El ¡®impuesto saludable¡¯ m¨¢s ambicioso de Latinoam¨¦rica se estrena en Colombia
La medida de salud p¨²blica impone una tasa progresiva inicial del 10% a una serie de alimentos y preparaciones ultraprocesadas como las bebidas azucaradas, los dulces o algunos embutidos
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Para diversos expertos en salud p¨²blica de Chile y M¨¦xico caben pocas dudas. Los impuestos a una serie de alimentos y preparaciones ultraprocesadas que entran hoy en vigencia en Colombia constituyen la bater¨ªa de medidas en salud p¨²blica m¨¢s ambiciosa de la regi¨®n. En otros pa¨ªses ha habido avances, por ejemplo, en la regulaci¨®n de la publicidad en horarios familiares y el etiquetado frontal con los valores nutricionales de los productos. O en la implementaci¨®n de pol¨ªticas fiscales enfocadas, sobre todo, en gravar a las bebidas azucaradas.
Pero la llamada ¡°ley de comida chatarra¡± colombiana, impulsada por colectivos de la sociedad civil e incluida dentro de la reforma tributaria del presidente Gustavo Petro, engloba la visi¨®n m¨¢s completa hasta el momento, seg¨²n los observadores. Por ejemplo, Guillermo Paraje, reconocido economista de la Universidad Adolfo Ib¨¢?ez de Chile, afirma: ¡°En Chile no hay impuestos por ingredientes en alimentos. El caso colombiano es bastante novedoso y yo dir¨ªa que es el m¨¢s avanzado a nivel regional e inclusive entre los m¨¢s adelantados a nivel mundial, porque no conozco otros casos de pa¨ªses que hayan puesto impuestos a los alimentos ultraprocesados de manera tan comprensiva¡±.
Se trata de una medida muy resistida por las grandes corporaciones desde hace a?os. El pulso legislativo en Colombia, al igual que otros pa¨ªses, ha estado marcado por la mano dura del lobby empresarial y los debates en torno a la efectividad de estas medidas sobre la salud p¨²blica. De acuerdo con la nueva reglamentaci¨®n, el gravamen para las bebidas azucaradas y los alimentos ultraprocesados ser¨¢ gradual. Durante lo que resta de este a?o recibir¨¢n un aumento del 10%, luego un 15% en 2024, hasta llegar al 20% en 2025. En el caso de las bebidas, el impuesto se ajustar¨¢ desde los 18 pesos seg¨²n la concentraci¨®n de az¨²car por cada 100 mililitros.
La postura de la industria ha sido de total escepticismo. Uno de los argumentos m¨¢s repetidos es que los mayores afectados ser¨¢n los peque?os tenderos y productores con poco margen de maniobra para adaptar la composici¨®n de sus productos a niveles saludables. Tambi¨¦n millones de colombianos aquejados por las dificultades econ¨®micas y la escalada en el precio de los alimentos, con una inflaci¨®n que se dispar¨® entre 2021 y 2022 y se viene reduciendo lentamente.
La ¨²ltima carta de los industriales fue una serie de demandas que la Corte Constitucional desestim¨® el pasado 25 de octubre. Una postura que la activista Paulina Maga?a, de la oeneg¨¦ mexicana Poder del consumidor, pone en contexto: ¡°En M¨¦xico fue igual. En los primeros a?os hubo estudios cient¨ªficos patrocinados por la industria para sugerir que el impuesto a las bebidas azucaradas, que se introdujo en 2014, no funcion¨®¡±.
Trabajos de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana han evidenciado que entre los riesgos asociados a la mortalidad en Colombia se hallan al alza las cifras de hipertensi¨®n o pre hipertensi¨®n. Algo m¨¢s del 40% de la poblaci¨®n, tanto adulta como infantil, padece de alguna de estas dos condiciones. Y los trabajos acad¨¦micos revelan que uno de los mayores problemas es el alto nivel de consumo de sal. Por eso, desde diversas organizaciones m¨¦dicas y civiles se han adelantado campa?as cada vez m¨¢s incisivas para atenuar el consumo de alimentos altos en sodio, az¨²cares a?adidos o grasas saturadas.
Las cifras de obesidad y sobrepeso tambi¨¦n han ido aumento. Y para 2021 el ministerio de Salud calculaba que un 56,4% de los colombianos ten¨ªan exceso de peso. Una suma de realidades que rivalizan con las aprehensiones econ¨®micas del sector comercial, desde donde pocas f¨®rmulas para desalentar el consumo de la comida etiquetada como chatarra se ajustan a sus expectativas.
¡°Un salchich¨®n de tienda, por ejemplo, que tiene menos carne que aditivos, qued¨® exento del gravamen¡±, se queja en una columna del diario El Tiempo el empresario Thierry Ways. A su juicio los par¨¢metros utilizados por el Ejecutivo para categorizar los productos ha sido una ¡°chambonada¡±. En cambio, a?ade, ¡°un jam¨®n serrano, que tiene dos ingredientes naturales -carne y sal-, qued¨® gravado¡±. Ways subraya que no todo ¡°procesamiento¡± es negativo y que la pol¨ªtica debi¨® enfocarse en mejorar la calidad de los alimentos.
La experiencia con las pol¨ªticas saludables en los casos mexicanos y chilenos parece haber arrojado, sin embargo, otras perspectivas. De acuerdo con el economista Guillermo Paraje, el ¡°consumo de algunas categor¨ªas que antes se vislumbraban saludables, pero no lo eran tanto como se pensaba, cay¨®¡±. Habla de algunos cereales, yogures o postres. ¡°Esto oblig¨® a la industria a disminuir los niveles cr¨ªticos de sus compuestos¡±.
De igual forma, cita dos estudios publicados en revistas especializadas estadounidenses donde particip¨®. Los investigadores concluyeron en 2022 que el etiquetado frontal en Chile no ¡°cambi¨® los costos de producci¨®n de las empresas ni se traspas¨® a los consumidores en los precios finales¡±. La pediatra chilena Lorena Rodr¨ªguez, que fue jefa de nutrici¨®n en el ministerio de Salud de su pa¨ªs refuerza lo anterior y explica que en el proceso la industria se suele adaptar al contexto. Las empresas se ven abocadas a reducir los niveles de az¨²cares, calor¨ªas o sodio y el p¨²blico se abstiene de comprar productos m¨¢s costosos y que adem¨¢s tienen efectos perjudiciales sobre la salud.
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