El sombrero de la discordia: Petro prende una controversia sobre los s¨ªmbolos del M-19
El ministro de Cultura Juan David Correa, en una debatida resoluci¨®n, reconoci¨® el sombrero blanco del excomandante Carlos Pizarro como patrimonio cultural de la naci¨®n
Colombia ha debatido toda la semana sobre un sombrero. El presidente Gustavo Petro anunci¨® que un sombrero blanco que perteneci¨® a Carlos Pizarro, el comandante que llev¨® a la guerrilla del M-19 a firmar la paz y fue asesinado en 1990 cuando era candidato presidencial, es ahora patrimonio cultural de la naci¨®n. ¡°Este sombrero es un s¨ªmbolo de paz¡±, dijo Petro, quien perteneci¨® al mismo grupo armado. El mandatario cont¨® que recibi¨® el sombrero en su reciente viaje a Suecia, donde conoci¨® a un hombre que escoltaba a Pizarro el d¨ªa que lo asesinaron en un avi¨®n, y quien guard¨® el objeto durante tres d¨¦cadas, hasta el d¨ªa en que lo entreg¨® a Petro. Ahora est¨¢ expuesto en una urna de cristal en la casa presidencial. La declaraci¨®n abri¨® varios frentes de debate: si es o no un s¨ªmbolo de paz, si fue adecuado el camino que us¨® el ministerio de Cultura para reconocerlo como patrimonio sin deliberaci¨®n. Todo con un detalle extra: no hay un solo sombrero de Pizarro, hay por lo menos dos.
Viaje al pasado de los sombreros blancos
¡°Yo no sab¨ªa de la existencia de este otro sombrero¡±, cuenta a EL PA?S Mar¨ªa Jos¨¦ Pizarro, hija del asesinado l¨ªder, senadora del Pacto Hist¨®rico y cercana al presidente. Ella lleva los mismos 34 a?os guardando otro sombrero blanco, del mismo estilo, que ha mostrado en exposiciones en Nueva York o Barcelona, y en el Museo Nacional de Bogot¨¢. ¡°Mi pap¨¢ tuvo m¨¢s de un sombrero. Yo conozco a la persona en Suecia que le dio este otro al presidente, y que no nos cont¨® que lo ten¨ªa, pero yo s¨¦ que ¨¦l jam¨¢s mentir¨ªa sobre esto¡±, a?ade la tambi¨¦n artista pl¨¢stica. El sombrero que guarda ella tiene tejido adentro el apellido de Pizarro. El de la Presidencia, no.
La senadora recuerda que cuando mataron a su padre ella era una ni?a, y con una de sus hermanas llev¨® el sombrero al museo Quinta de Bol¨ªvar, la antigua casa del libertador en Bogot¨¢. All¨ª lo preservaron varios a?os hasta que le dijeron que prefer¨ªan devolv¨¦rselo. En su carrera como artista, lo us¨® entonces en varias exposiciones. Hasta 1988, su padre aparec¨ªa en videos y fotos usando boinas negras, como tantos otros guerrilleros del siglo XX. Pero cuando se sent¨® a negociar la paz con el Gobierno, en 1989, lo hizo con un sombrero blanco que ya hab¨ªa empezado a usar para camuflarse entre los campesinos.
¡°El sombrero lo tomamos como s¨ªmbolo de paz, pero es mejor no uniformar a la gente, yo me lo pongo cuando me da la gana¡±, dijo alguna vez Pizarro, seg¨²n cuenta el archivo de su hija. El d¨ªa que firm¨® el acuerdo, entreg¨® su pistola envuelta en una bandera de Colombia. Su sombrero blanco brillaba bajo el sol de las monta?as del Cauca. ¡°El M-19 hace dejaci¨®n de la ¨²ltima arma, por la paz y la dignidad de Colombia¡±, dijo. ¡¯El hombre del sombrero blanco¡¯ lo apodaba la revista Semana.
