Petro, dos a?os nublados por corrupci¨®n
Ning¨²n logro de los resaltados por el presidente es tan fuerte como para impedir que la deshonestidad de algunos funcionarios sea la etiqueta imborrable de esta primera mitad de la administraci¨®n
Con el estallido del esc¨¢ndalo de la UNGRD, el incendio pol¨ªtico en el vecindario, los ¨ªndices de popularidad en rojo y el crecimiento del pesimismo colectivo, no hubo mucho que celebrar en Colombia el pasado 7 de agosto, cuando se cumplieron dos a?os de la posesi¨®n del presidente Gustavo Petro, el primer mandatario firmante de un proceso de paz exitoso.
Esta vez no onde¨®, como en 2022, la bandera del M-19 en la Plaza de Bol¨ªvar, no se escuch¨® un discurso inspirador o desafiante del statu quo, ni el pa¨ªs renov¨® las ilusiones del ¨¦xito en ese proyecto pol¨ªtico de izquierda. Tampoco expres¨® optimismo en que ahora s¨ª llegar¨¢ el anhelado acuerdo nacional que impulse las grandes reformas que transformen la vida de la naci¨®n.
¡°Pero s¨ª hemos hecho, y hemos hecho m¨¢s de lo que muchos piensan¡±, dijo Petro al hacer la lista de logros de su Gobierno, muchos de los cuales el pa¨ªs ignora o se niega a creer por la ausencia de una exitosa pol¨ªtica de comunicaci¨®n gubernamental y el desafiante estilo de gobierno del mandatario.
Ese balance ha sido nublado, sin embargo, por el eco del estallido del esc¨¢ndalo de corrupci¨®n protagonizado por funcionarios petristas deshonestos de la Unidad Nacional de Gesti¨®n del Riesgo de Desastres, UNGRD, que pusieron un billonario presupuesto al servicio de un entramado para enriquecerse ilegalmente y, al mismo tiempo, impulsar las reformas gubernamentales en el Congreso de la Rep¨²blica. Un esc¨¢ndalo que involucra a los m¨¢ximos exdirectivos de esa entidad, a cuatro ministros y dos ex altos funcionarios del Gobierno, y a nueve congresistas, incluidos los expresidentes de Senado y C¨¢mara.
Justo ese d¨ªa de conmemoraci¨®n, la Fiscal¨ªa realiz¨® la audiencia de imposici¨®n de medida de aseguramiento contra los principales acusados en el expediente de la UNGRD, Olmedo L¨®pez y Sneyder Pinilla, que fue transmitida en directo por varios medios de comunicaci¨®n, copando la agenda medi¨¢tica e impactando a la opini¨®n p¨²blica, mientras en el hist¨®rico Puente de Boyac¨¢ el presidente pronunci¨® un discurso sobre las fuerzas militares, con el sol a las espaldas y rodeado de funcionarios con caras largas. Al mismo tiempo que el mandatario hablaba del futuro, la Fiscal¨ªa demostraba la capacidad de da?o de unos funcionarios deshonestos que demolieron la esperanza.
Por ello, la euforia de hace dos a?os fue reemplazada por un sentimiento generalizado de frustraci¨®n. Fue un d¨ªa de decepci¨®n para los m¨¢s de once millones de electores del presidente, porque ning¨²n logro, de los resaltados por Petro y sus funcionarios, es tan fuerte como para impedir que la corrupci¨®n sea la etiqueta imborrable de esta primera mitad de la administraci¨®n. Una etiqueta que borr¨® la promesa de valor de un mandatario que lleg¨® al poder con la bandera del cambio, despu¨¦s de d¨¦cadas de lucha en el Congreso contra la podredumbre pol¨ªtica y sus alianzas criminales con el paramilitarismo, que sembraron de sangre la geograf¨ªa nacional.
Consciente de ello, el jefe de Estado reconoci¨® que ese fen¨®meno afect¨® su gesti¨®n. ¡°Ese flagelo ha logrado permear a nuestra sociedad y nuestras instituciones. A nosotros en el Gobierno nos ha permeado y era algo que no deb¨ªa haber pasado en el Gobierno del cambio¡±, dijo en su alocuci¨®n televisada de balance de dos a?os de mandato.
