C¨®mo detectar a un manipulador y desarmar sus intrigas
Alrededor del 3% de la poblaci¨®n puede catalogarse como tal, y son capaces de estar muy cerca sin que se note su presencia
La manipulaci¨®n de las personas, cuando est¨¢ aderezada con crueldad, ha engendrado algunos de los episodios que m¨¢s han estremecido al mundo: Hitler, Mussolini y Bernard Madoff est¨¢n tras algunos de los m¨¢s conocidos de la historia contempor¨¢nea. Pero no hace falta ser un dictador ni desestabilizar la econom¨ªa mundial para ser un manipulador peligroso. Cada uno a su escala, lo puede ser un jefe, un amigo, un colega, un padre, un hijo¡ Y, aunque el manipulador suele colocar en su diana a personas inseguras y necesitadas de estima, todos podemos caer en su trampa, siempre que poseamos alg¨²n poder o valor interesante para ¨¦l. Puede estar tan cerca que no es posible huir, a veces ni siquiera se puede mantener una distancia saludable, pero hay pautas para romper su influjo pernicioso.
Una persona manipuladora se presenta amigable y encantadora. Poco despu¨¦s, empieza a colonizar la mente de quien tiene enfrente con tejemanejes absurdos. Progresa y su comportamiento pasa a ser el de un aut¨¦ntico tirano, admirado, respetado y temido. Sin apenas darse cuenta, la v¨ªctima cae en una espiral de culpa y demolici¨®n emocional. "La sensaci¨®n que provoca es de intimidaci¨®n, falta de libertad e inquietud. No poder obrar sin miedo a que el resultado no sea de su agrado", advierte la psic¨®loga de la cl¨ªnica ?rea Humana Cristina Mae Wood.
S¨ª, es cierto que podemos actuar con este tipo de enredos en un momento dado, con el prop¨®sito de cumplir un objetivo determinado, pero hay una gran diferencia entre hacerlo de vez en cuando y ser un profesional de la manipulaci¨®n, algo que cumple en torno al 3% de la poblaci¨®n, seg¨²n la psicoterapeuta francesa Isabelle Nazare-Aga. ?Pero c¨®mo sabemos si tenemos cerca alguno de ellos?
El catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa Jos¨¦ Luis Carrasco Perera, responsable de la unidad de Personalidad de Blue Healthcare nos da una pista muy clara: "Cuando puede demostrarse que, de manera habitual, suministra informaci¨®n a las personas de manera sesgada, parcial y enga?osa con el objeto de controlar la voluntad de las mismas".
No se trata, seg¨²n el psiquiatra, de una construcci¨®n premeditada y dise?ada, sino de algo que ocurre por defecto en una personalidad inmadura. "La manipulaci¨®n es un recurso al enga?o como forma de obtener estima y de defender un yo acomplejado y asustado que subyace en el inconsciente", explica. Pero no hace falta indagar en lo m¨¢s profundo de la psicolog¨ªa de un individuo para saber si es propenso a la manipulaci¨®n, hay se?ales inequ¨ªvocas que permiten identificarla.
Se hace pasar por un ser humilde y cautivador
"Lo m¨¢s caracter¨ªstico -dice Carrasco- es la estrategia de mostrarse pr¨®ximo a las personas y sugerirles que los otros pueden significar una amenaza. Provoca en ellos el sentimiento de 'puedes confiar en m¨ª y solo en m¨ª'. La persona manipuladora debe ser cautivadora y aparentemente humilde. Frente a lo que pudiera parecer, desde el enojo y la dominaci¨®n no es posible manipular". El segundo rasgo que las delata es su habilidad para generar sentimientos de culpabilidad en el otro, mostrando un desvalimiento excesivo que, supuestamente, es consecuencia de la falta de ayuda. As¨ª, la persona a la que pretende manipular siente que tiene un poder que no est¨¢ utilizando generosamente.
"A menudo es un comportamiento aprendido durante la infancia, cuando el ni?o se percata de que puede manejar a los adultos a su antojo y usar el chantaje emocional para su supervivencia", subraya Mae Wood. Y debe de ser rentable, ya que no es una actitud exclusiva de los seres humanos. Seg¨²n plantea un estudio publicado por investigadores del Instituto Max Planck, en colaboraci¨®n con varias universidades, en la revista Journal of Comparative Psychology, los chimpanc¨¦s tambi¨¦n son capaces de mostrar una conducta similar, y chantajear al resto del grupo si con ello acceden de modo m¨¢s f¨¢cil a una recompensa.
