audiencias definitivas y nombr¨® una coagente raizal para que fueran tenidos en cuenta, concentr¨¢ndose en la esencia jur¨ªdica y no geomorfol¨®gica de la disputa.
Por una curiosa paradoja, los argumentos jur¨ªdicos definitivos invocados por Colombia, ampliados y fortalecidos por la propia Corte al afirmar que ¡°aunque puede haber plataforma continental donde no hay zona econ¨®mica exclusiva, no puede haber zona econ¨®mica exclusiva sin su correspondiente plataforma continental¡±, sirvieron para descartar la petici¨®n nicarag¨¹ense del reconocimiento de su larga plataforma natural extendida en el Caribe. De esta forma, la Corte dio la raz¨®n a Colombia, invocando el contenido de su Sentencia de 2012, que, como ya dijimos, los Gobiernos colombianos de este siglo han desconocido pas¨¢ndose la pelota ardiendo del litigio sucesivamente.
M¨¢s grave a¨²n es que esta evasi¨®n de responsabilidades ha ido en contrav¨ªa de la Corte Constitucional, que en la sentencia C-269 del 2 de mayo de 2014 afirm¨®, de manera categ¨®rica, que el Estado ten¨ªa que prever los procedimientos legales y constitucionales para acatar el fallo de La Haya de 2012, modificando con Nicaragua los l¨ªmites mar¨ªtimos acordados en el Tratado Esguerra B¨¢rcenas en 1928 para luego llevarlos al Congreso de la Rep¨²blica. Llama entonces la atenci¨®n que el fallo no acatado de La Haya de 2012 hoy nos sirva para ganar un round de un combate a muchos asaltos que ven¨ªamos perdiendo durante m¨¢s de 20 a?os.
Hacia adelante hay que tener en cuenta lo que debimos hacer antes de dejarnos llevar a La Haya, y que junto con el expresidente Alfonso L¨®pez Michelsen propuse: agotar la v¨ªa diplom¨¢tica. De haberlo ejecutado, nos habr¨ªamos ahorrado 22 a?os de litigio y p¨¦rdidas oce¨¢nicas. Ahora, para pasar del litigio judicial al di¨¢logo, tenemos que comenzar por aceptar los fallos de La Haya y definir los nuevos l¨ªmites mar¨ªtimos con Nicaragua, para llevarlos al Congreso de la Rep¨²blica.
Antes, debemos devolver a los Creole su maritorio para la pesca, la vida y la cultura, mientras tanto, avanzar con los seis pa¨ªses vecinos del archipi¨¦lago hacia un manejo conjunto del sistema coralino del occidente caribe?o a trav¨¦s de una reserva transfronteriza de bi¨®sfera regulada por la UNESCO como la del Seaflower que tenemos en Colombia desde hace dos d¨¦cadas. Y que una comisi¨®n de acercamiento con Nicaragua empiece a trabajar ya con liderazgo Creole.
En s¨ªntesis: el fallo de la semana pasada nos puede dejar felices, pero no satisfechos. Tenemos muchas tareas por delante como para poder decir, triunfalistamente, que el tema est¨¢ acabado.
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