Simbolismos de lat¨®n
Hemos vivido lo suficiente para ver a la izquierda convertir una sotana en s¨ªmbolo suyo. Y a la espada de unidad libertaria transformarse en instrumento de divisi¨®n
Somos animales simb¨®licos. Vivimos de representaciones en un mundo en el que lo irreal es la realidad. Anotaba Yuval Noah Harari que ¡°no hay dioses en el universo, no hay naciones, no hay dinero, ni derechos humanos, ni leyes, ni justicia fuera de la imaginaci¨®n com¨²n de los seres humanos¡±.
La realidad que palpita en nuestra imaginaci¨®n, con su enorme carga simb¨®lica, se ha hecho tan importante que un trozo de papel rectangular con simbolismos monetarios puede valer m¨¢s que un ¨¢rbol o un r¨ªo o el aire que respiramos. Lo que no vale nada vale m¨¢s que lo que todo lo vale. Excentricidades de los simios de mejor alcurnia.
Luchar contra el simbolismo es in¨²til porque, a pesar de los riesgos que encierra armar realidades et¨¦reas, ellas ejercen magnetismo en un animal que se permite so?ar. Entre otras, los sue?os demuestran que somos una especie en la que todos podemos escribir y narrar, pues no son nada diferente a complejos guiones que nuestro cerebro elabora cuando no tiene que ocuparse de odiar, amar, escupir, mentir o sacar ventaja de los dem¨¢s.
Sin simbolismos no hay humanidad, por lo que vale la pena que no cejemos en el empe?o de saberlos manejar, m¨¢s si se los usa en campos tan delicados como el del ejercicio del poder en beneficio de los dem¨¢s. La discusi¨®n sobre la actualizaci¨®n de los s¨ªmbolos es est¨¦ril.
Sacar el istmo de Panam¨¢ del escudo, o las cornucopias de una abundancia perdida; suprimir del himno aquello de ¡°la humanidad entera, que entre cadenas gime, comprende las palabras del qu¨¦ muri¨® en la cruz¡±; o modificar el componente crom¨¢tico de la bandera para que refleje el hoy y el ahora de los colombianos¡ todo eso no deja de ser una soberbia p¨¦rdida de tiempo. Los s¨ªmbolos representan momentos y sentires de ¨¦pocas que conforman nuestro pasado. Desconocerlos o vulnerarlos abre puertas a peligros insondables.
Hay una historia regional que refleja muy bien la importancia de los s¨ªmbolos patrios, y en la que se origina la frase ¡°un saludo a la bandera¡±, entendida como algo que se hace con escaso compromiso, sin verdadero respeto o convicci¨®n. Como resultado de la Guerra del Pac¨ªfico, y del tratado de Anc¨®n, Tacna (Per¨²) se hallaba bajo control de los chilenos y sus habitantes eran obligados a saludar a la bandera de Chile, pues la del Per¨² estaba prohibida. Se la saludaba, por temor a castigos, pero se hac¨ªa con evidente malestar.
Los s¨ªmbolos no se imponen. Los s¨ªmbolos se ¡°sienten¡± con genuina devoci¨®n, so pena de convertir algo sublime en fuente de malquerencias. Respetamos la bandera, respetamos el himno, respetamos el escudo, respetamos el sancocho, respetamos la camiseta de nuestras selecciones deportivas, respetamos los bambucos y el vallenato, respetamos las orqu¨ªdeas y podr¨ªan mencionarse mil s¨ªmbolos m¨¢s, oficiales o no, que animan el esp¨ªritu de los colombianos y que nos unen.
El sombrero de Carlos Pizarro, esto es, Carlos Pizarro, no nos representa a todos, porque, aun con su valiosa decisi¨®n de jug¨¢rsela por la paz, regresando a la civilidad, fue un protagonista de la guerra con v¨ªctimas (y familias) que no tienen por qu¨¦ rendirle pleites¨ªa.
La sotana de Camilo Torres no nos representa a todos, a¨²n a pesar de la genuina creencia del sacerdote en la igualdad y en lograr condiciones sociales justas. Eligi¨® las armas contra el Estado y muri¨® en su ley, convirti¨¦ndose en un personaje de nuestra historia cuya conducta admite cr¨ªticas o v¨ªtores, pero no nos representa a todos.
La bandera del M-19 no es un s¨ªmbolo nacional, en tanto representa a un grupo al margen de la ley que tambi¨¦n dio un paso encomiable hacia las reglas del Estado de Derecho, pero que caus¨® muerte y dolor. En este sentido, ondear esta bandera, por ejemplo, frente a donde estaba el Palacio de Justicia (que violaron los miembros de ese movimiento) no es grato, ni digno de aplauso. Sus miembros, si quieren seguir en la pol¨ªtica, bien pueden hacerlo, pero dise?ando una simbolog¨ªa que supere a aquella que relacionamos con la ilegalidad. Y la sangre de inocentes.
Vamos m¨¢s all¨¢: la espada de Bol¨ªvar, as¨ª como el propio Bol¨ªvar, pierden su fuerza simb¨®lica si se los manipula para convertirlos en soporte de reg¨ªmenes que desprecian las libertades, que atentan contra el derecho a la empresa o que censuran la expresi¨®n. Ch¨¢vez, primero; Maduro, despu¨¦s; y otros l¨ªderes regionales ahora, distorsionan el legado del Libertador para dotarlo de un peligroso y nuevo nivel simb¨®lico: el de la divisi¨®n, el odio y el resentimiento.
Ojal¨¢ la inquina, la hostilidad, la animadversi¨®n y el desprecio se quedaran en el plano de lo simb¨®lico. No es as¨ª: se hacen realidad y amenazan con destruirnos. Nos est¨¢n haciendo pedazos. Ya pronto nos barrer¨¢n.
***
Retaguardia 1. El Mossad es una efectiva agencia de inteligencia, que maneja informaci¨®n privilegiada y da resultados muy eficientes en sus tareas. Habr¨¢ que suponer que aquello de ¡°periodismo Mossad¡± no es tan negativo como sugiriera el presidente. Sobre todo, en momentos en que aqu¨ª se desprecia el papel fundamental de la inteligencia estatal para combatir a delincuentes reci¨¦n graduados de entra?ables amigos.
Retaguardia 2. Si quieren verdaderos s¨ªmbolos, esta semana estamos a punto de redondear las cuatro d¨¦cadas del ataque del M-19, comandado por Carlos Pizarro, a la estaci¨®n de Polic¨ªa de la inspecci¨®n de La Herrera, Tolima. Con armamento obsoleto, y desde una casa de bareque, un pu?ado de uniformados resisti¨® por largas horas a doscientos guerrilleros. Tan tenaz fue su defensa, que Pizarro los invit¨® a unirse a la guerrilla. El subteniente Carlos Mart¨ªn Rivera Prieto le mand¨® decir que ¨¦l estaba para defender la patria y no para acribillarla. De s¨ªmbolo, prefiero el quepis del subteniente al sombrero del subversivo.
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