Cuando el Estado ya no quiere ser m¨¢s proxeneta
La restituci¨®n de los derechos de las personas que son explotadas por los diversos mercados es urgente. Los Estados tienen que invertir recursos en su recuperaci¨®n f¨ªsica, mental y econ¨®mica
Cuando alguien dice ¡°trata de personas con fines de explotaci¨®n sexual¡±, el mundo piensa en v¨ªctimas lacrimosas y encerradas, pero pocos ponen el foco en el causante. El cliente y el operador de su experiencia tur¨ªstica pasa tan desapercibido como el Uber Confort que lo transporta al hotel 5 estrellas, a ¨¦l y a las cuatro chicas que lo van a ¡°divertir¡±, la tripulaci¨®n del yate en el que beber¨¢n y bailar¨¢n, el dealer que le vendi¨® el tusi. Todos ganan, pero nadie quiere notarlo. Y mientras ellos ganan millones, las v¨ªctimas, ni?as, adolescentes, casi siempre mujeres y extranjeras, pierden.
Pel¨ªculas como Sounds of Freedom, a pesar de su tono mesi¨¢nico y holliwoodesco, sirvieron para que m¨¢s personas tuvieran conciencia de una de las formas de trata: la inducci¨®n a la prostituci¨®n. Pero hace falta otra pel¨ªcula: la taquillera y lucrativa historia de los victimarios y la del papel del Estado, que en palabras de la relatora especial de las Naciones Unidas para la violencia contra las Mujeres, Reem Alsalem, ¡°se hace la vista gorda ante las actividades y ganancias econ¨®micas de los proxenetas, o no toma medidas para frenar la demanda o exigir responsabilidades a los compradores de actos sexuales y a los proxenetas¡±. A este Estado c¨®mplice lo llama Estado Proxeneta.
En julio del 2022 asum¨ª la Secretar¨ªa del Interior y Convivencia Ciudadana de una de las ciudades en las que el flagelo de la trata de personas est¨¢ tomando fuerza: Cartagena de Indias, en el Caribe colombiano. En el pa¨ªs, la pol¨ªtica p¨²blica de lucha contra la trata tiene un fuerte enfoque de respuesta a las v¨ªctimas, pero, al estar al frente de las decisiones m¨¢s cr¨ªticas sobre el tema en la ciudad, descubr¨ª que, si nos dedicamos s¨®lo a atender v¨ªctimas, estamos ayud¨¢ndole al proxeneta y al mercado prostituyente. Me explico: la restituci¨®n de los derechos de las personas que son explotadas por los diversos mercados es urgente y necesaria. Los Estados tienen que invertir recursos en su recuperaci¨®n f¨ªsica, mental y econ¨®mica. En Cartagena el 100% de los hombres en la prostituci¨®n dieron positivo a las pruebas de VIH. El 82% de las mujeres tienen hijos peque?os. Las oportunidades econ¨®micas para generar estrategias de salida eficaces tienen que estar en la agenda. La magnitud del impacto directo e indirecto tiene que ser mitigado. Por supuesto que s¨ª.
Pero seamos conscientes tambi¨¦n de que s¨®lo atender a las v¨ªctimas de explotaci¨®n es hacerle un gran favor al proxeneta, y es fundamental una acci¨®n gubernamental igualmente decidida en perseguir y obstaculizar los mercados habilitantes de la trata, que muchas veces se esconden en mercados legales estrat¨¦gicos como el turismo y el transporte.
Quienes creemos que la trata s¨ª se puede combatir y no que es un mercado inevitable (o en el peor de los casos un trabajo), s¨®lo tendremos ¨¦xito si perseguimos con decisi¨®n lo que Reem Alsalem llama ¡°compradores de actos sexuales¡± y a toda sus cadena de valor. Esta persecuci¨®n, descubrimos en Cartagena, es muy eficaz cuando no s¨®lo es judicial: probamos que existen herramientas t¨¦cnicas, administrativas y s¨ª, burocr¨¢ticas, que sirven al prop¨®sito de meterle freno al pujante negocio para quitarle lo que los emprendedores llaman ¡°tracci¨®n¡±.
El problema de esta persecuci¨®n es que el negocio es muy rentable para todos, incluso para el Estado y los gremios. Todos pueden compartir un poco de las ganancias. Hasta los influencers con millones de seguidores obtenidos por eso y las plataformas ven inmensos beneficios. Seg¨²n el mismo informe de la relatora Alsalem, ¡°alrededor del 75 % de las v¨ªctimas de la trata de personas con fines de explotaci¨®n de la prostituci¨®n ajena u otras formas de explotaci¨®n sexual se anuncian ahora en Internet¡±. Y de la misma manera que el narcotr¨¢fico se especializ¨® en esconder toneladas de coca en bananos, postes y cuanto objeto pudieron, hoy hay cuentas de Instagram que publicitan trajes de ba?o, joyer¨ªa y sexshops que en realidad est¨¢n publicitando a adolescentes de ambos sexos que tienen exhibidas y a la venta, a un solo clic.
La buena noticia es que encontramos un camino para dejar de ser Estado proxeneta. En Cartagena, en el veloz a?o y medio que fui Secretaria de Interior, desarrollamos una estrategia llamada Leona Fiera. (El himno de Cartagena incluye el verso m¨¢s perfecto para la lucha contra la trata: Fue la heroica Cartagena / Quien del yugo las cadenas / Cual leona fiera destroz¨®.) Leona, hembra y feroz, que permiti¨® que las diferentes entidades administrativas junt¨¢ramos fuerzas contra los exitosos empresarios que esconden la trata y sus ganancias como negocios leg¨ªtimos.
Cerramos prost¨ªbulos por no cumplir con la normatividad el¨¦ctrica, denunciamos colectivamente las casas de cambio que cambiaban los d¨®lares al 45% de su valor en el mercado, cerramos de manera definitiva siete establecimientos. En consecuencia, y gracias a la informaci¨®n que estas estrategias administrativas lograron, los resultados judiciales tambi¨¦n fueron contundentes: pasamos de dos capturas por trata y delitos conexos en 2022, a 42 en 2023. Se les extingui¨® el dominio a cinco establecimientos y hoy la Fiscal¨ªa General de la Naci¨®n sigue dando frutos con informaci¨®n y tendencias que descubri¨® la leona.
Hace unos meses Mark Zuckerberg, el due?o de Meta, fue llamado al Congreso de Estados Unidos a responder por el abuso infantil promovido a trav¨¦s de WhatsApp, Instagram y Facebook. La semana pasada, el secretario de Estado de ese pa¨ªs, Antony Blinken, actualiz¨® el Plan de Acci¨®n del Departamento de Estado para la prevenci¨®n de la trata de personas. El tema est¨¢ en la agenda. Pero son los enfoques innovadores que profundicen la respuesta a la v¨ªctima pero a la vez ataquen con sus garras a los victimarios, y ataquen las fortunas de los que se hacen los locos, los que nos permitir¨¢n erradicar este delito atroz del planeta. Mi lema de guerra en Cartagena fue ¡°Que aqu¨ª no vengan¡±. Ojal¨¢ otras ciudades est¨¦n dispuestas a intentarlo.
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