Pedro Baracutao, congresista de Comunes: ¡°No vamos a lograr la paz total si no se implementa el Acuerdo de La Habana¡±
El excombatiente de las FARC y delegado del Gobierno en los di¨¢logos en el Choc¨® considera que a¨²n falta materializar la reforma rural y mejorar las v¨ªas para acercarse a la paz en el pa¨ªs
Anc¨ªzar Garc¨ªa (Acand¨ª, Choc¨®, 50 a?os), conocido como Pedro Baracutao por su antiguo nombre de guerra, es el rostro de los miles de hu¨¦rfanos por feminicidio en Colombia. Sostiene sin atisbo de duda que, si su pap¨¢ no hubiera asesinado a su madre, ¨¦l no habr¨ªa ingresado a la extinta guerrilla de las FARC, donde pas¨® 36 a?os de su vida. So?aba con ser jugador de f¨²tbol como sus ¨ªdolos Carlos La gambeta Estrada o Willington Ortiz. Pero tom¨® las armas y oper¨® en el medio Atrato, aunque en la guerrilla era conocido por los torneos de f¨²tbol que organizaba, que incluso le valieron sanciones. Lleg¨® a comandar el frente 34 durante cuatro a?os, hasta que en 2016 dej¨® las armas y se encarg¨® de hacer pedagog¨ªa de paz en esa misma zona, especialmente en la comunidad de Vidr¨ª, en los l¨ªmites entre Antioquia y Choc¨®. Ahora ocupa una de las curules del partido Comunes ¡ªsurgido del Acuerdo de La Habana¡ª en la C¨¢mara de Representantes.
Para Baracutao, el apellido que eligi¨® y que se lee en el sombrero que usa la mayor parte del tiempo, el deporte es una forma de ¡°arrebatarle los j¨®venes a la guerra¡±. Con esa convicci¨®n, ha dedicado la mayor¨ªa de su proceso de reincorporaci¨®n a acercar a los ni?os y ni?as m¨¢s vulnerables del Choc¨® al deporte. Por eso, y por su experiencia en esa zona del pa¨ªs, el Gobierno lo incluy¨® en su delegaci¨®n para iniciar los di¨¢logos de paz urbana en Quibd¨®, la capital departamental. En un receso de la agenda de ese denominado espacio sociojur¨ªdico, conversa en su oficina en Bogot¨¢ con EL PA?S.
Pregunta. Usted es excombatiente, congresista y delegado para negociar la paz urbana en Quibd¨®. Ya van 396 excompa?eros suyos en las extintas FARC que han sido asesinados. ?C¨®mo generar confianza en otro intento de paz con ese antecedente?
Respuesta. Es fundamental seguir exigiendo la implementaci¨®n del Acuerdo Final de Paz que firmamos en La Habana, en sus seis puntos. No se puede decir que vamos a lograr una paz total si no se implementa. Por ejemplo, no se ha materializado la reforma rural integral, compuesta por 16 programas clave en t¨¦rminos de empoderamiento de las mujeres y juventudes, o de mejoramiento de v¨ªas. Es decir, se debe articular la paz total con la implementaci¨®n de lo firmado en 2016, y a la vez para una implementaci¨®n exitosa se necesita progresar en una paz integral.
P. ?Qu¨¦ aprendizajes del Acuerdo de La Habana deben ser tenidos en cuenta para la llamada paz total?
R. Despu¨¦s de que firmamos el Acuerdo, en el Atrato hicimos pedagog¨ªa. Explicamos y socializamos a cada uno de los campesinos, a los consejos comunitarios afro, a cada uno de los sectores, que se hab¨ªa firmado un acuerdo que estaba hecho para ellos, para la gente del com¨²n. Es trascendental pensar c¨®mo vamos a transmitir que lo que se va a lograr en los di¨¢logos beneficia y es para la gente de Quibd¨®. Cada paso que se d¨¦ necesita pedagog¨ªa. Tenemos que pensar c¨®mo comunicar exitosamente que la paz con justicia social es necesaria para cerrar la enorme brecha de desigualdad en Colombia.
