La miel de oro que salva vidas
En el Guain¨ªa, uno de los lugares m¨¢s biodiversos del planeta, una qu¨ªmica, un zootecnista y un bi¨®logo lograron que los ind¨ªgenas dejaran atr¨¢s los cultivos de coca y se enamoraran de las abejas sin aguij¨®n. La miel que producen muestra que es posible polinizar el mundo y luchar contra las consecuencias del cambio clim¨¢tico
Todos escondemos en nuestra historia un momento que hubi¨¦ramos preferido no haber vivido. Y el de Fabio P¨¦rez, quien a sus 39 a?os dirige la producci¨®n de una de las mieles m¨¢s excepcionales del mundo porque la fabrican abejas diminutas ¡ªmiden entre dos y ocho mil¨ªmetros¡ª y vulnerables ¡ªno tienen aguij¨®n que las proteja¡ª, ocurri¨® en Venezuela, al otro lado de la frontera con Colombia, donde la luz suele tener el reflejo de mil diamantes.
Antes de confesar su mayor falla, Fabio, un hombre de huesos duros con una de esas sonrisas que tranquilizan eternamente, observa lo que nos rodea en la comunidad ind¨ªgena de La Ceiba, ubicada cerca a Puerto In¨ªrida, la capital de Guain¨ªa, a una hora en avi¨®n desde Bogot¨¢, a un poco m¨¢s de 45 minutos en lancha por el r¨ªo In¨ªrida.
Bajo la sombra de tilos y magnolias dormitan 195 cajas de madera de 25x25 cent¨ªmetros pintadas en verde y azul. Se intuye un tesoro adentro, en este lugar de la Amazon¨ªa que hace pocos a?os estaba forrado de coca, ese arbusto que ha convertido a Colombia en el primer productor mundial de coca¨ªna. Fabio retira con delicadeza la tapa de una caja racional, como ¨¦l las llama, un nombre poco po¨¦tico una vez se entiende lo que ocurre dentro: miles de abejas hacen lo que tienen que hacer desde que aparecieron en el Cret¨¢ceo Inferior, hace 145 millones de a?os, cuando se separaron los continentes y se formaron las primeras aves: colectan el n¨¦ctar de las flores, lo transforman y lo almacenan para producir una miel l¨ªquida, dorada, olorosa a frutas, entre impecables construcciones geom¨¦tricas estructuradas por hex¨¢gonos. Y polinizan.
¡°Dependemos de ellas para vivir¡ digo y rompo ese respeto de cristal que surge entre ellas y nosotros los que las fumigamos con pesticidas, las quemamos, las sacamos de los nidos de los ¨¢rboles cuando deforestamos masivamente para reemplazar selva por ganader¨ªa o agricultura extensiva¡±
Fabio responde sin t¨¦rminos medios.
¡°Son el ser vivo m¨¢s importante del planeta. La agricultura del mundo depende en un 70% de las 20.000 especies de abejas que existen. Sin la polinizaci¨®n no podr¨ªan reproducirse las plantas de las que se alimentan millones de animales. Sin abejas, la fauna pronto desaparecer¨ªa¡±.
?C¨®mo sabe lo que sabe? Es ind¨ªgena del Guain¨ªa, uno de los lugares con mayor ¨ªndice de pobreza de Colombia: 46,5% frente al 12,2% en todo el pa¨ªs, seg¨²n los datos publicados en 2022 por el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica (Dane). Aqu¨ª, en el quinto departamento m¨¢s extenso de Colombia ¡ªcasi dos veces Suiza¡ª y el de menor densidad poblacional ¡ª53.000 habitantes, 70% ind¨ªgenas¡ª las personas escasamente llegan a quinto de primaria. Viven de la pesca, de una que otra venta de artesan¨ªa, de la miner¨ªa ilegal, de la coca.
Pero en 2007 desembarcaron en La Ceiba Alexandra Torres, profesora de qu¨ªmica de la Universidad de Pamplona (Norte de Santander); su marido, el zootecnista alem¨¢n Wolfgang Hoffman, especialista en abejas, y el bi¨®logo Fernando Carrillo, director de la Fundaci¨®n Aroma Verde, una agencia especializada en turismo de naturaleza. Llevaban bajo el brazo un proyecto que buscaba generar desarrollo sostenible, lo que en t¨¦rminos pr¨¢cticos significaba ense?arles a los ind¨ªgenas c¨®mo vivir en la naturaleza con un producto legal: las abejas. Ser¨ªa rentable: vender¨ªan lo producido a los turistas que llegaran a visitarlos, y ¨²til para el mundo: 50 cajas racionales o unidad productiva, como la llaman, polinizan 1.256 hect¨¢reas de bosque.
