Acoso, soledad y desprestigio: as¨ª opera la violencia digital contra mujeres pol¨ªticas
La violencia pol¨ªtica en las redes sociales es cada vez m¨¢s frecuente y afecta a las mujeres de manera diferencial y desproporcionada en su derecho a participar. De esto habl¨® la Fundaci¨®n Karisma en FITS Democracia, al que asiste ¡®Lideresas de Latinoam¨¦rica¡¯ en Barranquilla
En julio pasado se cerraron las inscripciones de candidatas y candidatos para las elecciones territoriales en Colombia. Si de n¨²meros se tratara, podr¨ªamos hablar de una participaci¨®n de mujeres cada vez m¨¢s fuerte, m¨¢s consolidada. De 132.553 personas inscritas, 52.209 fueron mujeres, es decir, un 39% del total. Pero los n¨²meros no son todo. Las mujeres que lograron inscribirse tuvieron que superar bastantes obst¨¢culos para ser parte de listas y les esperan otros tantos de ac¨¢ al 29 de octubre. Adem¨¢s de recibir menos financiaci¨®n y visibilidad por los partidos pol¨ªticos, las mujeres deben enfrentar una violencia distinta, que busca que abandonen la pol¨ªtica. No solo ellas, tambi¨¦n las dem¨¢s mujeres que alg¨²n d¨ªa quisieran ocupar puestos de toma de decisiones.
La mezcla de violencia y pol¨ªtica no es nueva en Colombia. Usualmente pensamos que ese es el costo que deben asumir qui¨¦nes deciden lanzarse al ruedo. La templanza con la que se responde a la violencia, que ahora se ha trasladado al entorno digital, hace parte de las cualidades que deben tener quienes deciden participar en pol¨ªtica. Tan arraigada est¨¢ esa creencia, que las mujeres que hicieron parte de una investigaci¨®n de Karisma sobre violencia digital en las elecciones del Congreso pasadas comentaban que era un mal necesario. Que, cuando la violencia que reciben en redes sociales se vuelve insostenible, se toman unos d¨ªas para descansar y luego volver a las actividades de la campa?a. Salirse de las redes sociales no es una opci¨®n, a diferencia de lo que pasa con otras mujeres visibles, como las periodistas, que dejan sus cuentas ante la violencia, las candidatas no pueden.
Las mujeres se quedan y lo hacen solas, sin compa?¨ªa de los partidos o movimientos pol¨ªticos que las respaldan ni de las autoridades estatales. Algunas de ellas han recibido capacitaciones de parte de organizaciones internacionales sobre marketing pol¨ªtico, pero en general deben encargarse de sus redes sociales y de dise?ar sus propios protocolos de respuesta. En esa labor entra en juego la capacidad econ¨®mica de la mujer: si es alguien con a?os de experiencia, que ya ha ocupado puestos p¨²blicos, podr¨¢ contratar a alguien que le ayude a asumir el impacto psicol¨®gico de las agresiones y la carga de sus redes sociales, a decidir qu¨¦ mensajes responder y qu¨¦ batallas dar. Las dem¨¢s, generalmente quienes reci¨¦n entran al ejercicio pol¨ªtico, no tienen ayuda, ni saben a qui¨¦n acudir cuando reciben alguna violencia.
A pesar de los esfuerzos por construir protocolos de atenci¨®n y l¨ªneas de denuncia, no existe un panorama claro de las acciones concretas que pueden tomar las mujeres para denunciar una agresi¨®n. Ninguna de las mujeres o sus equipos de comunicaci¨®n con los que hablamos sabe a qui¨¦n acudir. No saben qui¨¦n es la o el responsable de tramitar sus quejas en los partidos o sus denuncias ante las autoridades cuando se sienten amenazadas. Tampoco conocen las herramientas de las plataformas para reportar los inconvenientes.
Esa soledad es ensordecedora en un escenario en el que las mujeres pol¨ªticas ven que sus capacidades son cuestionadas una y otra vez como forma de agresi¨®n, lo que refuerza que solo los hombres pueden ejercer cargos p¨²blicos. Tambi¨¦n est¨¢n solas frente a las amenazas a su integridad y la de su familia, que son desestimadas f¨¢cilmente por las autoridades porque ocurren en internet, o frente a los intentos de manipulaci¨®n de informaci¨®n, por ejemplo, cuando las acusan de pertenecer a grupos armados o circulan videos ¨ªntimos que ellas no han grabado. Todo esto, en ¨²ltimas, tiene el objetivo de deslegitimarlas como posibles representantes de la comunidad. El cat¨¢logo de agresiones es amplio y siempre es particular para cada mujer. La violencia digital se adapta para causar el da?o deseado.
?Qu¨¦ podemos hacer?
?Hay algo por hacer en estos dos meses de campa?a que quedan? Adem¨¢s de tomarse en serio la violencia que ocurre en internet, el compromiso de partidos y movimientos pol¨ªticos de visibilizar a las mujeres que hacen parte de sus listas y destinar recursos para capacitarlas sobre seguridad digital, as¨ª como contar con acompa?amiento cuando sufran violencia, es lo m¨ªnimo. Usar las normas existentes para asegurar la reparaci¨®n integral y la perspectiva de g¨¦nero en los procesos de denuncia debe ser una promesa de autoridades como el CNE y la Rama Judicial. Las plataformas de redes sociales deben crear pol¨ªticas diferenciales para la atenci¨®n de estas mujeres y divulgar los resultados de esas pol¨ªticas una vez terminen las elecciones.
El camino por recorrer es largo y est¨¢ lleno de piedras como la falta de voluntad pol¨ªtica y los prejuicios de g¨¦nero. Se necesitan soluciones estructurales, porque la violencia, derivada de la discriminaci¨®n contra las mujeres, no se alivia eliminando publicaciones puntuales ni prohibiendo discursos en internet. Ojal¨¢ la ley estatutaria de violencia pol¨ªtica que est¨¢ revisando la Corte Constitucional ayude en la construcci¨®n, al tiempo que salvaguarde los derechos a la libertad de expresi¨®n y la intimidad.
La labor de Fundaci¨®n Karisma en el desarrollo de talleres de seguridad digital y privacidad a lideresas, defensoras de derechos humanos y mujeres pol¨ªticas en territorio nos ha ense?ado sobre formas de mitigar los riesgos de la violencia digital, sin que eso suponga que cuando ocurre la violencia es porque la v¨ªctima no tom¨® suficientes medidas. Tratar de usar redes sociales distintas para la vida pol¨ªtica y la vida social es un buen punto de partida. Evitar compartir informaci¨®n privada como fotos familiares o el sitio exacto en el que est¨¢n tambi¨¦n ayuda. Preparar a la familia para que no responda a cuestionamientos sobre la vida pol¨ªtica y dar respuesta ¨²nicamente a comentarios positivos y no a provocaciones son otras formas de limitar los efectos negativos de las publicaciones. Reportar a perfiles abusivos en redes sociales y servicios de mensajer¨ªa es posible. Finalmente, contar con contrase?as fuertes, con doble sistema de autenticaci¨®n y evitar dejar datos en computadores p¨²blicos tambi¨¦n puede evitar problemas.
Catalina Moreno Arocha es coordinadora de Inclusión Social en la Fundación Karisma, organización que busca que las tecnologías digitales protejan y avancen los derechos humanos fundamentales y promuevan la justicia social. Es abogada y ha trabajado en la Corte Constitucional y como asesora de incidencia en asuntos de género.
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