Trabas para ligarse las trompas: ¡°Me mandaron al psiquiatra¡±
Muchas mujeres que no quieren ser madres encuentran traspi¨¦s en la salud p¨²blica y privada para practicarse esta cirug¨ªa permanente. ¡°Los prejuicios de los doctores no afectan igual en las vasectom¨ªas¡±, dice una ginec¨®loga experta
¡°?Por qu¨¦ tomaste esa decisi¨®n? ?C¨®mo no vas a ser mam¨¢? ?Y si cambias de opini¨®n? Te vas a quedar sola¡¡±. Alejandra Barrero se sabe la retah¨ªla de memoria. Lleva m¨¢s de seis a?os escuchando los mismos ¡°sermones¡± cuando cuenta que se someti¨® a una ligadura de trompas. Pero lo m¨¢s tedioso para esta bogotana de 34 a?os se dio en las consultas m¨¦dicas. Cuatro meses de burocracia, una cita para la cirug¨ªa cancelada, idas y venidas a la cl¨ªnica, llamadas de horas en espera y una doctora que lo complic¨® todo m¨¢s a¨²n: ¡°Me dijo que, como no tengo hijos y estoy muy joven, para la operaci¨®n necesitaba una valoraci¨®n por psicolog¨ªa y psiquiatr¨ªa¡±. Aunque ya ha pasado tiempo, Barrero se enciende al recordarlo: ¡°Yo pele¨¦ porque soy m¨¦dico y conozco mis derechos, pero, mientras ellos se deciden a operar a una mujer m¨¢s humilde, ya tuvo otros tres chinos m¨¢s¡±.
Desde el 2010, existe una norma en Colombia que incluye en el sistema p¨²blico las vasectom¨ªas y las ligaduras de trompas, dos procedimientos anticonceptivos quir¨²rgicos y permanentes. La ley 1412, promulgada ¡°para fomentar la paternidad y la maternidad responsable¡±, establece que solo se necesita que el paciente tenga m¨¢s de 18 a?os y sea informado de que es un proceso irreversible, ya que, aunque existen procedimientos de reversi¨®n, no suelen ser muy eficaces. Los muchos traspi¨¦s empiezan fuera del papel.
Barrero hab¨ªa tomado su decisi¨®n cuando ten¨ªa 28 a?os. ¡°Nunca quise ser madre y eso se sabe¡±, dice desde su casa, a¨²n con el uniforme m¨¦dico puesto. Desde que habl¨® con su ginec¨®loga de la prepagada, decidieron que se har¨ªa todas las pruebas pertinentes con ella para que el tr¨¢mite en el sistema p¨²blico fuera r¨¢pido. Lo hicieron as¨ª porque muy pocos prestadores de servicios ofrecen la cirug¨ªa laparosc¨®pica, y todos son p¨²blicos, por lo que har¨ªa el procedimiento v¨ªa su entidad promotora de salud (EPS). Este m¨¦todo de operaci¨®n es algo menos invasivo que el tradicional, ya que, en lugar de realizarse con una incisi¨®n grande en el pubis, como la laparotom¨ªa, se realiza con un peque?o orificio en el abdomen, a trav¨¦s del ombligo. De esta forma, la cicatriz casi ni se percibe y la recuperaci¨®n es m¨¢s amable. Una de las primeras cr¨ªticas a la realidad que hace Laura Gil, ginec¨®loga y directora del grupo m¨¦dico por el derecho a decidir en Colombia, es que en muchas ocasiones las mujeres no tienen derecho a elegir porque no se les informa de que existen dos procedimientos. ¡°Hay mujeres que les han dicho que solo les cubre la laparotom¨ªa y no es cierto¡±.
Al empezar el empalme entre la prepagada y la EPS, ¡°comenz¨® el calvario¡± para Barrero. ¡°Despu¨¦s de decirle a esa doctora que me mand¨® al psiquiatra que lo que hac¨ªa era ilegal, me mandaron de nuevo a planificaci¨®n, despu¨¦s al anestesista, a otra consulta ginecol¨®gica, luego a hacerme las pruebas prequir¨²rgicas, luego estuve semanas llame que llame a ver si me daban citas¡¡±, relata. ¡°Cuando la logr¨¦ y consegu¨ª fecha, llam¨¦ un d¨ªa antes para confirmar y me dijeron que no estaba registrada. Yo no lo hice, pero entender¨ªa que hubiera mujeres que desistan. Fue tenaz¡±.
Para Gil, estas barreras invisibles ¡°son las m¨¢s peligrosas¡±: ¡°Hay unos maltratos muy expl¨ªcitos en los que les dicen a las mujeres que van a dejar de serlo por operarse, o que no est¨¢n cumpliendo con su rol. Y hay otras, a mi juicio, m¨¢s peligrosas que son las actitudes soterradas, como dilatar los tiempos o poner excusas. Todo esto hasta que la paciente desista. Sucede mucho¡±. Sin embargo, a pesar de estas malas praxis de algunos m¨¦dicos, la demanda de las esterilizaciones es cada vez mayor. De acuerdo con los datos de Profamilia, la entidad pionera en salud sexual y reproductiva del pa¨ªs, en 2023 se realizaron 54.024 ligaduras de trompas, frente a 24.512 procedimientos de vasectom¨ªa; dos mujeres por cada hombre. De hecho, la esterilizaci¨®n ha sido el m¨¦todo de anticoncepci¨®n m¨¢s utilizado en Colombia (38%) desde 1970 hasta 2019, seguido de las inyecciones y los preservativos. M¨¦xico, Rep¨²blica Dominicana y Venezuela presentan porcentajes de anticoncepci¨®n quir¨²rgica similares, de hasta el 40%, seg¨²n The Lancet.
