La aislada burgues¨ªa bogotana
Las ¨¦lites actuales nos equivocamos en querer que los hijos no se mezclen en ning¨²n momento con el resto del pa¨ªs. Flaco favor les hacemos prepar¨¢ndolos para vivir contentos aislados
Bogot¨¢ no tiene carnaval. Eso impide que al menos por una noche se olvide que cada uno es cada cual, como dice una canci¨®n de Joan Manuel Serrat. Lo ¨²nico parecido a un carnaval son los partidos de f¨²tbol, pero all¨ª hay grader¨ªas segmentadas por precio: en el estadio El Camp¨ªn, los de la tribuna occidental y los de oriental comparten las mismas emociones a prudente distancia.
Los hijos de la burgues¨ªa (tengo tres en ese grupo) nacen aislados en un ¨¢rea peque?a de la ciudad, desde la calle 63 hasta la 150 y de la avenida Caracas hacia el l¨ªmite de los cerros. De all¨ª los llevamos los fines de semana para clubes, casas de recreo y fincas. No hay un sitio donde jueguen con otros ni?os que no sean de esa zona de la ciudad.
Los torneos intercolegiados de deporte del pa¨ªs no los tocan, pues tienen su propia organizaci¨®n, la Uni¨®n de Colegios Internacionales (Uncoli). Los colegios internacionales, por razones de precio y de legado, funcionan como un nicho al que es dif¨ªcil de acceder, similar a la tribuna occidental del estadio El Camp¨ªn.
A la postre, cuando lleguen a la universidad y aparezcan estudiantes de todos lados y todas las clases sociales, provenir de un colegio internacional (inclusive si es de otra capital), ser¨¢ un diferenciador clave. Ratificar¨¢ que, como dice el dicho, todos los colombianos somos iguales, pero unos m¨¢s iguales que otros.
As¨ª se afianza un sistema muy bogotano, que es el pre-networking. Una de las destrezas m¨¢s importantes de cualquier ser humano es su capacidad de conectarse con los dem¨¢s en redes de muchos tipos. Vienen a la mente los clubes ingleses, la pe?as taurinas espa?olas, los rotarios y leones americanos, las asociaciones deportivas alemanas. Muchos de ellos son formas de diferenciarse, claro est¨¢, pero otros son formas de conectarse con gente de distintas proveniencias y hacer networking.
En el caso bogotano, estar pre-conectados con sus pares evita a nuestros hijos desarrollar una destreza: conocer continuamente gente distinta. Es una limitaci¨®n importante en cualquier carrera profesional. La forma de compensarla es enfatizar el valor de la pre-conexi¨®n. Eso, sumado a que para muchos puestos de trabajo es crucial hablar ingl¨¦s, e inclusive para los mejor pagos, crea y perpet¨²a la escala laboral: arriba una especie de nube para los chicos bogotanos pre-conectados. Abajo el resto. Es una caricatura, claro est¨¢, pero en lo b¨¢sico es cierta.
Ese mecanismo de aislamiento enlaza desde la guarder¨ªa y el kindergarten, hasta la universidad y los puestos m¨¢s altos de la vida laboral, los sectores productivos y los cargos directivos del Gobierno.
Alfonso L¨®pez Michelsen, el expresidente, de quien se dec¨ªa que era ¡°pa?o ingl¨¦s y desd¨¦n¡±, dedic¨® su novela Los Elegidos a este tema. Como le escribi¨® el tambi¨¦n expresidente Alberto Lleras Camargo, luego de la publicaci¨®n del libro: ¡°En La Cabrera debe haber una tumba abierta para ti¡± (agosto 14, 1953), pues hab¨ªa puesto el dedo en la llaga de ese comportamiento de clan cerrado y serrano de las familias del barrio La Cabrera.
La educaci¨®n religiosa de anta?o y el servicio militar cumplieron por muchos a?os la funci¨®n de juntar gente de muchos barrios distantes y de todas las zonas del pa¨ªs. A los barrios bogotanos de nuestra infancia llegaban, en la ¨¦poca de intensa urbanizaci¨®n, entre los a?os cuarenta y ochenta del siglo pasado, familias provenientes de diferentes or¨ªgenes y regiones. La m¨ªa ven¨ªa del Tolima y Cundinamarca.
Los amigos del barrio eran hordas de 20 o 30 ni?os y ni?as jugando por las tardes, indiferenciados por las profesiones o estatus de sus padres. Era una sana instituci¨®n de mezcolanza.
No as¨ª para los ni?os que hoy encerramos en los edificios, en barrios casi sin parques, que juegan en clubes campestres y dejaron de pasar vacaciones en los pueblos. Para ser justos, la educaci¨®n y la vida segregada es un problema en todas las ciudades del mundo.
