El de Gustavo Petro, un Gobierno distinto
En Colombia, a muchos les cuesta comprender que es leg¨ªtimo en una democracia tener un presidente de izquierda. A ¨¦l se le exige m¨¢s, y se le perdona menos
El de Gustavo Petro ha sido un Gobierno distinto. Un Gobierno de izquierda que tiene otras propuestas para manejar el Estado. A este pa¨ªs, con tradici¨®n de gobiernos de derecha y de centro derecha y que tiende a ver a la izquierda como sin¨®nimo de guerrilla, le cuesta comprender que es leg¨ªtimo en una democracia tener un presidente de izquierda. El liderazgo de Gustavo Petro no ayuda a que eso se asimile mejor. Con una personalidad cambiante y pendenciera, un estilo de comunicar que no conecta con amplios sectores y muchos errores en la toma de decisiones, el presidente contribuye a generar un clima de desconfianza que no le hace bien a su gesti¨®n ni al pa¨ªs.
Como bien dijo H¨¦ctor Riveros en una columna en La Silla Vac¨ªa ¡°Cambio es lo que ha habido¡±, y es dif¨ªcil hacer balance de un Gobierno que se sale del molde. Los planteamientos de derecha sobre los que ha vivido Colombia han terminado por ser considerados por sectores de la poblaci¨®n como la ¨²nica visi¨®n ¡°correcta¡± de la realidad. Lo dem¨¢s es populismo, lo dem¨¢s no es democr¨¢tico. La ideolog¨ªa que est¨¢ presente en todo an¨¢lisis, en el caso del Gobierno Petro se convierte en el centro de cualquier consideraci¨®n. El prejuicio va primero y hay que hacer esfuerzos para verlo m¨¢s all¨¢ del sesgo.
Este Gobierno es distinto, pero tiene problemas muy conocidos: la corrupci¨®n, el clientelismo, la ineficiencia, el manejo de la pol¨ªtica como una transacci¨®n. Todo eso en un Gobierno al que se le cobran con m¨¢s rigor los errores porque la izquierda lleva d¨¦cadas criticando pr¨¢cticas que siguen ah¨ª. Debi¨® alertar a sus seguidores la presencia en la campa?a de un Armando Benedetti y otros dirigentes que arrastran lo peor de las costumbres politiqueras. Esos acuerdos pragm¨¢ticos para llegar al poder siempre pasan factura y el Gobierno debe responder.
El presidente Petro present¨® un balance de gesti¨®n de sus dos primeros a?os en el cual destaca 15 logros. Vale reconocer que esta vez lo hizo con claridad y sin tanta verborrea. No sorprende que el ¨¦nfasis est¨¦ en lo social. Algunos resultados son importantes como la reforma pensional que, con aciertos y errores, era un asunto pendiente y permite aliviar un poco la situaci¨®n de los ancianos en extrema pobreza. Destacable la mejora en las condiciones de vida de los miembros de la fuerza p¨²blica con el incremento en la remuneraci¨®n y el retorno de la mesada 14. Esta ¨²ltima, resultado de un proyecto que respaldaron todos los partidos porque s¨ª es posible lograr consensos. Sacar de la pobreza a un mill¨®n seiscientas mil personas tampoco es asunto menor, aunque algunos analistas consideren que no se le puede atribuir a las pol¨ªticas del gobierno.
Muy distinto el balance en materia de reforma agraria y entrega de tierras, a pesar de ser una de las grandes banderas de la izquierda. Hay avances, como se?ala el presidente, pero son resultados escasos frente a la dimensi¨®n del problema y de la tarea que dej¨® el acuerdo de paz. Tambi¨¦n hay grandes pendientes en seguridad. Los indicadores tienen matices: disminuy¨® un poco el homicidio, pero se incrementaron el robo y la extorsi¨®n. Hay m¨¢s masacres, pero menos v¨ªctimas en ellas. Es evidente una percepci¨®n de inseguridad creciente que est¨¢ ah¨ª como algo vivo y real que genera miedo. El ambicioso proyecto de Paz Total ha tra¨ªdo algo de alivio a las comunidades en donde act¨²an los grupos ilegales por las etapas de cese al fuego, pero no avanza en hechos concretos de desmovilizaci¨®n. Algunos de estos grupos aprovechan la mano tendida para fortalecerse y con arrogancia retan al Gobierno y a la sociedad. No se puede olvidar que a la paz se llega no solamente por la v¨ªa del di¨¢logo sino adem¨¢s con el ejercicio leg¨ªtimo de la fuerza del Estado en el marco de la ley. El ambiente pol¨ªtico para la paz se deteriora y eso fortalece las salidas guerreristas y autoritarias.
El presidente reclama tambi¨¦n en sus resultados el incremento en el salario m¨ªnimo, el control de la inflaci¨®n y la creaci¨®n de empleo. Se debe reconocer que el manejo econ¨®mico no se ha desbocado aunque el momento actual genera preocupaci¨®n y las alertas suenan desde el primer d¨ªa. No obstante, las tormentas se han capoteado y no ha llegado la debacle pronosticada y aupada por algunos sectores que apuestan al fracaso sin entender que si la barca naufraga, ah¨ª vamos todos. La econom¨ªa, dicen los expertos, es asunto de percepci¨®n y son muchos, no solamente el presidente, los que contribuyen a promover un clima de desconfianza.