Mar¨ªa Jos¨¦ Pizarro consider¨® donar el sombrero al archivo del Museo Nacional, donde est¨¢n otros objetos claves de la historia de Colombia de finales del siglo XX, como el blazer que usaba el candidato liberal Luis Carlos Gal¨¢n el d¨ªa que lo mataron en 1989, o un viejo sof¨¢ calcinado del Palacio de Justicia que el M-19 se tom¨® en 1985. ¡°No me sent¨ª tranquila de dejar el sombrero all¨ª porque no me era claro en qu¨¦ contexto ser¨ªa expuesto. No quer¨ªa que se quedara en una b¨®veda y, para m¨ª, alrededor del sombrero deber¨ªa haber una narrativa¡±, explica. Entonces lo guard¨® en su casa, donde est¨¢ hoy. El sombrero de Suecia, mientras tanto, s¨ª fue expuesto con un discurso presidencial.
¡°El reconocimiento de ese sombrero para m¨ª s¨ª pone en debate una narrativa, y me siento muy tranquila con eso¡±, dice la senadora. ¡°Quiero que haya una discusi¨®n sobre la historia de los vencedores, de los vencidos, de las v¨ªctimas. No creo que con esto se busque exonerar una responsabilidad de mi pap¨¢, ni que haya una visi¨®n idealizada de mi padre, porque ¨¦l mismo nunca eludi¨® sus responsabilidades frente a momentos como lo ocurrido en el Palacio de Justicia. Yo misma he dedicado 20 a?os de mi vida a encontrar a mi padre y no idealizarlo, a poder tener una mirada cr¨ªtica hacia ¨¦l. Pero este sombrero estuvo el d¨ªa que ¨¦l se sent¨® a negociar la paz, y para m¨ª s¨ª es un s¨ªmbolo de paz¡±, a?ade.
Varios miembros de la derecha, como la senadora Mar¨ªa Fernanda Cabal, han criticado el gesto del presidente por, dicen, glorificar un ¡°terrorista¡±. ¡°Ning¨²n elemento del M-19 es instrumento de paz¡±, dice ella. ¡°Escuchar todos esos desprop¨®sitos tambi¨¦n genera dolor¡±, cuenta la senadora Pizarro.
La placa de la urna en la que reposa el sombrero en la presidencia afirma que es el que ten¨ªa puesto Pizarro el d¨ªa que entreg¨® su arma. Entonces no podr¨ªa ser el que guard¨® su hija. ¡°No s¨¦, no puedo saberlo, no s¨¦ si este o el otro¡±, dice la senadora. Solo uno de los dos brill¨® esa tarde soleada en el Cauca, y solo uno recibi¨® tratamiento especial del Estado.
Reconocer el patrimonio cultural a sombrerazos
¡°Ac¨¢ no hubo deliberaci¨®n, lo que hubo fue un golpe de autoridad¡±, dice a EL PA?S el antrop¨®logo Manuel Salge, profesor de la Universidad Externado y experto en patrimonio cultural. Salge explica que hay dos caminos usuales para declarar un bien como patrimonio cultural de la naci¨®n, y que ninguna de ellas fue la que us¨® el ministro de Cultura, Juan David Correa, cuando firm¨® la resoluci¨®n que reconoce al sombrero de Pizarro como patrimonio cultural.
La primera v¨ªa es la legislativa: todos los a?os los congresistas promueven una variopinta lista de objetos, parques o g¨¦neros musicales para que sean considerados bienes de patrimonio cultural¡ª algo que hacen a cambio de algunos votos o al menos unos aplausos. Si sus proyectos se aprueban, esos bienes no cuentan con un plan especial para cuidarlos. El reconocimiento se queda en solo eso: un papel.
Luego hay otra v¨ªa, que s¨ª garantiza un plan especial de salvaguardia con recursos p¨²blicos. Consiste en presentar los bienes con un estudio exhaustivo argumentando su valor hist¨®rico, simb¨®lico o est¨¦tico, ante el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. All¨ª est¨¢n sentados expertos y representantes del Gobierno. Solo si dan su visto bueno, los bienes entran al Registro Nacional de Patrimonio Cultural y se aprueba un plan detallado para cuidarlos.