Gracias a la empresa suiza Ricola, que se interes¨® por esta forma de cambiar conciencias y financi¨® el proyecto con 40 mil d¨®lares, durante cuatro a?os estos tres cient¨ªficos les mostraron a los habitantes de La Ceiba c¨®mo se extra¨ªan las colmenas de los troncos, se instalaban en peque?as cajas de madera y se multiplicaban. El resultado fue m¨¢gico: poco a poco las abejas polinizaron ¡ªse calcula que una abeja poliniza 2.000 metros lineales de bosque¡ª y aparecieron por toda La Ceiba ¨¢rboles de mangos, de a?ai, de araz¨¢. La miel empez¨® a extraerse con peque?as jeringas que llenaban frascos de 130 mililitros, la cantidad exacta para transportar en los aviones. Los turistas quedaron tan impactados con la Ruta de la Miel, como la bautizaron, que el producto se vendi¨® en un abrir y cerrar de ojos.
¡°Es un proyecto que genera oportunidades, sostenibilidad¡±, explica Fernando, para quien la conservaci¨®n de la naturaleza se convirti¨® en su raz¨®n de vivir desde hace poco m¨¢s de una d¨¦cada, cuando lleg¨® al Guain¨ªa con su esposa y sus dos hijos, convencido de que ¡°ser un tornillo fuera del sistema¡±, como ¨¦l llama a esa decisi¨®n de seguir la voz del coraz¨®n, era lo que val¨ªa la pena. ¡°El turismo ha sido el veh¨ªculo para que un proyecto como el de las abejas funcione¡±, agrega. En efecto, cada vez que un turista viaja con Aroma Verde, seis d¨®lares del total que paga se va en mantener el proyecto de las abejas.
Por eso Fabio ya no se preocupa por cultivar coca. Trabaja con siete especies de abejas sin aguij¨®n, de las 120 que existen en Colombia. Conscientes de su enorme fragilidad por la deforestaci¨®n salvaje de la Amazon¨ªa ¡ªseg¨²n estudios recientes, las abejas meliponas han desaparecido en todo el mundo hasta en un 30%¡ª, los ind¨ªgenas organizaron la Asociaci¨®n de meliponicultores de Guain¨ªa, Asomegua, dirigida por Fabio e integrada por 34 familias que producen m¨¢s de 1.153 frascos de miel al a?o. Les ha ido tan bien que exportaron conocimiento a otras comunidades como la de Morroco, no muy lejos de La Ceiba, donde ya hay 47 cajas racionales.
¡°Las abejas me salvaron¡±, reflexiona Fabio. ¡°Era un ind¨ªgena que supuestamente conoc¨ªa la naturaleza, la proteg¨ªa. Qu¨¦ poca coherencia la m¨ªa. Me curaron el alma. Mi mayor falla ha sido destrozar el medioambiente¡±.
Lo hizo en el parque nacional Yarama, Venezuela, donde trabaj¨® como minero en 2004. Le dec¨ªan que para producir suficiente oro para hacer un solo anillo era necesario desechar 20 toneladas de roca y tierra. ¡°As¨ª que arras¨¦ con hect¨¢reas de bosque pr¨ªstino¡±.
Si el verbo arrasar pudiera conjugarse en im¨¢genes, significa ver secarse un ca?o de aguas frescas y cristalinas donde antes Fabio se ba?aba y pescaba bocachicos. Significa entender c¨®mo un bosque tupido puede volverse arena blanca que se cuela entre los dedos. Significa, sobre todo, sentir que los animales tienen emociones cuando se tumba un ¨¢rbol, salen disparados cuatro huevos blancos y verdes con tucanes diminutos que fallecen al instante, y sus padres vuelan despavoridos sin entender por qu¨¦ los humanos hacen lo que hacen. ¡°No puedo creer que yo haya sido eso¡±, se lamenta.
