¡°No era amor, era acoso y manipulaci¨®n¡±: un profesor de la Universidad Pedag¨®gica es sancionado tras a?os de acoso y maltrato a sus estudiantes
Luis Miguel Alfonso Pe?a fue recientemente sancionado por sostener relaciones sentimentales con una estudiante 20 a?os menor que ¨¦l. Otras j¨®venes aseguran tambi¨¦n ser sus v¨ªctimas
Mientras Andrea* habla se pone con fuerza la mano en el pecho, sobre el lado del coraz¨®n, como intentando atajar los latidos que se aceleran. Diez a?os despu¨¦s, cuenta, todav¨ªa se altera al revivir una situaci¨®n de violencia que ha marcado su vida desde entonces. Ten¨ªa apenas 18 a?os cuando conoci¨® a Luis Miguel Alfonso Pe?a, profesor de Artes esc¨¦nicas de la Universidad Pedag¨®gica Nacional, donde ella entraba a estudiar esa carrera. Viv¨ªa su sue?o. Alfonso, entonces de 47 a?os, repiti¨® el patr¨®n que domin¨® por a?os y logr¨® llevarla a una relaci¨®n sexoafectiva mediada por la una abismal desigualdad de poder y una dura violencia psicol¨®gica. Al menos 10 personas m¨¢s acusan al docente de acoso sexual, homofobia y malos tratos, en hechos que discurren a lo largo de dos d¨¦cadas.
¡°No s¨¦ en qu¨¦ momento dejaste de ser un estudiante para m¨ª y te convertiste en una mujer¡±, fue una frase que marc¨® a Andrea. Para ella, Alfonso era un referente art¨ªstico y profesional. Profesor en la Universidad desde 1992, ¨¦l lo sab¨ªa y lo aprovech¨®, dice ella ahora, con la ventaja del tiempo transcurrido. Empez¨® cit¨¢ndola semanalmente en su oficina para asesorarla, luego la invitaba a encuentros fuera de la Universidad para tratar temas personales y eso desencaden¨® en una relaci¨®n. Ella denuncia que ¨¦l us¨® su cargo para vigilarla, prohibi¨¦ndole tener contacto con sus compa?eros hombres, incluso en el marco de actividades acad¨¦micas. Le hac¨ªa comentarios despectivos, recuerda hoy Andrea, en los que le insinuaba su incapacidad para ser profesora, entre otros juicios que buscaban minar su autoestima.
La historia de Andrea, es un calco de otras, relatan a EL PA?S seis personas ligadas a la Universidad. Dayan Rozo, egresada y ahora coordinadora de la Licenciatura en Artes Esc¨¦nicas, manifiesta que desde sus ¨¦pocas de estudiante, a inicios de siglo, las pr¨¢cticas de Alfonso eran bien conocidas entre la comunidad universitaria. El modus operandi, describe, era el mismo: identificar a j¨®venes de primeros semestres que ten¨ªan alg¨²n tipo de vulnerabilidad econ¨®mica, emocional, o acad¨¦mica, asediarlas con insinuaciones hasta establecer un v¨ªnculo sexoafectivo atravesado por la manipulaci¨®n y el chantaje. ¡°Desde que entr¨¦ a estudiar todos sab¨ªamos que ¨¦l ten¨ªa ¡®novias¡¯ entre las estudiantes. En esa ¨¦poca nosotros no ten¨ªamos las palabras para definirlo como acoso¡±, rememora Rozo.
Diana* fue compa?era de Dayan por esa ¨¦poca y en un testimonio exclusivo que conoci¨® este medio relata que por varios a?os fue ¡®novia¡¯ de Alfonso. Manifiesta que la relaci¨®n comenz¨® cuando ella estaba en primer semestre y ¨¦l era profesor en el ¨¢rea de pedagog¨ªa. En situaciones muy similares a las que describe Andrea*, Alonso le ofreci¨® apoyo emocional, luego, la invit¨® a tener citas fuera de la universidad. El v¨ªnculo se extendi¨® por a?os pese a que ¨¦l segu¨ªa siendo maestro suyo. Durante el tiempo que estuvieron juntos, al igual que sucedi¨® con Andrea, Diana supo de otras relaciones paralelas que ¨¦l ten¨ªa con m¨¢s alumnas. ¡°La Universidad no puede ser un espacio de en el que las mujeres estemos vulnerables y completamente desamparadas¡±. Y, tal y como le sucedi¨® a Andrea, el tiempo le ha dado una nueva perspectiva. Es tajante al referirse a lo que vivi¨®. ¡°Eso no fue amor, fue acoso manipulaci¨®n, agresi¨®n, violaci¨®n¡±, asevera.
