Las Fuerzas Amadas
Urge recuperar el cari?o y la confianza, de parte del Gobierno, en nuestra fuerza p¨²blica. Que se le ablande el coraz¨®n al supremo comandante
Los tiempos cambian y el significado de las cosas tambi¨¦n. Guache es una palabra chibcha y muisca que se usaba para referirse a un gran se?or, a un magn¨ªfico y valiente guerrero. Hoy los colombianos, como reconoce la Real Academia Espa?ola, nos referimos al guache como alguien ruin y canalla.
Hablaremos aqu¨ª de guerreros. De guerreros que dan la vida en defensa de la Constituci¨®n. Algunos de estos cambios en los conceptos tienen que ver con la pol¨ªtica. Desde el 4 de julio de 1991 (d¨ªa de su promulgaci¨®n y vigencia) hasta el 18 de noviembre de 2023, los presidentes hab¨ªan defendido la Constituci¨®n.
Todo cambi¨® este ¨²ltimo d¨ªa, cuando, estando en territorio extranjero para hablar de su libro Una vida, muchas vidas (y visitar a Maduro, que poco sale de Venezuela por miedo a la c¨¢rcel), el presidente Petro dijo: ¡°La Constituci¨®n del 91 (¡), la Constituci¨®n colombiana a¨²n vigente es ficci¨®n. Es como un libro de Garc¨ªa M¨¢rquez. Son palabras escritas; no se aplican en Colombia¡±.
Imposible ser¨ªa negar que no hay ley escrita que se ejecute ¨ªntegramente en la realidad de este pa¨ªs, y en eso el presidente tiene raz¨®n. Pero a la gente la votan y la llevan a Palacio de Nari?o precisamente para que la letra se mantenga viva. En las palabras de Petro sobre la Constituci¨®n puede encontrarse respuesta a buena parte de la manera en que toma decisiones. Para citar solo un ejemplo, el del escenario de las Fuerzas Militares.
Nuestra Carta dice que ¡°la Naci¨®n tendr¨¢ para su defensa unas Fuerzas Militares permanentes, constituidas por el Ej¨¦rcito, la Armada y la Fuerza A¨¦rea¡±. Tal vez el presidente crea que deben revaluarse algunos conceptos, pero mientras no adelantemos una reforma constitucional, ¡°las Fuerzas Militares tendr¨¢n como finalidad primordial la defensa de la soberan¨ªa, la independencia, la integridad del territorio nacional y del orden constitucional¡±.
La palabra militar, la milicia, desemboca en el uso de las armas y en la manera de hacer la guerra. En este caso, por supuesto, para defender la legalidad. El pa¨ªs puede estar repleto de delincuentes armados, pero el uso de las armas para la preservaci¨®n del Estado es monopolio de la fuerza p¨²blica, que define la Constituci¨®n como ¡°integrada en forma exclusiva por las Fuerzas Militares y la Polic¨ªa Nacional¡±.
Los militares est¨¢n para mantener la paz, entendiendo que hay que entrar en acci¨®n cuando est¨¦n en riesgo los derechos de los colombianos. Los innumerables grupos armados que operan en el pa¨ªs solo dejar¨¢n de delinquir si sienten que el Estado ejerce un poder militar contundente.
Todos queremos una milicia respetuosa de los derechos humanos y recta cumplidora de las leyes. Pero no se llega a ese camino descabezando a altos y experimentados oficiales, ni atando de manos a los uniformados con decretos confusos; nada castrenses y, s¨ª, castrantes.
Muy peligrosos los frecuentes mensajes, directos o t¨¢citos, en el sentido de desestimar la trayectoria de los soldados. Y, a pesar de notables excepciones (como la del anuncio de la gratuidad para ingresar a las escuelas de formaci¨®n de la fuerza p¨²blica), se siente en el discurso oficial una especie de incomodidad con los militares.
Nadie quiere vivir forrado en armas. No estamos dispuestos a ver correr m¨¢s sangre. Y esto incluye el sacrificio valiente de los miembros de nuestras Fuerzas, que hoy pierden la vida por culpa de quienes se siguen apropiando del pa¨ªs frente a la debilidad del Estado.
Todo eso se logra si, en vez de menospreciar la Constituci¨®n, el presidente se dedicara a hacerla cumplir, de la mano de la fuerza p¨²blica. La Carta Magna es un libro muy ¨²til. Habr¨ªa, entre otras, que hac¨¦rselo llegar a Nicol¨¢s Maduro, en cuyo pa¨ªs acaba de celebrarse la feria del libro con un acto liderado por Petro.
Si en alg¨²n momento el presidente Maduro, despu¨¦s de ¡°salvar¡± nuestra econom¨ªa con PDVSA (?y el tremendo negociazo que van a hacer alrededor del gas!), llega a estar privado de la libertad, no sabe lo fundamental que puede ser un libro en su vida. Basta, apenas, con que aprenda los rudimentos de la lectura y se le abrir¨ªan las puertas a un mundo mejor. Podr¨ªa arrancar con Platero y yo, de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, para que se sienta a gusto con los rebuznos.
***
Retaguardia. ?C¨®mo no recibir positivamente el di¨¢logo de los empresarios con el presidente Gustavo Petro en Cartagena! Que vengan muchos otros encuentros para tratar los temas que debemos resolver como sociedad. Ojal¨¢, eso s¨ª, que esas charlas no reemplacen la fluida comunicaci¨®n que debe haber entre el Gobierno y los gremios.
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