Olimpia Coral Melo, activista: ¡°Las mujeres colombianas a¨²n temen hablar de violencia digital¡±
La defensora mexicana apoya una iniciativa para que se replique en Colombia y otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina una legislaci¨®n que penalice a quienes compartan videos ¨ªntimos sin consentimiento
Colombia no sabe a¨²n bien qui¨¦n es Olimpia Coral Melo, pero pronto escuchar¨¢ m¨¢s su nombre. Esta mexicana activista, nacida en Puebla hace 34 a?os, transform¨® una tragedia en una misi¨®n de vida: hace varios a?os una pareja comparti¨® en redes, sin su consentimiento, videos ¨ªntimos de ella. Despu¨¦s de sobrevivir a tres intentos de suicidio con apoyo de su familia, su vida cambi¨® de rumbo cuando redact¨® la Ley Olimpia, que penaliza a quienes graban y difunden, sin consentimiento, im¨¢genes sexuales. Coral Melo cuenta, en entrevista a EL PA?S, que la ley naci¨® como una b¨²squeda por encontrar un lenguaje para explicar lo que le ocurri¨®, porque conceptos como ¡°pornovenganza¡± o ¡°ciberdelitos¡± no cuajaban bien. Hasta que encontr¨® uno perfecto: violencia digital. Olimpia Coral busc¨® que el concepto se incluyera en la legislaci¨®n de cada estado de M¨¦xico y luego a escala federal, un logro que alcanz¨® en 2020. Ahora cree que el modelo debe crecer, exportarse y llegar a otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina donde la violencia digital ocurre frecuentemente pero no se le nombra as¨ª. Argentina es el ¨²nico pa¨ªs de Am¨¦rica Latina que ya cuenta con una parecida. Coral Melo ha arrancado su misi¨®n por Colombia, donde present¨®, el mi¨¦rcoles, la ley Olimpia a la colombiana.
Pregunta. Esta ley es muy mexicana en su origen. ?Por qu¨¦ cree que se debe exportar a otros pa¨ªses?
Respuesta. Porque con ella creamos no solo legislaci¨®n, sino teor¨ªa: desde llamarle a lo que nos pasa violencia digital, hasta cambiar las narrativas estadounidenses, los anglicismos. En Estados Unidos, por ejemplo, siguen debatiendo este tema como revenge porn o porno venganza. ?Cu¨¢l porno venganza? No, esto no fue ni porno, ni venganza. No es porno porque no hab¨ªa consentimiento [de publicar im¨¢genes privadas]. Y llamarle venganza es una forma de culparte a ti, porque se explica como una reacci¨®n a algo malo que hiciste t¨² primero. ?Venganza de qu¨¦? Cuando me pas¨® a m¨ª, vi mi video en una p¨¢gina que dec¨ªa Revenge-Porn, investigu¨¦ y me di cuenta que lo que me pas¨® no ten¨ªa nombre a¨²n. Se hablaba entonces de ¡°violencia cibern¨¦tica online¡±, pero para referirse a casos econ¨®micos financieros: robo de identidad, robo de tarjeta, fraudes interbancarios. El Estado y los poderes reconoc¨ªan la violencia en l¨ªnea como aquella que afectaba a los intereses econ¨®micos y no a los derechos humanos.
P. ?Esta violencia es ejercida especialmente por parejas?
R. El mayor porcentaje de las fotograf¨ªas s¨ª vienen de una relaci¨®n, pero no son las ¨²nicas. Ac¨¢ en Colombia hemos documentado, desde enero hasta este mes, 2.217 mercados de explotaci¨®n sexual.
P. ?Qu¨¦ es ac¨¢ un mercado de explotaci¨®n sexual?
R. Son espacios p¨²blicos o grupos cerrados: p¨¢ginas web, grupos de packs [hombres que comparten contenido ¨ªntimo de mujeres sin su consentimiento], grupos de hombres que intercambian en Telegram. Incluso pasa en las que mal llamamos p¨¢ginas porno, donde el 80% de los contenidos son de mujeres que no dieron su consentimiento. Quienes est¨¢n en esos grupos deben de entender que son violadores de la intimidad sexual de las personas. Aunque no sea algo f¨ªsico, es real. No estamos interesadas solo en que un legislador apruebe la Ley Olimpia, estamos interesadas en que ese legislador borre los packs que tiene en sus tel¨¦fonos celulares de muchas mujeres que no conoce.
P. ?C¨®mo se gest¨® la idea de presentar una ley Olimpia en Colombia?
R. Nosotras tenemos una colectividad latinoamericana que se llama Defensoras Digitales. A ra¨ªz de la Ley Olimpia en M¨¦xico, habilitamos buzones para que mujeres en toda nuestra regi¨®n podamos intercambiar experiencias. En algunos pa¨ªses tenemos la oportunidad de decir ¡°puedes denunciar¡±, pero en otros no. Por ejemplo, en Colombia. Desde hace algunos meses recibimos solicitudes de mujeres colombianas que hab¨ªan vivido este tipo de violencia, empezamos a documentar sus casos y juntamos un grupo de 10 compa?eras que, cuando han denunciado, no han obtenido una repercusi¨®n: dec¨ªan ¡±intent¨¦ denunciar, y me dijeron que lo virtual no era real, que esto no existe como delito¡±. Y que mucho menos porque son mayores de edad. En Colombia el art¨ªculo 218 del C¨®digo penal reconoce esta violencia para menores de edad, pero para mayores no hay repercusi¨®n jur¨ªdica.