Carolina Merch¨¢n, tambi¨¦n profesora de planta y quien labora en la Universidad desde 2003, recuerda lo mismo. Sostiene que los comportamientos de Alfonso han sido ¡°paisaje¡± en la facultad. En su perspectiva, el silencio se ha extendido por tantos a?os debido a que esas situaciones no se problematizaban. Marta Ayala, colega de Merch¨¢n y Rozo y hoy profesora en la Licenciatura en Artes Visuales, cuenta que a su escritorio lleg¨® hace cuatro a?os una denuncia contra Alfonso. Una alumna le hizo llegar una carta que se?alaba el acoso del profesor que, adem¨¢s de decano encargado, era su asesor de tesis. La estudiante se abstuvo de denunciarlo formalmente por esa doble condici¨®n de poder.
Las fuentes coinciden en que los comportamientos de Alfonso se repiten desde tiempo atr¨¢s; Alejandro, su alumno en 2013 recuerda las miradas morbosas del maestro sus compa?eras, los comentarios hipersexualizados que sol¨ªa hacer, y las invitaciones a ¡°tomar una pola¡± que le hac¨ªa a las m¨¢s j¨®venes frente a la toda la clase. Las maestras cuentan que le reclamaron a su colega el sostener relaciones con alumnas, y les argumentaba que ellas eran mayores de edad, omitiendo la posici¨®n de poder que ¨¦l que ostentaba en la Universidad y en los ¨¢mbitos art¨ªsticos de la ciudad. Alfonso, actualmente profesor de planta a tiempo completo, ha sido coordinador del programa de Artes Esc¨¦nicas y decano encargado de la facultad de Bellas Artes. Esa trayectoria, detallan sus v¨ªctimas, la ha usado para manipular a j¨®venes que han visto en ¨¦l un ejemplo a seguir y ha evitado que otras, testigos y afectadas, teman alzar la voz.
En 2020 sucedi¨® algo que consigui¨® romper el silencio. Durante el proceso de designaci¨®n de decano de la Facultad de Bellas Artes, al que se postul¨® Alfonso, un grupo de estudiantes se organiz¨® para escracharlo. Tem¨ªan que un hombre con ese historial pudiese ocupar un puesto tan importante. En medio de la presentaci¨®n virtual de las propuestas del entonces candidato, el chat se llen¨® de comentarios sobre sus acciones abusivas. ¡°M¨¢s de 15 a?os acosando estudiantes y ?no tiene suficiente?¡±, se lee. ¡°Tuve que cancelar su materia porque me dijo que me har¨ªa perder¡±, contin¨²a otro comentario. El escrache qued¨® grabado.
El miedo y el mutismo quedaron atr¨¢s. Las j¨®venes lograron que tambi¨¦n se quebrara el silencio de sus maestras, quienes las ve¨ªan con sorpresa y sobre todo con admiraci¨®n. ¡°El gran logro del escrache fue conseguir que, finalmente, esto se volviera una cuesti¨®n p¨²blica y sostenida¡±, subraya Rozo. ¡°Esa denuncia ayud¨® a que muchas empez¨¢ramos a hablar, porque nos sent¨ªamos amparadas por la colectividad. Nos refugiamos en nosotras mismas¡±, agrega.
Esa sanci¨®n social termin¨® siendo una semilla f¨¦rtil. Por un lado, con el apoyo de la oeneg¨¦ Sisma Mujer, Andrea denunci¨® a Alfonso ante la Universidad y en la Fiscal¨ªa, donde avanza un proceso por el delito de acoso sexual agravado. A la par, grupos de egresados hicieron actos de protesta contra el profesor. La bola de nieve que no para de crecer. La denuncia disciplinaria en la Universidad dio sus primeros resultados el pasado 21 de agosto. Ese d¨ªa, una decisi¨®n de primera instancia sancion¨® al profesor con su destituci¨®n y una inhabilidad general de 18 meses por cometer una falta disciplinaria grave. Alfonso apel¨®. El documento de sus descargos cita once testimonios de otras presuntas v¨ªctimas. Algunas de ellas, a?os antes, ya hab¨ªan enviado a las directivas de la instituci¨®n un escrito que suma 14 denuncias por diferentes tipos de violencias ejercidas por parte Alfonso. Los testimonios all¨ª incluyen desde supuestos comentarios a las estudiantes, como: ¡°Qu¨¦ lindas piernas, est¨¢n muy sensuales tus medias¡±, hasta invitaciones a beber licor en su apartamento.