Seguidores y opositores le reconocen al Gobierno haber enfrentado el d¨¦ficit del Fondo de Estabilizaci¨®n de Precios de los Combustibles con un costo pol¨ªtico inmenso. As¨ª mismo, el nivel de endeudamiento recibido no ha dejado mucho margen de maniobra. Hasta el momento, a pesar de las peleas pol¨ªticas, se ha enfrentado esa deuda con responsabilidad. Ya es otro asunto el debate en torno a la reforma tributaria, los problemas que gener¨® y la falta de ejecuci¨®n cuando se requiere que la inversi¨®n del Estado ayude a mover un aparato econ¨®mico que muestra peligrosos signos de estancamiento.
Algo valioso en este Gobierno distinto es la llegada de otras personas al poder. Activistas de distintas causas, otros colores de piel, otras est¨¦ticas, hombres y mujeres que aportan conocimientos diferentes y que llegan tambi¨¦n con sus errores y falta de experiencia en muchos casos. Todo eso es democracia aunque cueste entender porque estamos acostumbrados a que algunas personas solamente existan como parte de las poblaciones a las que el Estado les debe programas sociales y no como parte del poder tomando decisiones. Lo que les debemos a esas personas que por primera vez llegan al poder es evaluarlas por su desempe?o y capacidad, no discriminarlas de entrada ni ser condescendientes por prejuicio.
Este ha sido un Gobierno fiscalizado, controlado, vigilado como pocos. Es parte del juego democr¨¢tico, de los pesos y contrapesos, pero tambi¨¦n va m¨¢s all¨¢. Se le exige m¨¢s, se le perdona menos. Las cr¨ªticas al presidente son permanentes y muchas de ellas justificadas porque su estilo mina la confianza colectiva. Si el presidente no tuviera como estrategia calentar debates innecesarios, como los que ha generado alrededor de la Constituci¨®n del 91 con el enredo de la constituyente o las peleas frecuentes que caza o responde, tal vez ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil analizar sus propuestas. El exceso de ruido dificulta entender.
Ese liderazgo complejo es retador en materia internacional. Sus ideas est¨¢n alineadas con debates de hoy en el mundo, como la necesidad de buscar alternativas frente a una estrategia de lucha contra las drogas que ha fracasado o la b¨²squeda de salidas frente al cambio clim¨¢tico. Por eso ha logrado un importante protagonismo internacional. Sin embargo, su diplomacia de gritos le impide tender puentes con gobiernos diferentes sin entender que la soluci¨®n a esos grandes problemas que enfrenta el planeta pasa por un trabajo colectivo. El Petro moderado que se ha visto en la crisis con Venezuela no es el mismo frente a Gobiernos de otras tendencias.
En los temas de g¨¦nero el presidente reclama en sus logros la disminuci¨®n de las muertes maternas. Hay que mencionar la puesta en marcha del ministerio de la igualdad con la vicepresidenta Francia M¨¢rquez a la cabeza, aunque existe la percepci¨®n de que la entidad no logra despegar del todo. Es importante que el presidente haya presentado ternas de mujeres para la Fiscal¨ªa y la Defensor¨ªa del Pueblo. Al mismo tiempo mantiene en sus cargos y respalda a funcionarios acusados de violencia de g¨¦nero. Hay decisiones que son s¨ªmbolos poderosos.
Un gran pendiente de este Gobierno de izquierda es la clase media. Mientras los programas se enfocan en los m¨¢s vulnerables, y se entiende que sea as¨ª por la deuda hist¨®rica con millones de personas que viven en extrema pobreza, hay una extensa poblaci¨®n que vive con un salario muy justo o que emprende en medio de obst¨¢culos, trabaja de sol a sol y enfrenta los embates econ¨®micos en la primera l¨ªnea de riesgo (para usar una expresi¨®n que gusta al presidente). Sobrevivir es el d¨ªa a d¨ªa de millones de personas, muchas de las cuales se sienten decepcionadas por un Gobierno que divide al mundo entre ricos y pobres. A la clase media la golpea el incremento de la gasolina, la desaceleraci¨®n econ¨®mica, la inflaci¨®n, las dificultades para conseguir una vivienda. Esa clase media existe, no tiene qui¨¦n la defienda y muchas de esas familias pueden caer en la l¨ªnea de pobreza.
Al presidente que tiende puentes lo vimos en su primer gabinete y se perdi¨® despu¨¦s cuando se atrincher¨® con los suyos mientras hace llamados a un acuerdo nacional. Si eso se convirtiera en un proceso de real concertaci¨®n, muchas personas estar¨ªan dispuestas a ayudar. Sin embargo, hay distancia entre lo que dice y lo que hace un presidente que ha hecho de la pelea una estrategia. Ten¨ªa todo para convocar a muchos sectores de la sociedad y hacer las reformas que necesita el pa¨ªs, y eso se logra por la v¨ªa de los acuerdos en los que todos tienen que ceder. Este Gobierno distinto no ha hecho la transformaci¨®n que prometi¨® ni ha sido el desastre que proclaman sus opositores. Ha sacudido nuestra democracia y en dos a?os sabremos con certeza si para bien o para mal.
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