?C¨®mo unas abejas derrotaron la codicia y transformaron seres humanos?
Despu¨¦s de Brasil, Colombia es el segundo pa¨ªs m¨¢s biodiverso del mundo. Y Guain¨ªa, que en lengua yuri significa ¡°territorio de muchas aguas¡±, es una joya. Frente a La Ceiba, por ejemplo, est¨¢ una de las mayores concentraciones de agua dulce del planeta. Ah¨ª confluyen los r¨ªos In¨ªrida, Guaviare y Atabapo, y forman la Estrella Fluvial de Oriente, un nicho biol¨®gico tan exuberante que en 2014 fue considerado por la Unesco como un humedal de importancia internacional especialmente como h¨¢bitat de aves acu¨¢ticas.
¡°El Atabapo es especialmente delicioso¡±, escribi¨® el cient¨ªfico y explorador alem¨¢n Alexander Von Humbolt, quien en 1800 vino hasta aqu¨ª para ver c¨®mo estos tres r¨ªos desembocaban en el Orinoco, el tercero m¨¢s caudaloso despu¨¦s del Amazonas y el Congo.
Humboldt ¡ªbiografiado por la historiadora Andrea Wulf en su libro La invenci¨®n de la naturaleza¡ª bautiz¨® esta esquina como la octava maravilla del mundo, en donde los arco¨ªris ¡°bailan en un juego del escondite¡±, las hojas ¡°se despliegan para saludar al sol naciente¡± y las flores ¡°dan vueltas dentro y fuera de la luz parpadeante¡±.
Lo es. Guain¨ªa hace parte del Escudo Guayan¨¦s, una de las formaciones geol¨®gicas m¨¢s antiguas del planeta. De forma irregular, esta estructura sufri¨® tal levantamiento que dio origen a cerros y mesetas elevadas y de pendientes verticales, conocidas como tepuyes. ¡°Es un espect¨¢culo no apto para card¨ªacos¡±, dir¨ªa Andr¨¦s Hurtado, reconocido fot¨®grafo de naturaleza, al describir los tres cerros ¡ªMavecuri, Mono y Pajarito¡ª que se elevan en uno de los recodos del r¨ªo In¨ªrida y quedaron inmortalizados en El abrazo de la serpiente, la primera pel¨ªcula colombiana en ser nominada a los premios Oscar, en 2015.
Desde esas im¨¢genes el turismo se cuadruplic¨®: de 400 visitantes que Aroma Verde recibi¨® en 2019, pas¨® a 1.800 en 2022. ¡°Aqu¨ª me doy cuenta de lo diminuto que soy en el universo. Me siento humilde, agradecido¡±, nos dir¨ªa un turista de 28 a?os que se gana la vida como disk jockey. ¡°Se me hab¨ªa olvidado lo que era tener tiempo para observar el atardecer en silencio¡±, agregar¨ªa otra. Es un mundo tan antiguo, tan poco intervenido, tan inocente ¡ªen las monta?as de granito reto?an flores blancas que huelen a sagrado, el murmullo de los r¨ªos apacigua almas atormentadas¡ª que es en Guain¨ªa donde se siente que s¨ª es posible convivir sin rabia, en paz. Y las abejas est¨¢n poniendo su cuota de ense?anza.
Ense?an, por ejemplo, a que todo funcionar¨ªa mejor si se trabajara en conjunto. ¡°Cada una de ellas est¨¢ dispuesta a desempe?ar el papel que se les asign¨® dentro de la colmena. Su sociedad es como un reloj: lleva un ritmo preciso para poder alcanzar los objetivos¡±, explicar¨ªa el bi¨®logo Rodulfo Ospina, a la cabeza de una colecci¨®n ¨²nica en el mundo: el laboratorio de abejas de la Universidad Nacional, donde est¨¢n archivadas y catalogadas 40.000 ejemplares de abejas.
La colmena, sin embargo, tiene una debilidad: sus propios habitantes. Por naturaleza, est¨¢ hecha de cera que soporta hasta los 37?C. Ante la amenaza de que se derrita, las abejas obreras se empapan de agua y mantienen fresca la cera. ¡°Son las mismas abejas quienes trabajan por mantenerla viva¡±, agrega Ospina.
La lecci¨®n de todo esto es simple: uno existe para los dem¨¢s. No al rev¨¦s.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.