La amenaza en campa?a
En medio de las m¨²ltiples elecciones presidenciales en el mundo, hay un factor com¨²n: sembrar el miedo entre los votantes, amenazar con un ¡°ba?o de sangre¡±, una f¨®rmula cl¨¢sica que hoy replican tanto Trump como Maduro
Tal vez sea la culpa de las muchas elecciones trascendentales que hemos tenido y tendremos este a?o; tal vez sea la culpa de los nuevos comportamientos pol¨ªticos que hace apenas unos a?os habr¨ªan causado esc¨¢ndalo a cualquier persona decente, y hoy, en cambio, nos tragamos como si fueran lo m¨¢s normal del mundo. Sea por la raz¨®n que sea, parece que ahora los candidatos de todas partes han decidido que parte leg¨ªtima de una campa?a pol¨ªtica es amenazar a los votantes. Les parece lo m¨¢s normal del mundo decir, con distintas palabras y distintos tonos, que si no votamos por ellos nos tendremos que atener a las consecuencias. De manera que ya sabe, ciudadano: vote por quien quiera, pero, si quien usted quiere es el otro, se vendr¨¢n cosas graves.
Podemos a veces creer que el recurso no es nuevo: a finales del siglo XIX, Rafael N¨²?ez hablaba ya de ¡°Regeneraci¨®n o cat¨¢strofe¡±; a comienzos del siglo XXI, el ¨ªnclito ?lvaro Uribe o su c¨ªrculo hablaron de ¡°Reelecci¨®n o hecatombe¡±. Aut Caesar aut nihil: no, tal vez es cierto que no hay nada nuevo bajo el sol. Pero es que lo nuevo no es la megaloman¨ªa salvapatrias de los emperadores de pacotilla, ni la convicci¨®n de que ellos son los ¨²nicos capaces de rescatar un pa¨ªs que se est¨¢ yendo por el precipicio; lo nuevo es la amenaza franca y abierta de violencia, y, sobre todo, la posibilidad clara e inminente de que esa violencia se haga realidad.
As¨ª vimos a Donald Trump, delincuente convicto y acosador sexual confeso (recuerden la cinta de Access Hollywood), amenazar a los norteamericanos con un ¡°ba?o de sangre¡± si los dem¨®cratas llegan a la presidencia en diciembre. Y as¨ª vimos a Nicol¨¢s Maduro, que est¨¢ aterrado de lo que va a pasar hoy en Venezuela, amenazar a los millones de venezolanos que no van a votar por ¨¦l usando las mismas palabras del delincuente convicto y acosador sexual confeso: ¡°ba?o de sangre¡±. ?stas fueron las palabras que citaron de inmediato, y con preocupaci¨®n, los medios de todas partes. De inmediato busqu¨¦ el video, claro, por no ir a cometer una injusticia con nadie, ni dar por buenas las versiones de los medios, y me encontr¨¦ con que la frase entera era todav¨ªa m¨¢s preocupante. ¡°Si no quieren que Venezuela caiga en un ba?o de sangre, en una guerra civil fratricida, producto de los fascistas, garanticemos el m¨¢s grande ¨¦xito¡¡±. Eso dice Maduro el exaltado, movi¨¦ndose exaltadamente en su enorme piyama.
(Y repito: lo entiendo bien. Maduro y su gobierno ya hicieron lo que han hecho siempre, desde la persecuci¨®n y el encarcelamiento de opositores hasta la inhabilitaci¨®n de la candidata principal con leguleyadas que no se creen ni ellos mismos. Pero esta vez no han podido hacerlo con tanto descaro; la mirada de eso que llamamos la comunidad internacional les ha impedido la desfachatez, acaso, o acaso los ha obligado a guardar ciertas formas. Y por eso el desespero, y por eso la necesidad de jugar la ¨²ltima carta de la amenaza. Lula le dio a Maduro una reconvenci¨®n potente, y adem¨¢s ten¨ªa la autoridad para d¨¢rsela. Petro, en cambio, ha guardado el hip¨®crita silencio ¨Cs¨ª, el doble rasero¨C de otras oportunidades similares).
