Iris Mar¨ªn, defensora del Pueblo de Colombia: ¡°El Catatumbo sella la muerte pol¨ªtica del ELN¡±
La funcionaria se?ala que el grupo armado ha mostrado una crueldad sin precedentes. ¡°No vimos venir esta magnitud¡±, reconoce
Iris Mar¨ªn (Bogot¨¢, 48 a?os) no ha tenido paz en estos cinco meses como defensora del Pueblo de Colombia. Desde que tom¨® posesi¨®n, ha visto c¨®mo la violencia del conflicto armado se recrudece a lo largo y ancho del pa¨ªs. El autodenominado Estado Mayor Central, una disidencia de las extintas FARC que abandon¨® los di¨¢logos con el Gobierno de Gustavo Petro, resiste los embates del Ej¨¦rcito en el Cauca y ahora lleva a los ni?os y adolescentes que recluta a morir en un nuevo frente de guerra en la Amazon¨ªa. La guerrilla del ELN, mientras tanto, ha terminado de dinamitar su proceso de paz tras provocar una crisis humanitaria sin precedentes en el Catatumbo: un centenar de muertos y m¨¢s de 50.000 desplazados.
¡°Da la impresi¨®n de que se estaban preparando para la guerra¡±, enfatiza Mar¨ªn sobre el ELN y la expansi¨®n que llev¨® a cabo en simult¨¢neo al proceso de paz. La crueldad de las acciones en el Catatumbo le hace pensar que la guerrilla enga?¨® al Gobierno y a la sociedad cuando proclam¨® su voluntad de paz. Sin embargo, matiza que fracas¨® ese proceso, no la paz total en su conjunto. Se?ala que las negociaciones con otros grupos armados evitan una crisis humanitaria a¨²n mayor. ¡°Los disidentes de Calarc¨¢ no son unos angelitos: siguen reclutando y tienen control poblacional. Pero no tienen agresiones tan fuertes en contra de la poblaci¨®n civil¡±, eval¨²a.
Pregunta. ?Qu¨¦ lectura hace de la crisis en el Catatumbo?
Respuesta. Sella la muerte pol¨ªtica del ELN al romper cualquier conexi¨®n que pudiera quedar con su caracterizaci¨®n como un grupo de personas que se alza en armas contra un Estado que considera injusto. Hace d¨¦cadas, desde que las guerrillas decidieron meterse en el negocio del narcotr¨¢fico, ha estado en duda su finalidad pol¨ªtica. Hab¨ªa antecedentes en varias partes del pa¨ªs de confinamientos masivos, desplazamientos y cierta crueldad contra l¨ªderes sociales que no tomaban partido por ellos. En Arauca, por ejemplo, hay casos en los que fueron casa por casa sacando personas para cometer una masacre. Pero esta vez todo se junt¨®. Se nota una crueldad sin precedentes en contra de la poblaci¨®n civil.
P. ?C¨®mo es que Colombia no vio venir un escalamiento de la violencia que en pocos d¨ªas sum¨® un centenar de muertos y 50.000 desplazados?
R. La Defensor¨ªa lanz¨® varias alertas sobre el Catatumbo desde 2020. Una ¨²ltima alerta de inminencia [de noviembre de 2024] detectaba un escenario de riesgo muy real y muy concreto. Creo que como Estado no le dimos la suficiente atenci¨®n a la gravedad del asunto.
P. La alerta se?alaba algunos riesgos para la poblaci¨®n civil, pero no alcanzaba a prever el nivel de sevicia que hemos visto.
R. Advertimos que el pacto de coexistencia entre el Frente 33 [de las disidencias de las FARC] y el ELN probablemente iba a una ruptura. Y que, si eso ocurr¨ªa, iba a haber desplazamientos o algunos homicidios. Pero es cierto que no vimos venir esta magnitud. Es una operaci¨®n sostenida, simult¨¢nea en varios municipios, con listados [de personas a las que matar], que muestra una planeaci¨®n. Tenemos informaci¨®n de que trajeron personas desde Arauca para que no tuvieran ning¨²n tipo de lealtad o misericordia al atentar contra la poblaci¨®n local.
P. Las v¨ªctimas de desplazamiento forzado ya quintuplican a las del siguiente mayor evento, el de El Charco (Nari?o) en 2007. ?C¨®mo se explica un movimiento tan masivo en tan poco tiempo?
