El canasto de la vida
Si el pa¨ªs que est¨¢ en desacuerdo con lo que propone este Gobierno no se da cuenta de que es con ese pa¨ªs que hay que trabajar y crecer, la violencia se seguir¨¢ propagando como p¨®lvora. Esas ¡°cosas¡± de La Vor¨¢gine seguir¨¢n siendo pensadas como ficci¨®n
Hay un canasto de las tinieblas que los grupos ind¨ªgenas amaz¨®nicos como los bora, muinane, murui o uitoto han decidido cerrar para poder vivir e imaginar un mundo nuevo basado en la esperanza. En ese canasto est¨¢n guardadas las atrocidades cometidas por las empresas extractivistas de la quina y el caucho que causaron, a finales del siglo XIX, unas 60.000 v¨ªctimas, sometidas, esclavizadas y asesinadas por seres humanos adscritos a la famosa Casa Arana, empresa peruana que funcion¨® con capital brit¨¢nico, y asociados brasile?os y colombianos, cuyo centro de operaciones se concentr¨® en La Chorrera (Amazonas), a orillas del r¨ªo Igara Paran¨¢.
?Qu¨¦ puede perderse cuando se ha conocido el horror y el dolor ha sido capaz de arrasar con pueblos enteros? La Chorrera fue el epicentro de una de las peores tragedias que hayamos conocido como pa¨ªs. Durante 50 a?os, a trav¨¦s de la perversa econom¨ªa del endeude y de la esclavizaci¨®n de estos pueblos para la extracci¨®n del l¨¢tex, se construy¨® una infraestructura en la cual rein¨® el oprobio y la muerte. Pueblos como los okaina pr¨¢cticamente desparecieron. Cuando comenzaron a denunciarse estos hechos ¨DRoger Casement, Jos¨¦ Eustasio Rivera¨D, el pa¨ªs no reaccion¨®. Cuando, en 1924, hace 100 a?os, se public¨® La Vor¨¢gine, se hizo popular la afirmaci¨®n seg¨²n la cual lo ocurrido en las selvas del Caquet¨¢, Putumayo, Amazonas y Vichada eran ¡°cosas de La Vor¨¢gine¡±, incluida la corrupci¨®n y los sobornos de notables abogados criollos que fueron defendidos por prestantes hombres pol¨ªticos de entonces.
En 1988, el Gobierno de Virgilio Barco entreg¨® unos seis millones de hect¨¢reas a los pueblos ind¨ªgenas, creando el resguardo m¨¢s grande del pa¨ªs: el predio Putumayo. Es un gesto de grandeza que hoy debemos reconocer. Durante estos 36 a?os diversos gobiernos han pasado por La Chorrera. A un siglo de la publicaci¨®n de la novela de Rivera, el Ministerio de las Culturas quiso hacer un gesto de reconocimiento y de escucha con las comunidades el pasado 23 de abril, asistiendo a un acto de la Asociaci¨®n Zonal Ind¨ªgena de Cabildos y Autoridades Tradicionales de La Chorrera (Azicatch) para conmemorar la entrega del predio.
La Chorrera sigue viviendo en el olvido, como muchos de los territorios colombianos que est¨¢n por fuera de eso que Orlando Fals Borda llam¨® el tri¨¢ngulo de oro. Si el pa¨ªs que est¨¢ en desacuerdo con lo que propone este Gobierno no se da cuenta de que es con ese pa¨ªs que hay que trabajar y crecer, la violencia se seguir¨¢ propagando como p¨®lvora. Esas ¡°cosas¡± de La Vor¨¢gine seguir¨¢n siendo pensadas como ficci¨®n. Y el plausible abismo social entre el centro del pa¨ªs y todo aquello que lo rodea, seguir¨¢ siendo ignorado por el prurito de un pa¨ªs que debe preguntarse en serio aquello que denunci¨® Rivera hace 100 a?os: ?estamos preparados para asumir nuestra responsabilidad y entender que el clientelismo y la corrupci¨®n son culturas enquistadas en la sociedad? ?Seremos capaces de abrir el canasto de la vida y cerrar alg¨²n d¨ªa el canasto de las tinieblas?
La novela de Rivera es muy importante para este pa¨ªs como artefacto literario por las rupturas ling¨¹¨ªsticas que representa. Pero tambi¨¦n porque, a pesar de todo, no ha sido olvidada 100 a?os despu¨¦s. Y quiz¨¢s en esta resignificaci¨®n que pretendemos darle hoy halle nuevos sentidos, no solo a trav¨¦s de la lectura, sino de un pa¨ªs que queremos reconocer en medio de las tensiones que producen los viejos odios enquistados en parte de la sociedad que a¨²n no reconoce ese otro pa¨ªs.
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