Mae Wood encuentra que esta forma irrespetuosa y agresiva de comunicaci¨®n, cuyo claro es objetivo es conseguir lo que uno quiere sin tener en cuenta los deseos o necesidades de la otra persona, est¨¢ presente en tres tipos de psicopat¨ªas: narcisistas, antisociales y personalidades l¨ªmites. "En el primer caso -narcisismo-, el individuo, absorto en sus delirios de grandeza, belleza y poder, act¨²a con prepotencia, absoluta falta de empat¨ªa y creyendo que goza de m¨¢s derechos que nadie. Por su parte, los antisociales manipulan de acuerdo con su temperamento impulsivo o agresivo, y sin ning¨²n remordimiento. En las personalidades l¨ªmite, la manipulaci¨®n se origina en su inmadurez emocional, miedos y sensaci¨®n de vac¨ªo. Pasa de la idealizaci¨®n extrema de su v¨ªctima a la devaluaci¨®n despiadada. Sus principales armas son el victimismo, el chantaje emocional y la amenaza de suicidio".
Desactivarse uno mismo para desarmar al instigador
"Hay que entender -explica Carrasco- que el manipulador act¨²a por puro ego¨ªsmo y sabe apuntar a nuestras debilidades. Su arma es la propia persona manipulada. Por eso, una vez que le hemos detectado, tenemos que desactivarnos nosotros mismos, dejar de escuchar sus emisiones, ensordecer su comunicaci¨®n exclusiva con nosotros y ampliarla a otras personas. No olvidemos que la persona manipuladora necesita al manipulado lo m¨¢s aislado posible". Lo mejor es no conceder ning¨²n valor ni a sus cr¨ªticas ni a sus cumplidos. "Si tienes que comunicarte con ¨¦l, usa frases cortas y difusas, mejor con tono humor¨ªstico e ir¨®nico", a?ade Mae Wood. Por supuesto, uno debe ser indulgente y amable consigo mismo porque no es el culpable de la situaci¨®n.
Lo principal de cualquier estrategia es, para estos expertos, impedir que el chantaje emocional nos genere culpa o malestar, y que nos controle de tal manera que acabemos actuando bajo miedo, obligaci¨®n o presi¨®n. La sumisi¨®n le fortalece. "Lo peor es que, en ocasiones, act¨²a tan sutilmente que todo sucede sin apenas darnos cuenta, y cuando somos conscientes ya hemos modificado nuestro comportamiento", indica la psic¨®loga.
Para tomar las riendas, Wood aconseja entrenar estrategias y recursos, cambiando y gestionando la situaci¨®n de manera proactiva. Esto pasa por trabajar la autoestima para sentirse fuerte y reducir inseguridades y culpas. A partir de ah¨ª, recomienda la siguiente hoja de ruta: "Ve un paso por delante y prepara las conversaciones aprendiendo de situaciones pasadas, y centr¨¢ndote en el objetivo sin dejarte enredar. Ante la agresividad o las faltas de respeto, habr¨¢ que retirar la atenci¨®n, marcar l¨ªmites y hacerse respetar". En lugar de defensa, la psic¨®loga propone la colaboraci¨®n y la asertividad: "Comun¨ªcate sin defenderte, no te disculpes, no cedas, no te rindas. Valora que puede que tenga raz¨®n. Ah¨ª le dejar¨¢s desconcertado y sin argumentos".
Su sugerencia es hacer uso del sentido del humor y mantenerse firme en las opiniones y decisiones, pero sin dar demasiadas explicaciones. "Cuantas menos palabras, mejor. Son muy habilidosos y cuanta m¨¢s informaci¨®n tengan, m¨¢s les facilitar¨¢s el darle la vuelta a tus criterios y mayor ser¨¢ la probabilidad de que te convenzan o te hagan dudar". Una buena t¨¢ctica para no doblegarse es, de acuerdo con la psic¨®loga, tener presentes en todo momento nuestros derechos b¨¢sicos: derecho a ser tratado con respeto, a rechazar peticiones sin sentirte culpable, a expresar tus sentimientos, a cambiar de opini¨®n, a pedir, a decidir qu¨¦ haces con tu cuerpo, tiempo y propiedad, a cometer errores y responsabilizarte de ellos, a que tus necesidades sean tan importantes como las de los dem¨¢s y, por supuesto, a hacer lo que quieras mientras no vulneres los derechos de otra persona. Es la regla de oro definitiva. Quiz¨¢s no corregir¨¢ al manipulador, pero cambiar¨¢ tu forma de estar en su mundo.
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