Las ¨¦lites actuales nos equivocamos en querer que los hijos no se mezclen en ning¨²n momento con el resto del pa¨ªs. Flaco favor les hacemos prepar¨¢ndolos para vivir contentos aislados y perpetuar el aislamiento, tan pronto tengan a sus hijos.
Otro asunto peculiar es el vestido. Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez lo advirti¨® a su llegada a Bogot¨¢, cuando dijo que era la ciudad que m¨¢s le hab¨ªa impresionado en la vida, porque todos los hombres vest¨ªan de negro, con sombrero y no hab¨ªa mujeres en la calle. Desde los a?os cuarenta, sobre los que describieron Garc¨ªa M¨¢rquez y L¨®pez Michelsen, mucho ha cambiado, pero una circunstancia permanece. Los bogotanos nos vestimos igual de abrigados todo el a?o.
Como entre las cuatro y las seis de la tarde la temperatura desciende a veces diez grados cent¨ªgrados, y puede haber un aguacero torrencial a cualquier hora del d¨ªa, el bogotano de cualquier clase social est¨¢ preparado para abrigarse.
?Por qu¨¦ eso es importante? Porque la mayor¨ªa de pa¨ªses y ciudades del mundo tienen al menos tres meses del a?o en los que hay bastante calor. Eso lleva a usar ropas vaporosas en el caso de las mujeres, bermudas para los hombres y hace que las sandalias sean un calzado admisible. El calor y la liviandad veraniega emanan un desgaire y relajaci¨®n en el vestir, una informalidad y descuido que apaciguan los estereotipos de la vestimenta.
No es as¨ª en Bogot¨¢. Los 365 d¨ªas del a?o nos ponemos los mismos zapatos, similares pantalones, faldas, camisas y chaquetas. Digo m¨¢s, las bogotanas nunca est¨¢n mal peinadas, pues hay salones de belleza casi en cada manzana de la ciudad. Se espera que las u?as de las mujeres est¨¦n bien pintadas, al igual que su maquillaje, y que la compostura en el vestir de los hombres se ajuste a unos est¨¢ndares exigentes. Cada vez hay menos corbatas y los pa?os ya no son negros. Pero no hay la frescura del verano largo del que gozan Buenos Aires, Santiago, Lima, Ciudad de M¨¦xico, Nueva York, Madrid o Tokio.
Bogot¨¢ est¨¢ en el tr¨®pico, pero su personalidad es ser no tropical es absoluto. Ni en la temperatura, la pesadez de sus prendas, los colores (negro y gris contra pasteles o flores), los sabores (priman las sopas calientes) o las formas (r¨ªgidos c¨®digos de vestimenta y etiqueta). Es tan diferente del resto de Colombia como cabe imaginar.
En suma, la educaci¨®n fuertemente segregada; el declive de los barrios abiertos con familias inmigrantes y muchos ni?os que juegan juntos; la p¨¦rdida de importancia de la educaci¨®n ofrecida por las comunidades religiosas y la (mala) educaci¨®n p¨²blica politizada por Fecode; la desaparici¨®n del servicio militar; el f¨²tbol segregado en el estadio; el declive de pasar vacaciones en los pueblos; la entronizaci¨®n de los colegios biling¨¹es; el pre-networking; el encerramiento en clubes campestres y urbanos para hacer deporte y actividades sociales; y el clima y sus efectos en las formas de la vida cotidiana, todo conspira para aislar a la burgues¨ªa bogotana del resto de los colombianos.
Esto tiene consecuencias en el manejo del Gobierno. Los burgueses bogotanos estamos aislados del resto de Colombia. Desde hace tiempo se ha extendido una antipat¨ªa antibogotana, evidente en el mundo pol¨ªtico. As¨ª mismo, las regiones han adquirido cada vez m¨¢s conciencia de que su futuro debe dejar de pasar por Bogot¨¢ para cada decisi¨®n.
El movimiento descentralizador se justifica en que ese el aislamiento de la burgues¨ªa bogotana se ha vuelto insoportable. Es una carga para el buen funcionamiento de sus regiones.
El T¨ªbet latinoamericano, del que habl¨® L¨®pez Michelsen, se tiene que acabar. Se ha acentuado a lo largo de d¨¦cadas, pero debemos pensar formas de desandarlo. Ser¨¢ un b¨¢lsamo para todo el pa¨ªs. Es, adem¨¢s, lo mejor que le puede pasar a Bogot¨¢, a ver si despertamos del letargo y la autocomplacencia insular. Hasta un carnaval nos vendr¨ªa bien. Puede ser una buena agenda cultural para el alcalde Carlos Fernando Gal¨¢n, hijo de un santandereano que estudi¨® en el Colegio Antonio Nari?o y vivi¨® en la carrera 17 con calle 59.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.