Unas horas antes, hab¨ªa enfilado bater¨ªas en la red social X, antes Twitter, contra la periodista Diana Saray, tratando de poner el espejo retrovisor en otros esc¨¢ndalos en administraciones anteriores, como el supuesto saqueo de las EPS durante la pandemia, y de ratificar su compromiso contra la corrupci¨®n, al tiempo que descalificaba la labor de los medios, siempre cr¨ªticos con una administraci¨®n que ha atacado su credibilidad e independencia. ¡°Que Olmedo se vaya a la c¨¢rcel, yo mismo exijo la reparaci¨®n de la UNGRD, pero que no vengan los due?os de ciertos medios con su propaganda contra nosotros a ocultar su propia y enorme podredumbre llena de sangre¡±, escribi¨® Petro.
Precisamente por esos permanentes ataques, la Fundaci¨®n para la Libertad de Prensa, FLIP, ha emitido constantes comunicados condenando los excesos gubernamentales en ese campo.
Del 7 de agosto de 2024 queda el mea culpa del presidente por el caso de la UNGRD, su recuento de quince logros en su gesti¨®n, y el llamado insistente a un acuerdo nacional, en el que pocos creen, excepto ¨¦l mismo y su ministro del Interior, Juan Fernando Cristo. ¡°He hecho un llamado a los partidos pol¨ªticos, empresarios, organizaciones sociales para que nos sentemos a construir un gran acuerdo nacional en torno a la reforma de la salud, la reforma de los servicios p¨²blicos, la implementaci¨®n del acuerdo de paz y la lucha contra la corrupci¨®n¡±, dijo.
Esta vez no habl¨® de las reformas agraria, pol¨ªtica y a la justicia, ni del reordenamiento territorial, un tema vital para los gobernadores, hastiados del exceso de centralismo y presidencialismo. Tampoco mencion¨® la convocatoria de una Constituyente, ni insisti¨® en su tesis del poder constituyente. Tal vez ya entendi¨® que el palo no est¨¢ para cucharas y que debe conformarse con entregar el poder pac¨ªficamente el 7 de agosto de 2026.
En 2020, Colombia hablaba del estallido social, lo que impuls¨® el ascenso al poder de Petro en 2022. En 2024 se habla del estallido de la corrupci¨®n como el detonante de la narrativa de una derecha que busca demoler cualquier logro del Gobierno del cambio e impactar la campa?a presidencial de 2026. Con el esc¨¢ndalo de la UNGRD, la Fiscal¨ªa est¨¢ recuperando el protagonismo, el respeto y la independencia perdida, y la Justicia tiene una dura prueba para demostrar eficiencia y compromiso en defensa del Estado social de derecho y la democracia, que se debilita con cada hecho de corrupci¨®n e impunidad, que alimenta los discursos de odio y el deseo de venganza de los electores.
El tercer a?o del Gobierno del cambio ha comenzado, entonces, con el prop¨®sito de allanar el camino hacia un acuerdo nacional, que debe demostrarse con hechos y no con palabras. En tiempos de escepticismo y baja popularidad del presidente, con las heridas abiertas por la corrupci¨®n y el anhelo de justicia colectivo, la narrativa de venezolanizaci¨®n del pa¨ªs tomando fuerza, el fuego amigo al interior del Pacto Hist¨®rico, y la campa?a presidencial avanzando con fuerza, hay poco optimismo en que se logre ese objetivo.
Quiz¨¢ el primer paso deber¨ªa darse desde la Casa de Nari?o, baj¨¢ndole el volumen de agresividad en X contra la prensa y la oposici¨®n, y apoyando la justicia para que se castigue ejemplarmente a los involucrados en los hechos de la UNGRD. Corrupci¨®n e impunidad no pueden ser sellos del cambio. Tambi¨¦n impulsando una audaz pol¨ªtica p¨²blica anticorrupci¨®n, que se traduzca en el fortalecimiento de la Justicia y los ¨®rganos de control, despolitiz¨¢ndolos y sac¨¢ndolos de la ¨®rbita de la politiquer¨ªa enquistada en sus organigramas.
La campa?a del 2026 comenz¨® con fuerza. La derecha aplaude la crisis permanente de la izquierda, pero no ha logrado posicionar un candidato que supere el desastre de la campa?a de 2022 y su falta de liderazgo cuando vendi¨® como alternativa a un candidato condenado hoy por corrupci¨®n. Por ahora, su narrativa no pasa de escaramuzas medi¨¢ticas de corta duraci¨®n.
Aunque Petro goza de impopularidad, la derecha no parece ser la alternativa ante su falta de imaginaci¨®n y l¨ªderes cualificados. El centro tiene hoy una enorme oportunidad de construir un relato que saque a Colombia de la dicotom¨ªa Petro o Uribe, y encarrile a Colombia hacia un verdadero acuerdo nacional en defensa de la Constituci¨®n de 1991, para impedir que el populismo autoritario se empodere con las banderas de la lucha contra la corrupci¨®n.
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