P. Pero cambiar el c¨®digo penal no siempre cambia algo para ellas, sobre todo en pa¨ªses con tanta impunidad en violencia de g¨¦nero con M¨¦xico y Colombia.
R. No es que creamos que la punibilidad es la forma de acceder a la justicia, sobre todo por c¨®mo funciona la justicia en nuestros pa¨ªses. No creemos que sea la panacea, la varita m¨¢gica que todo lo cambia. Pero s¨ª creemos que la ley es un camino para generar responsabilidades y nombrar el delito, definir la violencia digital, porque lo que no est¨¢ prohibido est¨¢ permitido. Vemos este proceso como uno de enfocar la responsabilidad de esta violencia en los agresores y no en las v¨ªctimas.
P. Es decir que la ley Olimpia gana algo desde el momento en que crea un nuevo lenguaje...
R. S¨ª, acabamos as¨ª con una laguna en lo jur¨ªdico y en el l¨¦xico. La violencia sexual digital la identificamos como la difusi¨®n, la producci¨®n, el intercambio, de contenidos ¨ªntimos, er¨®ticos, sexuales, reales o alterados con inteligencia artificial, todo ello hecho sin consentimiento.
R. En M¨¦xico tenemos un primer caso que puede ser un hito para el mundo: un hombre detenido y procesado por alterar im¨¢genes sexuales de sus compa?eras en el Instituto Polit¨¦cnico Nacional, con inteligencia artificial. Las compa?eras lo vieron, en flagrancia, con esas fotos de ellas, y le dijeron ¡°Yo nunca te mand¨¦ eso¡±. Ten¨ªa m¨¢s de 300.000 fotos en su iPad.
P. Habla no solo de quien las comparte sino de la difusi¨®n de estas im¨¢genes. ?Se puede hacer responsable a las plataformas donde se comparten?
R. Desde que existe un tipo penal, hemos logrado bajar contenidos y las empresas reforzaron sus pr¨¢cticas de responsabilidad. Por ejemplo, Meta hizo un c¨®digo para bajar contenidos que se llama Stop NCII [siglas en ingl¨¦s para Stop Non-Consensual Intimate Image Abuse, o ¡°parar el abuso con im¨¢genes ¨ªntimas no consensuadas¡±]. No dicen que fue gracias a ley Olimpia, claro, pero s¨ª a ra¨ªz de saber que ten¨ªan responsabilidades.
P. ?Las plataformas les dicen qui¨¦n comparte las fotos?
R. En M¨¦xico descubrimos que, en el 60% de las denuncias por violaci¨®n a la intimidad sexual, las v¨ªctimas no pueden identificar a sus agresores. Cuando se les solicita esta informaci¨®n a las plataformas, se da el bloqueo y la opacidad para poder llevar el proceso jur¨ªdico.
P. Volvamos a Colombia. ?Qu¨¦ propone la reforma espec¨ªficamente?
R. Cambiar la ley 1257, sobre la prevenci¨®n de las violencias contra las mujeres, para que all¨ª se reconozca la violencia digital. Esta violencia nos puede pasar a todas las personas, s¨ª, pero el 89,9% de v¨ªctimas somos mujeres. Tambi¨¦n busca cambiar el c¨®digo penal y a?adir un cat¨¢logo de delitos sobre la intimidad sexual.
P. ?C¨®mo encontraron ponente en el Congreso?
R. Fui a un intercambio a Estados Unidos para un diplomado, y ah¨ª tuve como compa?era a la congresista Ana Rogelia Monsalve, de la bancada afro. Le coment¨¦ de nuestro trabajo, y ella me dijo: ¡°Hay que lanzar la ley¡±. Ah¨ª empezamos a trabajar juntas.
P. ?Qu¨¦ obst¨¢culos ve en Colombia para que avance el proyecto?
R. El primer y gran obst¨¢culo es que las mujeres colombianas a¨²n tienen miedo a hablar p¨²blicamente de la violencia digital. Las 10 compa?eras con las que hemos trabajado la ley no han querido hablar casi de sus casos en p¨²blico, no quieren vivir ese proceso de ser portavoces. Fuimos a un foro en el Congreso, por ejemplo, y estaba una compa?era, muy nerviosa ante las c¨¢maras. Le dije: ¡°Vente, habla, que la ley Olimpia se trata precisamente de cambiar al miedo de bando¡±.