Homofobia y persecuci¨®n
En 2013, quien tom¨® clases con Alfonso fue Alejandro*. El maestro le despertaba temor y aversi¨®n, recuerda el joven quien estudiaba Artes Visuales. Detalla que tuvo que repetir la materia, a su juicio, por una decisi¨®n deliberada y capacitista del docente. Alejandro es un hombre gay con una discapacidad f¨ªsica que, seg¨²n se?ala, Alfonso us¨® en su contra. Rememora que su movilidad le imped¨ªa ocasionalmente llegar a clase a tiempo y el profesor, quien estaba al tanto de sus dificultades para movilizarse, lo obligaba a tomar las lecciones desde fuera del sal¨®n, por la ventana. ¡°El cojo¡±, ¡°el lisiado¡±, sostiene que le llamaba en tono de burla.
Despu¨¦s, manifiesta, apareci¨® la homofobia. ¡°La marica¡±, ¡°la mariquita¡±, eran las formas en las que sol¨ªa referirse a ¨¦l y a otros estudiantes homosexuales, narra Alejandro. Describe cada matoneo a detalle. ¡°Me hizo mucho da?o¡±, dice. Cuenta que varias veces pidi¨® ayuda a las directivas. Puso la queja, alert¨® a otros profesores. Nada pas¨®.
Alfonso siempre ha negado las acusaciones, lo que implica que a¨²n queda un largo trecho para que reciba alguna posible sanci¨®n. Este peri¨®dico busco al profesor para conocer su respuesta ante estas acusaciones, aun as¨ª, no recibi¨® respuesta despu¨¦s de varios d¨ªas.
Las denunciantes que hablaron con este diario coinciden en que el campus no ser¨¢ un lugar seguro mientras ¨¦l siga all¨ª. Destacan que la justicia es clave no solo por ¨¦l, sino porque, aseguraban, Alfonso es uno de varios casos de una violencia machista profundamente arraigada en la ¡°Peda¡±. Ayala explica que el caso de Alfonso puede ser ejemplarizante para otros hombres, sean profesores o estudiantes.
Ser¨ªa una evoluci¨®n m¨¢s del impacto positivo que el caso ya ha tenido en la comunidad universitaria, seg¨²n las profesoras. Coinciden en que el coraje de sus alumnas las hizo enfrentarse a sus propios imaginarios machistas. ¡°El mundo para nosotras tambi¨¦n ha cambiado. No hab¨ªamos teorizado sobre lo que significan el abuso, el acoso y la herencia machista en la educaci¨®n¡±, asevera Merch¨¢n.
Ella, al igual que Ayala y Rozo, exige medidas m¨¢s eficientes para atender las denuncias de violencias de g¨¦nero. Asevera que los procesos actuales suelen ser largos y revictimizantes, y que persiste un escenario desalentador. Las universidades de Antioquia y Nacional, prestigiosas y estatales como la Pedag¨®gica, han enfrentado graves crisis justamente por estas denuncias, con casos que van desde el acoso sexual hasta las violaciones en los campus. Seg¨²n datos suministrados por la Universidad Pedag¨®gica, en lo corrido de 2024 tienen registro de 19 denuncias por violencias basadas en g¨¦nero. En conversaci¨®n con este medio, el rector, Helberth Choach¨ª, posesionado en abril, asegur¨® que ha venido trabajando por lograr celeridad en los procesos y record¨® que el estudiantado cuenta con diversas herramientas para hacer valer sus derechos y en los ¨²ltimos a?os han avanzado en mejorar esos mecanismos.
Entre tanto, Andrea, de la mano de Sisma Mujer, sigue esperando que el caso prospere tanto en la Fiscal¨ªa como en la Universidad. Asegura que no se va a rendir. Y, ahora, a diferencia de lo que le hizo creer Alonso por muchos a?os, se convirti¨® en profesora, una que busca que sus estudiantes se sientan fuertes y seguras, pues quiere evitar que repitan su historia. Por su parte, Dayan, Carolina, y Marta, las tres profesoras, subrayan que sienten culpa por no haber hablado antes, o no haberlo hecho con m¨¢s fuerza, recordando adem¨¢s que la Universidad es la encargada de formar a las futuras generaciones de maestros. En esta ocasi¨®n, fueron esas j¨®venes quienes marcaron el paso. Los papeles cambiaron e hicieron realidad el dicho de que las alumnas est¨¢n llamadas a superar a sus maestras. Ahora, juntas, luchan porque el miedo cambie de bando.
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