Petro, el acalorado y acorralado proconstituyente
El presidente insistir¨¢ en movilizar el poder constituyente y en convocar un acuerdo nacional. La oposici¨®n y los partidos pol¨ªticos deber¨ªan pensar seriamente en explorar el camino de los acuerdos
El presidente Gustavo Petro, experto en t¨¢cticas de guerras, en emboscadas y contraemboscadas, ha encendido las alarmas y ha dicho que siente que a su Gobierno lo est¨¢n acorralando. Son palabras mayores viniendo de un l¨ªder de izquierda que ha impuesto la agenda pol¨ªtica en los ¨²ltimos meses y ha mantenido la iniciativa para poner al pa¨ªs a hablar de lo que a ¨¦l, literalmente, se le ha dado la gana.
Sentirse acorralado, en t¨¦rminos pol¨ªticos, es sentirse maniatado, sin capacidad de maniobra ni iniciativa, para cumplir los objetivos propuestos. Y el gran objetivo de Petro es dejar una profunda huella en la historia de Colombia, transformando la sociedad, impulsando reformas aplazadas por d¨¦cadas y cumpliendo el m¨¢s importante sue?o de los colombianos: el fin de la guerra y el inicio de un largo per¨ªodo de paz total. Acorralado, en este caso, podr¨ªa entenderse como una luz amarilla para evitar el fracaso total de un ideal de pa¨ªs.
Por ese proyecto pol¨ªtico, Petro se fue a la guerra de guerrillas con el M-19 en la d¨¦cada de los ochenta, particip¨® en el proceso de paz exitoso del Gobierno Barco en 1990, impuls¨® la Constituyente de 1991 que promulg¨® la Constituci¨®n el 4 de julio de ese a?o, que allan¨® el camino de la reconciliaci¨®n en Colombia. Desde entonces, ha sido protagonista de la pol¨ªtica, jug¨¢ndose la vida y la libertad, en un desaf¨ªo permanente de las din¨¢micas propias de un pa¨ªs polarizado e incapaz de silenciar los fusiles, derrotar la corrupci¨®n, vencer el narcotr¨¢fico y superar los vergonzosos indicadores de pobreza y marginalidad que condenan a la miseria a m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n, en un pa¨ªs hipercentralizado.
Que el presidente Petro se sienta acorralado y contin¨²e con su denuncia p¨²blica de que lo van a tumbar, con un golpe blando o un golpe duro, suena a un grito desesperado de auxilio del mandatario para que el pueblo salga en su defensa. Quien llama a la movilizaci¨®n en masa es un gobernante de izquierda, que tiene la mira puesta en las elecciones de 2026 y desea reelegir su programa, pero no ha encontrado el camino para sintonizarse con la opini¨®n p¨²blica. Las encuestas lo mantienen atado a la baja popularidad.
Se ha estrellado, adem¨¢s, contra un muro infranqueable de liderazgos que no comparten una propuesta audaz e inoportuna, que puso patas arriba la pol¨ªtica: la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Obligado por el peso de la oposici¨®n de juristas, acad¨¦micos, expresidentes, partidos pol¨ªticos, l¨ªderes de opini¨®n y firmantes de la paz de las Farc, ha mutado a una narrativa de convocatoria al poder constituyente del pueblo, que haga posible las reformas aplazadas y bloqueadas en el Congreso.
La verdad es que Colombia ha gastado los ¨²ltimos meses en tratar de entender el trabalenguas jur¨ªdico y pol¨ªtico que el presidente puso en marcha cuando habl¨® por primera vez de una Constituyente, salt¨¢ndose los cauces constitucionales, sin pasar por una ley por el Congreso, donde no hay ambiente para una iniciativa de esa dimensi¨®n; ni por la Corte Constitucional, donde los magistrados act¨²an con absoluto respeto a la Carta.
¡°Ahora se trata de que esa promesa se vuelva realidades, es decir, que el cambio no sea solo una palabra m¨¢s, sino que sea una realidad¡ Por eso es que se necesita m¨¢s el poder constituyente del pueblo, porque nos est¨¢n acorralando¡±, expres¨® el jefe de Estado en un evento en Ipiales, Nari?o, en sus habituales recorridos por el territorio, en donde hace campa?a electoral y pedagog¨ªa constitucional -muchas veces de una altura intelectual y sofisticaci¨®n que la gente de base no comprende- y busca mantener la conexi¨®n con los sectores sociales, para demostrar que s¨ª es posible, m¨¢s all¨¢ de los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n de la UNGRD, que los recursos del Estado lleguen directamente a las comunidades, a trav¨¦s de las organizaciones y juntas de acci¨®n comunal. Su objetivo es ahondar la democracia participativa y transformar la vida de la gente, a trav¨¦s de una mesa de acuerdo regional, en la que la Gobernaci¨®n y las organizaciones sociales hagan veedur¨ªa a los recursos p¨²blicos.