Ahora bien: Nicol¨¢s Maduro no es un gran orador; ni siquiera es lo que s¨ª era Ch¨¢vez: un charlat¨¢n con gracia, un culebrero due?o de esa chabacaner¨ªa astuta que muchos confunden con elocuencia. Maduro es elemental, y por eso no sorprende que hable siempre con frases hechas y lugares comunes. Pero ni siquiera es capaz de cierta originalidad cuando amenaza con violencia a su propio pueblo: hasta su violencia es copiada (y copiada, en este caso, del despreciado imperio). No s¨¦ qu¨¦ da m¨¢s grima: que un gobernante en ejercicio amenace con violencia a la sociedad si no se vota por ¨¦l o que lo haga con palabras tan bobas. ¡°Ba?o de sangre¡±: ?sus asesores habr¨¢n visto el discurso de Trump? ¡°Una guerra civil fratricida¡± que ser¨¢ ¡°producto de los fascistas¡±: ?de verdad? Es como si le hablara del coco a ni?os de cinco a?os. La pregunta es: ?Le creer¨¢n los venezolanos? No es imposible: el lenguaje del miedo convence a pesar de venir empacado en palabras est¨²pidas, sobre todo cuando viene acompa?ado de personas reales que la quieran ejercer o la hayan ejercido ya: y los colectivos chavistas no se han ido a ning¨²n lado.
Trump, por su parte, ha pronunciado su amenaza en m¨¢s de una declaraci¨®n: en un discurso ante los fabricantes de carros de Detroit, en entrevista con la revista Time¡ Sus t¨¦rminos son cada vez m¨¢s inflamados, y lo aterrador es que todos vienen mucho despu¨¦s de su exitoso llamado ¨Cp¨²blico, abierto, visible para todos¨C a los insurrectos del 6 de enero. Todos lo vimos, todos lo o¨ªmos; tan claro fue su mensaje, que miles lo siguieron, y ese d¨ªa ¨Cuno de los m¨¢s oscuros ya de lo que va del siglo, por lo menos para la democracia norteamericana¨C se sald¨® con seis muertos. A esos insurrectos, Trump los llama rehenes y ha prometido perdonarlos si llega al poder. Son su milicia, su fuerza paramilitar; y all¨¢ fuera hay miles como ellos, gente que todas las semanas, en alg¨²n rinc¨®n de ese territorio inmenso de Estados Unidos, agrede a un mexicano, a un musulm¨¢n o a un periodista e invoca el nombre de Trump al hacerlo. (La cadena ABC hizo hace unos a?os un inventario de estos sucesos para probar que la invocaci¨®n a la violencia de un l¨ªder como Trump s¨ª tiene consecuencias. Documentaron m¨¢s de medio centenar de casos, desde un trumpista que le da un pu?etazo a un mexicano y le dice ¡°Eso es por Trump¡± hasta el trumpista de Michigan que atac¨® a golpes a un taxista de origen africano mientras le gritaba: ¡°?Trump! Trump! ?Trump!¡±).
La siembra del miedo entre los votantes es la mitad de lo que persiguen los candidatos con estas amenazas. La otra mitad es el llamado a los violentos para que intimiden ahora y est¨¦n listos para despu¨¦s. Maduro y Trump tiene algo en com¨²n: los dos tienen mucho que perder si pierden. Es decir, volver al poder o mantenerse en ¨¦l son la ¨²nica forma de evitarse inc¨®modas consecuencias legales por los excesos cometidos en ejercicio del poder. Si para lograrlo tienen que ba?ar a sus sociedades en sangre, lo har¨¢n. Si tienen que envenenar las vidas de todos con miedo y con odio, lo har¨¢n tambi¨¦n. Y luego, aunque pierdan, el veneno queda, y la sangre tambi¨¦n: y toda violencia siempre trae m¨¢s violencia, y as¨ª se van alimentando los ciclos interminables de nuestro deterioro. Y ¨¦sta ser¨ªa tambi¨¦n, para estos candidatos desesperados y por eso peligrosos, una forma de la victoria.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.