Si bien estas cirug¨ªas est¨¢n en alza frente a a?os anteriores en Colombia (un 13,4% m¨¢s de ligaduras y un 4,1% m¨¢s de vasectom¨ªas), la mujer sigue cargando con la mayor parte de la responsabilidad reproductiva. Adem¨¢s, estas zancadillas en el proceso no suelen ser tan comunes en los hombres: ¡°Los prejuicios de los doctores no afectan de la misma manera en las vasectom¨ªas. La estereotipaci¨®n de la mujer es mucho m¨¢s fuerte: la mujer ha de ser madre y, adem¨¢s, le cuesta tomar decisiones y puede arrepentirse. Es una minimizaci¨®n y una cosificaci¨®n que vuelven a la mujer un instrumento de la reproducci¨®n¡±. Juan Carlos Vargas, ginec¨®logo y asesor cient¨ªfico de Profamilia, cuenta que esta es una pr¨¢ctica de violencia basada en g¨¦nero y que cuenta con un protocolo de denuncia en la entidad en la que trabaja. Aclara que se ha avanzado, pues antes de la Constituci¨®n de 1991 un requisito era el permiso de la pareja para la operaci¨®n. ¡°Hab¨ªa una regla para otorgar el permiso o no. Se multiplicaba la edad de la mujer por el n¨²mero de hijos, si el resultado era mayor de cien, se pod¨ªa. Es decir, una joven de 25 a?os que tuviera cuatro hijos, s¨ª pod¨ªa. Una de 25 con tres, no. Con los hombres no pasaba¡±, dice. ¡°A¨²n hay trabajo que hacer, tambi¨¦n derribando mitos alrededor de la vasectom¨ªa, como que provoca disfunci¨®n er¨¦ctil o problemas con la eyaculaci¨®n¡±.
¡°Hay mucha violencia m¨¦dica¡±
Aunque no existe la objeci¨®n de conciencia para las ligaduras de trompas, ya que no hay ninguna vida involucrada, muchos m¨¦dicos permean su ejercicio laboral con su moral e ideolog¨ªa, hasta llegar a desinformar o privar de la informaci¨®n correcta. A Juana Isabel Wilches Gil, de 28 a?os, su ginec¨®loga se neg¨® a hacerle el tratamiento: ¡°Me dijo que esperara unos a?os m¨¢s para pens¨¢rmelo, asumiendo que podr¨ªa llegar un momento vital en que iba a desear tener hijos¡±. As¨ª que le toc¨® informarse por su cuenta. La primera fuente fue internet y foros de mujeres que ya hab¨ªan pasado por ah¨ª. As¨ª que con 24 a?os se aprendi¨® los m¨¦todos, los tipos de anestesia, los tiempos de espera... imprimi¨® la ley y se la llev¨® en el bolso en su cita en la consulta p¨²blica.
¡°Tuve suerte porque no tuve que sacarla, pero creo que la consulta previa fue pobre, no fue un procedimiento cuidadoso; se lo toman a la ligera. Hay mucha violencia m¨¦dica¡±. Para ella, lo m¨¢s dif¨ªcil fue la recuperaci¨®n y pensar que le pondr¨ªan anestesia local cuando fue general. ¡°El sistema colombiano falla ah¨ª: en informarnos a las mujeres que queremos hacer el procedimiento a qu¨¦ nos vamos a someter. Tenemos tambi¨¦n el derecho a entenderlo de manera cabal¡±, cuenta por tel¨¦fono.
Las decisiones de operarse son tan variadas como las mujeres que acceden al tratamiento. En el caso de Wilches, no ten¨ªa tanto que ver con no querer ser madre. ¡°No quer¨ªa someterme a anticonceptivos hormonales y me daba miedo un embarazo no deseado a temprana edad¡±, explica. ¡°Las mujeres tenemos que poder sentirnos en la tranquilidad de que las parejas no van a quitarse el cond¨®n sin permiso. Yo muchas veces, despu¨¦s de encuentros sexuales, tuve que tomarme pastillas postday [un anticonceptivo de emergencia]. Y ese desorden hormonal me impuls¨® a operarme¡±.
M¨¢s que los centros sanitarios (e incluso la propia formaci¨®n m¨¦dica), para las entrevistadas lo que hace que el tab¨² de la anticoncepci¨®n quir¨²rgica se achique es el boca a boca. De la misma forma que Wilches recurri¨® a otras mujeres para conocer los riesgos y las opciones, ellas han sido el faro de muchas mujeres que nunca quisieron ser madres pero no se atrev¨ªan a ligarse las trompas (o no conoc¨ªan el procedimiento). Despu¨¦s de Barrero, dos amigas y un amigo se animaron. En los ¨²ltimos dos o tres a?os, cuenta Wilches, al menos 10 amigas cercanas se esterilizaron. ¡°Como difund¨ª mucho mi caso, otras 15 mujeres no tan cercanas tambi¨¦n se animaron¡±, dice. ¡°Las mujeres que no queremos ser madres tenemos que tener el derecho a no serlo dentro y fuera del papel¡±, zanja Barrero.
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