El ministro Correa decidi¨® algo at¨ªpico, explica Salge, al reconocer un bien a trav¨¦s de una breve resoluci¨®n sin deliberaci¨®n previa en el consejo o en el Legislativo. ¡°Normalmente el Ministerio de Cultura apoya la v¨ªa ante el Consejo Nacional de Patrimonio, pero el ministro decidi¨® quitarle valor a ese sistema con esta decisi¨®n¡±, explica el profesor. M¨¢s que cumplir un protocolo, a Salge le preocupa que se perdi¨® la oportunidad de dar el debate, y por eso percibe la decisi¨®n como unilateral. M¨¢s que saber si el sombrero es un s¨ªmbolo de paz o de guerra ¡ªnadie cuestiona que s¨ª es un s¨ªmbolo de un momento hist¨®rico¡ªla pol¨¦mica fue que nadie pudo opinar antes de que el presidente apareciera diciendo que era un bien de patrimonio cultural.
¡°?Es la gente la que decide qu¨¦ es patrimonio o es el ministro de Culturas?¡±, escribi¨® en X Mar¨ªa Eugenia Mart¨ªnez, exdirectora de patrimonio en Bogot¨¢ durante la alcald¨ªa de Gustavo Petro. ¡°Las declaratorias implican una reflexi¨®n, deliberaci¨®n, y que una comunidad quiere impulsarlas¡±, a?ade Salge. ?Hab¨ªa ac¨¢ una comunidad o solo un presidente?
No es la primera vez que se critica al Gobierno por no querer debatir a fondo los s¨ªmbolos del M-19 que el presidente exalta. Helena Ur¨¢n, hija de una v¨ªctima del Palacio de Justicia, sigue esperando que el presidente responda a un debate similar, el que ella propuso sobre las banderas de la antigua guerrilla que Petro ondea en eventos p¨²blicos. ¡°Insisto: necesitamos un debate amplio sobre los s¨ªmbolos y la cultura de la violencia ?Qu¨¦ es patrimonio cultural para un pa¨ªs?¡±, escribi¨® en X al saber del sombrero.
La tensi¨®n est¨¢ tambi¨¦n dentro del Ministerio de Cultura
¡°Yo no estoy obedeciendo como un ciego las ¨®rdenes del presidente¡±, le dice el ministro Correa a EL PA?S. ¡°Tom¨¦ esta decisi¨®n porque estoy de acuerdo con ¨¦l con que estamos en un momento de reivindicaci¨®n de otras historias que no se han acogido en la historia, como la de la izquierda, la de quienes han resistido en este pa¨ªs¡±, a?ade.
No considera arbitraria la resoluci¨®n y menciona otra parecida del ministerio, en 2011, que reconoci¨® el paisaje cultural cafetero como patrimonio (esa, sin embargo, s¨ª cont¨® con un extenso estudio previo para el plan de salvaguarda). Correa adem¨¢s se?ala que tuvo que tomar la decisi¨®n por urgencia. ¡°Decid¨ª hacer una resoluci¨®n porque lleg¨® este objeto desde el exterior y consider¨¦ que deb¨ªamos ampararlo inmediatamente, reconocerlo, para despu¨¦s empezar el proceso para declararlo bien de inter¨¦s cultural¡±, explica.
En el Ministerio, sin embargo, no todos apoyaron la decisi¨®n del ministro. Al d¨ªa siguiente de la presentaci¨®n que hizo Petro, quien dijo err¨®neamente que el sombrero hab¨ªa sido declarado bien cultural, el Ministerio public¨® una aclaraci¨®n explicando que no hubo una ¡®declaraci¨®n¡¯ sino un ¡®reconocimiento¡¯. Correa dice que ese comunicado, revelando una diferencia t¨¦cnica, se public¨® sin su aprobaci¨®n, mientras ¨¦l estaba en un consejo de ministros. ¡°Se produjo obviamente para causar un da?o, lo tengo bastante claro. Hay una crisis dentro del Ministerio por alguien que se concentr¨® en ese tecnicismo, cuando yo puedo dar el debate sobre el procedimiento dentro del Ministerio tambi¨¦n¡±, dice Correa.
Tanto dentro de su oficina, como afuera de esta, muchas personas que quieren debatir c¨®mo se define el patrimonio, si all¨ª cabe o no el sombrero blanco de Pizarro. A Petro, de hecho, no le encantaba el sombrero blanco a finales de los a?os ochentas. ¡°Esos sombreros, que eran de fibra sinte?tica, daban cierta elegancia masculina. Se usan mucho en el Tolima. A mi? me gustaba ma?s el cafe? o el verde que el blanco¡±, admiti¨® en su biograf¨ªa, Una vida, muchas vidas. Ahora es su mayor defensor.
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