Trump, la tormenta perfecta que amenaza la democracia
La tempestad perfecta de Trump puede convertirse en una noche oscura para la democracia y, a la vez, una oportunidad para que Colombia defienda la suya con la Constituci¨®n en la mano
La reelecci¨®n de Donald Trump como presidente de Estados Unidos es una tormenta perfecta que poco a poco se convertir¨¢ en un hurac¨¢n, que tratar¨¢ de destruir a su paso todo aquello que vaya en contrav¨ªa de su particular manera de entender el uso y abuso del poder de un imperio que buscar¨¢ recuperar a la fuerza el espacio perdido ante el auge y consolidaci¨®n de nuevas potencias. Acelerar¨¢ el nacionalismo, el proteccionismo, la expulsi¨®n de los migrantes y el desmonte de las conquistas sociales de los ¨²ltimos a?os, profundizando la polarizaci¨®n interna y llevando el mundo no a la paz, sino al tr¨¢nsito permanente por el t¨²nel de su autodestrucci¨®n.
No son d¨ªas de sol, ni de esperanza, para los defensores de la democracia cuando el p¨¦ndulo de la derecha reaccionaria est¨¢ de regreso y Trump se ve a s¨ª mismo como un vengador sediento de revancha. Un cruzado anticomunista, capaz de dise?ar ¨Dcomo Ronald Reagan¡ª un nuevo orden mundial, seg¨²n sus propias obsesiones ideol¨®gicas y caprichos personales, imponiendo un gabinete que incluye megamillonarios excluyentes, como Elon Musk, que no solo manda cohetes a la luna, domina la red social X y experimenta con la mente humana, sino que ahora quiere desmontar el Estado e imponerse como el gran hermano orwelliano, que todo lo ve y todo lo sabe.
Mientras Trump baila y alista su revancha, diluvia en todo el planeta. Las im¨¢genes de las nefastas consecuencias del calentamiento global, que niegan Trump y sus seguidores, est¨¢n demostrando que la naturaleza est¨¢ pasando factura a la humanidad y exige acciones urgentes. Pero Trump niega ese fen¨®meno con el aplauso de sus m¨¢s radicales seguidores, la mayor¨ªa l¨ªderes autoritarios que han despreciado sus propias constituciones, el equilibrio de poderes, los derechos humanos, las libertades y los medios de comunicaci¨®n independientes.
Nayib Bukele, de El Salvador; Javier Milei, de Argentina, o Jair Bolsonaro, de Brasil, est¨¢n de fiesta en Am¨¦rica Latina. En Colombia, la tormenta Trump se siente con fuerza. Los primeros nombres del gabinete de guerra a la izquierda democr¨¢tica ¨Dque para Trump es comunismo puro¨D postulados por el presidente electo de Estados Unidos, como Marco Rubio, quien ocupar¨¢ el Departamento de Estado, son campanazos de lo que se avecina en esta parte del mundo, donde los presidentes Gustavo Petro, de Colombia; Lula da Silva, de Brasil, o Claudia Sheinbaum, de M¨¦xico, alientan una agenda de renovaci¨®n democr¨¢tica, y son equiparados por la extrema derecha norteamericana con l¨ªderes decadentes como Nicol¨¢s Maduro, de Venezuela; Daniel Ortega, de Nicaragua; o Miguel D¨ªaz-Canel, de Cuba.
A pesar de que Am¨¦rica Latina poco import¨® en el debate presidencial de los Estados Unidos, ahora con Trump en el poder s¨ª ser¨¢ importante todo cuanto se haga desde la Casa Blanca para intentar reorganizar el hemisferio occidental alrededor de sus intereses hegem¨®nicos. En Venezuela, Maduro sabe que su r¨¦gimen ha hecho m¨¦ritos para convertirse en laboratorio de la nueva pol¨ªtica de mano dura, como tanto han amenazado los halcones repotenciados de Washington. La amenaza de derrocarlo y llevarlo a la c¨¢rcel, como al fallecido exdictador Manuel Antonio Noriega de Panam¨¢, ya no parece ciencia ficci¨®n, a pesar de contar con el auspicio de Putin y Xi Jinping. Aunque es bien sabido que las potencias tienen intereses, no amigos, y que cualquier soluci¨®n de la crisis venezolana pasa por Mosc¨² y Pek¨ªn.
El pr¨®ximo 10 de enero de 2025, cuando supuestamente se iniciar¨¢ el nuevo mandato de Maduro, quien cometi¨® un descomunal fraude en las pasadas elecciones, se sabr¨¢ qu¨¦ tanto habr¨¢ perfeccionado Trump su estrategia hacia esa naci¨®n vecina, rica en petr¨®leo y paup¨¦rrima en democracia, exportadora de migrantes, violencia y miseria, que tiene a Edmundo Gonz¨¢lez y Mar¨ªa Corina Machado en la reserva para una eventual transici¨®n. Todo cuanto ocurra con Venezuela, ser¨¢ la receta que se aplicar¨¢ a las dem¨¢s naciones del continente, y ello golpear¨¢ a Colombia.
