Luisa Fernanda Herrera: ¡°La inteligencia artificial marca un antes y un despu¨¦s en la arqueolog¨ªa¡±
La cient¨ªfica, integrante de la primera expedici¨®n a la Ciudad P¨¦rdida en Colombia, se sumerge en la historia de un poblado ind¨ªgena oculto bajo la espesura de la cordillera durante tres siglos
EL PA?S ofrece en abierto la secci¨®n Am¨¦rica Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscr¨ªbete aqu¨ª.
La arque¨®loga Luis Fernanda Herrera (Bogot¨¢, 1951) no se arroga el descubrimiento de nada, a pesar de haber formado parte, en 1976, de la primera expedici¨®n cient¨ªfica en busca del ancestral poblado ind¨ªgena de Ciudad Perdida, en la Sierra Nevada de Santa Marta. Es, junto a la Amazon¨ªa, uno de sus lugares amuleto. Quiz¨¢s por eso concedi¨® esta entrevista y la sesi¨®n de fotos, a la que compara con una visita al dentista. Hoy dedica su tiempo a leer y a jardinear en su casa de las afueras de Bogot¨¢. Desde all¨ª, le sigue el pulso al devenir de la sierra del Caribe colombiano y a ese centro m¨ªstico y comunidad ind¨ªgena que se mantuvo oculto durante siglos. Es decir, a la invenci¨®n y reinvenci¨®n del sitio arqueol¨®gico, cuyo santuario de bosques tropicales, adem¨¢s, fue declarado reserva del hombre y de la biosfera por la Unesco en 1979.
De Ciudad Perdida no se supo nada entre 1600 y comienzos de los a?os 70 del siglo XX. 370 a?os unidos tan solo por algunos textos apolillados de cronistas espa?oles que se hab¨ªan topado durante la Conquista con aquellas enigm¨¢ticas terrazas circulares arropadas por piedras. Aquel eco, de tipos como el explorador Sevillano Juan de Castellanos (Espa?a, 1522- Nuevo Reino de Granada [hoy Colombia], 1607) o el monje franciscano Fray Pedro Sim¨®n (Espa?a, 1574- Nuevo Reino de Granada, 1628), fueron excusa suficiente para que Herrera emprendiera trabajos en la vertiente norte y occidental de la Sierra Nevada durante tres a?os.
Su empe?o borde¨® el coraz¨®n de la gran ciudad de la etnia Tairona con el descubrimiento de dos centenares de sitios arqueol¨®gicos. Pero no fue hasta 1976, cuando lleg¨® al Instituto Colombiano de Arqueolog¨ªa e Historia (Icanh) la noticia de que el intermediario de una red de expoliadores de yacimientos hab¨ªa contactado con el Museo del Oro de Bogot¨¢ a prop¨®sito de un hallazgo importante. Su objetivo era conseguir ayuda para fletar un helic¨®ptero que los llevara tras el rastro de una zona de acceso complejo. Ese fue el punto de partida de la primera misi¨®n que zarp¨® con un equipo encabezado por Herrera y el arque¨®logo Gilberto Cadavid. ¡°La sierra estuvo llena de poblados en el tiempo. Para m¨ª es un sitio m¨¢gico, con una energ¨ªa impresionante que yo no s¨¦ describir, pero que no la he sentido en otro lado¡±, dice la tambi¨¦n doctora en Arqueolog¨ªa Ambiental por la Universidad de Londres durante una conversaci¨®n con este diario en una ma?ana de enero en el barrio Quinta Camacho de Bogot¨¢.
Pregunta. ?Cu¨¢l es la pregunta que le gustar¨ªa resolver sobre el pasado de este sitio arqueol¨®gico?
Respuesta. Quisiera saber c¨®mo era el manejo sociopol¨ªtico en la Sierra Nevada. Las primeras fechas de ocupaci¨®n que se tienen registradas de Ciudad Perdida son del a?o 200. Yo quisiera saber qui¨¦nes eran todos esos pueblos que habitaban la zona y sus relaciones entre s¨ª. Si t¨² ves, los diferentes sitios tienen sus singularidades, su topograf¨ªa, pero tambi¨¦n tienen alg¨²n patr¨®n. Y estaban conectados. Entonces ser¨ªa interesante esclarecer los v¨ªnculos de esa organizaci¨®n. Todav¨ªa desconocemos la respuesta a preguntas sobre los sitios ceremoniales, qu¨¦ com¨ªan, c¨®mo ten¨ªan dispuestos los poblados o c¨®mo se manejaba el poder. C¨®mo era la comunicaci¨®n.
P. ?Qu¨¦ avances ha habido en las ¨²ltimas investigaciones?
R. La inteligencia artificial ha marcado un antes y un despu¨¦s en la arqueolog¨ªa. Hoy tenemos m¨¢s respuestas sobre la ocupaci¨®n del sitio. Para eso se ha utilizado una tecnolog¨ªa que se llama LiDAR, que es un sistema de teledetecci¨®n por luz l¨¢ser para escanear con drones todo lo que hay debajo del suelo. No podemos hablar de Ciudad Perdida como sitio ¨²nico y separado del resto de sitios que se encuentran en toda la Sierra. Todos los sitios estaban comunicados entre s¨ª por caminos de piedra, lo que hace imprescindible considerar la totalidad de ellos para comprender los patrones de construcci¨®n, las trayectorias de ocupaci¨®n y las relaciones entre arquitectura y autoridad pol¨ªtica de estas sociedades. Esto supone una nueva etapa en las investigaciones en la Sierra.
