El Estado colombiano no pudo
La tarea de proteger a los ciudadanos est¨¢ en entredicho en medio del sicariato, la extorsi¨®n, los secuestros, y con polic¨ªas inexpertos que no logran derrotar a las bandas de profesionales
Nada que le saque a uno m¨¢s la piedra que la declaraci¨®n de que los homicidios han disminuido en comparaci¨®n con el a?o anterior mientras la inseguridad se dispara como nunca en ciudades y pueblos de Colombia. Llevamos 54 casos de sicariato. Personas asesinadas en lugares te¨®ricamente bien protegidos. Robos masivos en restaurantes. ¡°A sol de hoy¡±, dijo el editorial de El Espectador, ¡°la Polic¨ªa no puede garantizar la seguridad de las personas, lo que significa que todos estamos en riesgo¡±.
La extorsi¨®n ha aumentado un 47%, hay 236 casos de denuncias de secuestros simples. No sabemos cu¨¢ntos de secuestro extorsivo. La polic¨ªa aumenta, pero no parece estar preparada para enfrentar a las bandas profesionales. Los expertos advierten que las c¨¢maras de seguridad no alejan a los asesinos porque se esconden en los cascos que cubren el rostro, y las motocicletas para usos delincuenciales tienen placas robadas.
Y, como si fuera poco lo anterior, se abre paso la posibilidad de armar a todos los civiles que lo deseen para defenderse de los ladrones y asesinos que se encuentran por doquier. El columnista Ramiro Bejarano asegura que ¡°se equivocan los empresarios que propician la doctrina a sangre y fuego como ¨²nico camino para repeler la delincuencia, porque no advierten que ese remedio letal no pacifica sino que multiplica las desgracias¡±. Algo as¨ª como el reconocimiento de que el Estado colaps¨® y les toca a los ciudadanos reemplazarlo. A los poderes del Estado les qued¨® grande el tema de la seguridad. Darles a los civiles salvoconductos para portar armas es volver a la ¨¦poca de la violencia en la que las diferencias se resolv¨ªan a tiros, muchas veces alentados por el alcohol.
El exfiscal Alfonso G¨®mez M¨¦ndez ha venido insistiendo reiteradamente en que todos los procesos de paz en Colombia han fracasado porque el Estado ha sido incapaz de llenar los espacios territoriales que ocupaba la guerrilla. Las alertas tempranas de la Defensor¨ªa del Pueblo se?alan que hay presencia guerrillera en 22 departamentos y 212 municipios. El ELN est¨¢ en Norte de Santander, Choc¨®, Arauca, Antioquia, Valle del Cauca y Nari?o. En el Cauca la gente sac¨® a punta de bolillo al Ej¨¦rcito de la patria y en el Caquet¨¢ y el Choc¨® arengan a la poblaci¨®n los voceros de las disidencias. Todo eso en medio de un cese al fuego de parte del Estado.
Los principios fundamentales consagrados en la Constituci¨®n de asegurar el monopolio leg¨ªtimo de la fuerza y del uso de las armas por parte del Estado, en particular de la Fuerza P¨²blica, en todo el territorio y la prohibici¨®n de promover, instigar, organizar, instruir, apoyar, tolerar, encubrir, favorecer o financiar la creaci¨®n de grupos civiles armados, quedar¨ªa en veremos. Un himno a la bandera.
Los alcaldes hacen esfuerzos por restablecer la credibilidad en el Estado ampliando el n¨²mero de polic¨ªas en su jurisdicci¨®n. En Bogot¨¢ el alcalde Gal¨¢n ha puesto en marcha un esfuerzo de 800 polic¨ªas que apoyan en diferentes horarios la lucha contra el hurto, el homicidio y el tr¨¢fico de estupefacientes. Como la gente se aburri¨® de denunciar porque les da temor o porque no creen que sea de utilidad alguna, las cifras de las estad¨ªsticas p¨²blicas son chimbas. La extorsi¨®n se hace v¨ªa telef¨®nica, con v¨ªctimas adolescentes y menores de edad, y en muchos casos sin el empleo de armas; el solo miedo es suficiente para que la persona entregue sus pertenencias. Est¨¢ claro que se necesita una estrategia nueva porque a punta de polic¨ªas inexpertos no vamos a derrotar a las bandas de profesionales no principiantes, casi todos con antecedentes penales.
La tarea del Estado que no se cumple es proteger a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y dem¨¢s derechos y libertades.
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