Aunque muchos intelectuales de izquierda consideran que el concepto del poder constituyente, omnipotente y omn¨ªmodo, que nace del pueblo, no tiene control constitucional y tiene la autonom¨ªa para modificar de facto la Carta Pol¨ªtica, esa tesis est¨¢ lejos del ordenamiento legal colombiano. La Corte Constitucional ha sido enf¨¢tica en que cualquier reforma de la Carta debe seguir el cauce trazado. El apoyo del ELN y las disidencias de las Farc a esta tesis solo genera m¨¢s dudas que certezas a esa idea, a la que no renuncia el presidente.
En realidad, lo que se percibe es que Petro est¨¢ sembrando en tierra f¨¦rtil de los sectores sociales, cualificando liderazgos y adoctrinando la base sobre los alcances de poder participativo, para acelerar un cambio a fondo de la pol¨ªtica, la econom¨ªa y el ordenamiento territorial. Sus tesis no parecen posibles hoy, pero un estadista, y sobre todo un revolucionario, piensa a largo plazo. De ah¨ª su insistencia en buscar la reelecci¨®n de su proyecto pol¨ªtico, y la consolidaci¨®n de los procesos en marcha. Desde esa ¨®ptica, la izquierda necesitar¨ªa no uno, sino varios mandatos consecutivos para concretar su ideal de un nuevo pa¨ªs y una nueva Constituci¨®n.
El poder constituyente, entonces, es entendido desde el Gobierno como el motor de profundos cambios, que tendr¨¢ que activarse a plena marcha en todo el territorio. Ese proceso, desde la izquierda, es una concepci¨®n de campa?a popular prolongada y desarmada, con la Constituci¨®n como herramienta de demolici¨®n del pasado y construcci¨®n de futuro. El parrafito que el excanciller ?lvaro Leyva invoca como soporte para convocar una Constituyente, podr¨ªa estar en las mesas de negociaci¨®n con la insurgencia, en este u otro futuro gobierno. Ning¨²n grupo firmar¨¢ la paz para que lo pactado se incumpla. Y volver a 1991, cuando el anhelo de paz moviliz¨® al pa¨ªs a una Constituyente, sigue siendo un objetivo que casa a la perfecci¨®n con el ideal de los alzados en armas de hoy.
Invocar el poder constituyente y activarlo es una jugada en una partida de ajedrez en la que Petro est¨¢ moviendo las fichas con rapidez, sin que tenga al otro lado a una oposici¨®n con imaginaci¨®n y liderazgo para anticipar las jugadas y proponer salidas. La oposici¨®n de derecha ha estado m¨¢s acostumbrada al parqu¨¦s, tan popular en Colombia, que es un juego de suma cero en el que se persigue a los rivales sobre un tablero, tratando de capturarlos y meterlos a la c¨¢rcel, mientras se lanzan los dados en busca de la ventaja y la victoria a cualquier precio.
¡°Iniciemos, y eso se llama poder constituyente, sin miedo, en el sur de Colombia, para que se expanda por toda Colombia¡±, insisti¨® el presidente en Ipiales. Y a?adi¨® que la oposici¨®n est¨¢ asustada con la movilizaci¨®n del pueblo.
Petro, acalorado y acorralado, insistir¨¢ en movilizar el poder constituyente y en convocar un acuerdo nacional. La oposici¨®n y los partidos pol¨ªticos deber¨ªan pensar seriamente en explorar el camino de los acuerdos, en el que surgir¨ªan, sin duda, algunos inamovibles para hacerlos posible: la no reelecci¨®n de Petro, el cumplimiento del calendario electoral, definir el alcance de una reforma legislativa que garantice el coraz¨®n del cambio que reclama Colombia, el cumplimiento absoluto de los acuerdos de paz de La Habana con las Farc, el apoyo a los posibles nuevos pactos de paz, y un avance hacia la verdadera descentralizaci¨®n. Con un acuerdo nacional tal vez Petro volver¨ªa a sentir la libertad que hoy extra?a, mientras lucha por no dejarse meter en el corral que le quiere imponer la derecha, que sue?a con ruido de sables para enredar los cables de un Gobierno que, con el sol a las espaldas y a fuego lento, cocina sus sue?os de reelecci¨®n.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.