P. Usted ya no le teme a la c¨¢mara...
R. Yo tuve fue una mam¨¢ que no me culp¨®, y eso me dio una ventaja, un privilegio, para compartir con otras mujeres. Sigo ac¨¢ porque quiero decirles que mienten los que nos hacen creer que nuestra vida se va a acabar, mienten cuando nos dicen que nuestro cuerpo desnudo es un crimen, mienten cuando dicen que nuestra vida ya no funciona y que tenemos que acabar con ella porque jam¨¢s se van a borrar estos contenidos de Internet.
P. ?Qu¨¦ obst¨¢culos ve entre los legisladores colombianos?
R. Los egos pol¨ªticos: ahora resulta que la pr¨®xima semana otros dos legisladores quieren radicar leyes parecidas. Quiero aclarar que nosotras no vinimos a ser salvadoras de nadie; no es que las mexicanas vinieron a darle una salvaci¨®n a las colombianas. Solamente queremos compartir los procesos que nos sirvieron, y que esta ley sea nuestra, porque la ley Olimpia tiene que ser la voz de las v¨ªctimas.
P. ?C¨®mo sinti¨® el ambiente en el congreso el martes, cuando la presentaron?
R. Es la vez que m¨¢s me he sentido ignorada en mi vida. Di un discurso diciendo: ¡°Tengo fotograf¨ªas de 20 legisladores, de contenido ¨ªntimo sexual, que se grabaron en el ba?o del Congreso porque hay c¨¢maras escondidas. ?Se imaginan que fuera verdad? No es verdad para 20 legisladores, pero s¨ª es verdad para 3.000 mujeres colombianas¡±. Ni me voltearon a mirar. No somos dignas de su mirada. Fuera del Congreso un hombre nos escupi¨® un cartel diciendo ¡°Ustedes se dejaron grabar, putas¡±.
P. Ha dicho varias veces que el miedo debe cambiar de bando. Eso resuena a las palabras de Gis¨¨le Pelicot, la mujer drogada en Francia por su esposo para ser violada por decenas de hombres, quien pide que la verg¨¹enza cambie de bando...
R. Las luchas de todas siempre van a ser la fortaleza del movimiento. Tenemos nuestras narrativas, no nos inspiramos del norte global, pero s¨ª estamos entrelazadas como mujeres. Queremos un cambio radical de legislaci¨®n, de narrativas, y de pensamientos.
P. Colombia es conocido por ser el segundo pa¨ªs del mundo donde hay m¨¢s webcamers, despu¨¦s de Rumania. ?C¨®mo les puede ayudar a ellas la ley?
R. Si se usa esa tecnolog¨ªa para videograbarlas sin su consentimiento, hablar¨ªamos de violencia sexual digital. Las mujeres que est¨¢n en estas condiciones de prostituci¨®n digital pues, desgraciadamente, tienen muchas m¨¢s situaciones de revictimizaci¨®n y existen m¨¢s dificultades para su acceso a la justicia. En sentido estricto, porque dan su consentimiento a la plataforma que, si no est¨¢ regulada, abusa. Cuando t¨² quieres decir ¡°violaron mi intimidad sexual¡±, responden ¡°t¨² firmaste un contrato¡±. Ah¨ª est¨¢ la trampa del consentimiento: se apropian de esas im¨¢genes, las sobreexplotan. Eso le pas¨® a una compa?era de ac¨¢, Sandra. Ella conoci¨® a una persona en un grupo de citas, ¨¦l le pidi¨® contenidos ¨ªntimos sexuales, ella accedi¨®, y luego ¨¦l le empez¨® a pedir dinero para no subirlos. Esos videos hoy est¨¢n montados en una p¨¢gina de servicio de webcam, sin su consentimiento.
P. Pero Sandra no firm¨® nada con esa plataforma. ?Qu¨¦ pasa con las que s¨ª, que mostraron videos ¨ªntimos en la plataforma a un solo usuario, pero este las graba y las reproduce en otra parte?
R. Hoy esto depende m¨¢s de las plataformas, que deben exigirle a los usuarios que no las intercambien. En M¨¦xico una persona estuvo en OnlyFans, dio su consentimiento con un usuario, pero luego nos cont¨® que no quer¨ªa que esa fotograf¨ªa fuera hiperp¨²blica, como ocurri¨®. Ella tuvo la oportunidad de denunciar al usuario, pero no a los dem¨¢s que la usaron. Claro que existen muchos retos en la trampa del patriarcado digital, porque ninguna de esas plataformas opera en nuestros pa¨ªses. Pero si logramos en Colombia una reforma legal, se le puede exigir a las empresas tener medidas de seguridad mucho m¨¢s amplias, porque estamos hablando de qu¨¦ es violencia digital. Tendremos m¨¢s herramientas para empezar la prevenci¨®n.
P. Un objetivo m¨¢s educativo que penal de la ley...
R. S¨ª. Es que si existiera la Ley Olimpia en Colombia, Shakira, en el momento en que le metieron el celular por debajo de la falda [en una fiesta], hubiera podido llamarlo por su nombre: violaci¨®n a la intimidad sexual. Esto le pasa a Shakira, a las ni?as que caminan por la calle, no solo a las mujeres que comparten im¨¢genes con su novio. Esto nos puede pasar a cualquiera.
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