El impacto de los resultados electorales de Estados Unidos comienza, como es natural, a sentirse tambi¨¦n en Colombia, donde el presidente Petro, firmante de la paz del Gobierno con el M-19 en 1990, lidera una agenda de reformas que incluyen la b¨²squeda de la paz total, mayor descentralizaci¨®n, profundizaci¨®n de la democracia, empoderamiento de los sectores sociales, alineamiento internacional con la izquierda gobernante, incluida China y Rusia, y desaf¨ªo permanente al statuo quo.
La victoria de la derecha estadounidense ha acelerado la campa?a presidencial colombiana y ha sacado del closet a la periodista Vicky D¨¢vila, quien ha renunciado a la direcci¨®n de la revista Semana para lanzarse en busca del poder. Lo har¨¢ despu¨¦s de a?os de construir una candidatura con base a titulares escandalosos, publicaci¨®n de filtraci¨®n de conversaciones privadas, algunas de las cuales se sospecha provenientes del programa esp¨ªa Pegasus, y un agudo y permanente enfrentamiento con el presidente Petro, quien la ha convertido en su sparring, empoder¨¢ndola ante la opini¨®n p¨²blica como la antipetro.
D¨¢vila representa a la nueva derecha colombiana, que juega a ser outsider, sin militancia pol¨ªtica ni pasado electoral, sintonizada con las tendencias de Milei, Bolsonaro, Bukele, que tiene en Trump a su mes¨ªas y se siente due?a de un discurso maniqueo de defensa de la democracia, pero cuando llegan al poder su objetivo es demolerla, como bien lo ha declarado el propio Milei, cuyo s¨ªmbolo de poder es una motosierra, una herramienta que en Colombia se us¨® para asesinar a miles de l¨ªderes de izquierda y oposici¨®n en los peores a?os de la violencia paramilitar.
D¨¢vila negaba hasta hace unos d¨ªas que ser¨ªa candidata, pero su lanzamiento se da cuando el Centro Democr¨¢tico, con ?lvaro Uribe contra las cuerdas judiciales, busca afanado un candidato de centroderecha que les permita so?ar nuevamente con el regreso a la Casa de Nari?o. No la tienen f¨¢cil. Sus heridas internas parecen insanables. Y a pesar de que el p¨¦ndulo pareciera estar de regreso a la derecha en Estados Unidos y Europa, en Colombia las cosas no son tan f¨¢ciles.
La pol¨ªtica con Petro en el poder es mucho m¨¢s complicada, porque tiene una enorme base popular, maneja la chequera del Estado y su iniciativa pol¨ªtica no ha encontrado un rival que lo frene. En el pasado, adem¨¢s, ya han triunfado alternativas de extrema derecha, con Uribe, o los outsider, como Antanas Mockus en Bogot¨¢, la izquierda democr¨¢tica con Petro, o la centroderecha con Juan Manuel Santos. Despu¨¦s de un Gobierno de izquierda como el actual, no se ve a¨²n claro que la derecha tenga asegurado su regreso al poder y se d¨¦ un fen¨®meno como el de Trump, Bukele o Milei. Petro atacar¨¢ con todo, las dificultades lo engrandecen.
De hecho, en Bucaramanga hace agua el capital pol¨ªtico de un alcalde que se declar¨® el Bukele colombiano. Y no se ve qui¨¦n quiera ser el Milei colombiano. Lo que s¨ª se observa con claridad es que la derecha sigue extraviada aplaudiendo a Trump sin que tenga claro qui¨¦n elevar¨¢ sus banderas en 2026. Tampoco se observa qui¨¦n ser¨¢ el sucesor de Petro, cuyo mandato entra en recta final con el sol a las espaldas y Marco Rubio y Trump resoplando como b¨²falos en sus narices, amenazando a Venezuela y conspirando para minar el poder de Lula y estimular el ascenso de la extrema derecha regional.
La tempestad perfecta de Trump puede convertirse en una noche oscura para la democracia y, a la vez, una oportunidad para que Colombia defienda la suya, sin miedo, con la Constituci¨®n en la mano. Escoger bien al sucesor de Petro es la tarea hacia adelante, para que llegue un l¨ªder que sepa defender los intereses vitales, como la agenda ambiental, el derecho a vivir en paz, la desnarcotizaci¨®n de nuestras relaciones, la superaci¨®n de la pobreza y las reformas aplazadas. Es tiempo de pensar en serio en el futuro, para pasar el hurac¨¢n Trump con la democracia viva.
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