P. ?C¨®mo va a ser la participaci¨®n de la sociedad civil en estos di¨¢logos?
R. Lamentablemente, la poblaci¨®n est¨¢ inmersa en el conflicto. La violencia se incrust¨® porque muchos de los j¨®venes que est¨¢n en las bandas son de esas mismas comunidades. Por eso es crucial empezar el trabajo de pedagog¨ªa ah¨ª, con la gente, con las juntas de acci¨®n comunal, con los consejeros comunitarios, con sus l¨ªderes. Ah¨ª hay otro tema fundamental: los medios de comunicaci¨®n para comunicar lo que se viene haciendo. Necesitamos aliados. Ellos, y la sociedad, deben entender que este es un proceso con altibajos. Podremos avanzar si hacemos pedagog¨ªa y un arduo trabajo con la gente en los territorios junto a la implementaci¨®n del Plan Nacional de Desarrollo y de pol¨ªticas sociales en esos barrios m¨¢s empobrecidos.
P. ?C¨®mo recibe la gente del Choc¨® este nuevo intento de paz?
R. La gente est¨¢ muy receptiva, m¨¢s porque las cifras de j¨®venes asesinados en la ciudad son alarmantes. En el 2023 ya van 103. As¨ª que tienen muchas expectativas del acercamiento con estos actores. Quieren que se pueda comenzar a so?ar con una paz desde la hermosura de ese departamento. La paz no puede seguir siendo un saludo a la bandera, se necesita que haya inversi¨®n del Estado y yo s¨¦ que con el actual Gobierno vamos a lograrlo. Veo voluntad del presidente, aunque falta un poco la de los ministros para ejecutar pol¨ªticas importantes del Plan Nacional de Desarrollo.
P. ?Cu¨¢les son las principales necesidades de los j¨®venes de su departamento, hist¨®ricamente olvidado?
R. Una cuesti¨®n muy importante es la generaci¨®n de empleo. Es la primera necesidad. Pegado a ello debe venir la inversi¨®n estatal, que el Gobierno y sus entidades den cumplimiento al Plan Nacional de Desarrollo en este territorio, mejoren las v¨ªas, el acceso al agua potable y la salud. No se nos puede olvidar que Quibd¨® es receptor de los desplazados de todos los municipios de la regi¨®n.
Justamente, a causa del conflicto miles de personas han llegado por a?os a esa capital. Muchos de esos j¨®venes, que cuando llegaron eran apenas unos ni?os y no han tenido una crianza con garant¨ªas, quedan a merced de la delincuencia y de quienes los compran para ponerlos al servicio de sus intereses econ¨®micos. Conoc¨ª esas realidades por el trabajo de reincorporaci¨®n comunitaria a trav¨¦s del deporte que hemos venido impulsando en los barrios de Quibd¨®.
P. Habla de oportunidades ?Le faltaron a usted despu¨¦s del feminicidio de su madre?
R. Si mi madre no hubiese muerto, yo no habr¨ªa terminado en las FARC. As¨ª de sencillo. Ella era profesora, de tal forma que nosotros, se podr¨ªa decir, ten¨ªamos una vida acomodada. Mi pap¨¢ destruy¨® ese hogar y el futuro de sus hijos.
P. ?Busca brindar esas oportunidades a los j¨®venes a trav¨¦s de la plataforma Paz y Reconciliaci¨®n Colombia (PARE), que usted lidera?
R. S¨ª, tambi¨¦n como una forma de impulsar la reconciliaci¨®n comunitaria, como nosotros la llamamos. Trabajamos de tres formas: escuelas de formaci¨®n, clubes deportivos y una fundaci¨®n. Con ellas hacemos pedagog¨ªa de paz, a trav¨¦s de torneos deportivos por la paz y la reconciliaci¨®n en municipios del Choc¨®. Actualmente estamos desarrollando una competencia bajo ese mismo eslogan en el municipio de Urrao, en Antioquia. Dura seis meses y participan m¨¢s de 30 equipos de f¨²tbol, en su mayor¨ªa j¨®venes.
Con esa misma idea hace algunos a?os trajimos a una competencia en Bogot¨¢ al equipo de una escuela de formaci¨®n de mujeres y quedaron campeonas. Por la falta de respaldo institucional y econ¨®mico, ese grupo se acab¨®, pero el proyecto sigue. El objetivo es evitar que la ni?ez sea instrumentalizada por la guerra, con una gran iniciativa nacional de paz y reconciliaci¨®n por medio del deporte.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.