P. ?Ha variado la relaci¨®n de las comunidades ind¨ªgenas con las entidades oficiales desde los a?os 70?
R. Cuando yo estaba en el Icanh, conocimos a un grupo de ind¨ªgenas que nos ayud¨® mucho para llegar a donde el helic¨®ptero no llegaba. Les compr¨¢bamos bastimento y comida. Siempre hubo buena relaci¨®n. Cuando Ciudad Perdida se abri¨® al turismo, todos los alojamientos eran negocios de colonos. Hoy en d¨ªa hay muchos de ind¨ªgenas. Y en los ¨²ltimos a?os se han adelantado proyectos para que los dos actores trabajen en campamentos con ¨¦nfasis en el cuidado ambiental. Tambi¨¦n ha habido inducciones con los gu¨ªas, que son el n¨²cleo importante.
P. ?Y el pa¨ªs urbano ha aprendido de los mitos ancestrales o de su cosmogon¨ªa?
R. No. Cuando visitan la sierra, se enteran. Pero al turista, en general, le interesa ver al ind¨ªgena, con sus trajes blancos, y la mochila. Pero sigue siendo dentro de la idea del ser ex¨®tico. Fuera de eso, en Colombia la formaci¨®n de historia en los colegios es m¨ªnima. Seguimos con la misma c¨¢tedra de cuando yo estaba chiquita. Falta mucha informaci¨®n. Por eso hay tanto desconocimiento, y eso se lo achaco a que los arque¨®logos escribimos para los arque¨®logos. Unos textos ¨¢ridos, que no se los lee nadie.
P. ?C¨®mo eval¨²a el manejo ambiental de la reserva?
R. Existe el mito de que la sierra siempre fue un bosque o una selva tupida y que hay que conservarla como tal. En realidad, si miramos su desarrollo detenidamente, durante m¨¢s de mil a?os fue un mosaico agroforestal. Uno donde todo era verde. Pero hab¨ªa potreros, cultivos, campos agr¨ªcolas y posteriormente poblados. Despu¨¦s de 1600, cuando los grupos ind¨ªgenas abandonaron el sitio a ra¨ªz de la conquista espa?ola, el bosque vuelve a retomar el ciclo. Con otras caracter¨ªsticas de vegetaci¨®n diferente. Hoy, a medida que va creciendo la poblaci¨®n ind¨ªgena y campesina, es probable que se vaya pareciendo m¨¢s a lo que fue anteriormente. Con otras caracter¨ªsticas, como el predominio de la palma de tagua, que antes no hab¨ªa.
P. ?Entonces la deforestaci¨®n de los colonos y fincas, o los cultivos de cannabis o de coca no han afectado a la sierra?
R. En la primera parte, cuando llegas a una vereda que se llama Machete Pelado, s¨ª hay deforestaci¨®n. Est¨¢ lleno de fincas. Pero eso siempre ha sido as¨ª. Siempre ha habido ganader¨ªa. De hecho, en los a?os 70 era peor porque la sierra completa estaba colonizada por los cultivos de marihuana.
P. Tampoco hay masificaci¨®n tur¨ªstica¡
R. No. Nada que ver con Machu Pichu. Cualquier turista que vaya tiene que ir con gu¨ªa. La trocha por la que transitan es el ¨²nico camino y nadie se puede desviar de ah¨ª. Por eso, ni la fauna, ni la vegetaci¨®n se han visto afectadas. Hay falencias de otro tipo, por supuesto. La ¨²ltima vez que fui escuch¨¦ el relato de uno de los gu¨ªas que estaba hablando con dos turistas. Les dijo cualquier cantidad de imprecisiones.
P. Tambi¨¦n es cierto que a lo largo de estas casi cinco d¨¦cadas la violencia ha dejado su sombra en el ¨¢rea¡
R. S¨ª. Durante un tiempo estuvo la guerrilla, pero probablemente desde hace un par de d¨¦cadas fueron los paramilitares quienes estuvieron muy presentes. Excepcionalmente, se metieron a Ciudad Perdida. Creo que en 2003 hubo un secuestro y el Gobierno cerr¨® el sitio hasta 2008. Y ocasionalmente uno ve¨ªa a hombres armados con sus uniformes. Hoy ya no, pero de todas formas ha sido inc¨®modo. Yo me he sentido cohibida.
P. ?Hay alg¨²n punto del yacimiento que privilegie en su memoria?
R. S¨ª. Hay uno que me enamor¨® totalmente. Por la quebrada La Aguja, cerca de Fundaci¨®n, en la parte baja, donde la vegetaci¨®n es de bosque seco. Ah¨ª la disposici¨®n de los muros, la parte arquitect¨®nica, es absolutamente impresionante. En una subida de 60 grados. En el manejo del agua, en esos aguaceros tan horribles, t¨² ves c¨®mo se encauza el agua, c¨®mo va encauz¨¢ndose por las escaleras. Luego sigue por los desag¨¹es de las viviendas y baja por unas losas salidas dispuestas en las terrazas. El agua va por donde tiene que ir y por eso no hace da?o. Eso fue lo que me impact¨® totalmente de Ciudad Perdida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.