R. Fue masivo y dirigido a toda una regi¨®n de manera simult¨¢nea. Eso es lo que diferencia al Catatumbo de otros vaciamientos, como el de los Montes de Mar¨ªa. Los paramilitares ejecutaban masacres pueblo por pueblo, y generaban desplazamientos en un margen de tiempo: produjeron un impacto comparable al del Catatumbo en varios meses o un par de a?os. Lo com¨²n en ambos casos es que creen que sacar al grupo rival es sacar a toda la poblaci¨®n que ellos consideran af¨ªn al otro bando. Esto implica quitarle autonom¨ªa a la poblaci¨®n y sacar a una parte muy importante, sin respetar el principio de distinci¨®n [entre civiles y combatientes].
P. ?C¨®mo hizo el ELN para consolidar esta capacidad para infringir un da?o de esta magnitud sin que se encendieran las alarmas?
R. En los ¨²ltimos d¨ªas he sentido que nos reclaman que la alerta no mir¨® esa capacidad del ELN. Sobre todo el Gobierno, que ha se?alado que era gen¨¦rica o que no precis¨® los impactos. Creo que siempre podemos mejorar, pero nosotros no reemplazamos los an¨¢lisis de seguridad; no hacemos inteligencia o infiltraci¨®n de grupos. Me da la impresi¨®n de que la mejor informaci¨®n que se tuvo fue la de nuestro sistema de alertas tempranas y eso me enorgullece, pero me preocupa que sea la ¨²nica fuente, o la principal. Es alarmante la falta de informaci¨®n pertinente de la fuerza p¨²blica.
P. ?Qu¨¦ tanto se fortalecen el ELN y los otros grupos mientras dialogan con el Gobierno?
R. Un an¨¢lisis que hicimos de la evoluci¨®n de los grupos armados en los ¨²ltimos cinco a?os nos muestra su ampliaci¨®n territorial. El Ej¨¦rcito Gaitanista de Colombia [o Clan del Golfo] creci¨® de 213 municipios a 345, un aumento del 62%. La disidencias, un conjunto de grupos muy diversos, pasaron de 124 municipios a 262, lo cual implica que duplicaron su presencia. El ELN tuvo un aumento del 52%: de 146 municipios a 226.
P. Usted comentaba en una entrevista con este peri¨®dico tras tomar posesi¨®n que ¡°las negociaciones de paz no han resultado en mejoras en la situaci¨®n de vida de la gente¡±. Esto ahora es evidente en el Catatumbo. ?C¨®mo concilia el compromiso con la paz con la frustraci¨®n de que el ELN haya aprovechado para expandirse en estos a?os?
R. No puedo dar una respuesta contundente. M¨¢s bien, es un tema de an¨¢lisis con varios elementos. Por un lado, es muy dif¨ªcil seguirle pidiendo al Gobierno que mantenga una mesa de paz con el ELN tras una escalada como esta. Por otro, [antes del Catatumbo] las condiciones humanitarias por lo menos estaban contenidas y por eso las comunidades apoyan los ceses al fuego. A la par de la expansi¨®n, hab¨ªa reducciones en las cifras de homicidios de firmantes del acuerdo de 2016 y de los l¨ªderes sociales. Adem¨¢s, vemos que las disidencias de Calarc¨¢ todav¨ªa hacen parte de di¨¢logos y est¨¢n m¨¢s contenidas. No son unos angelitos ¡ªreclutan, tienen control poblacional¡ª, pero no han cometido agresiones tan fuertes en contra de la poblaci¨®n civil. Yo dir¨ªa incluso que la paz total no ha fracasado, lo que fracas¨® es el intento de paz con el ELN. Los procesos con Calarc¨¢ y los Comuneros del Sur [una escisi¨®n del ELN] representan una fuente de esperanza.
P. ?El balance de estos a?os es que se contuvo la situaci¨®n humanitaria a cambio de la expansi¨®n de los armados?
R. No s¨¦ si los grupos armados crecieron para desarmarse o para estar m¨¢s fuertes cuando todo se rompa. En el caso del ELN, da la impresi¨®n de que se estaban preparando para la guerra. Me recuerda a cuando se rompi¨® el proceso del Cagu¨¢n con las FARC [en 2002]. El expresidente [Andr¨¦s] Pastrana sali¨® a decir que era el colmo, que nos hab¨ªan enga?ado. Y todo el mundo dec¨ªa: ¡°S¨ª, pero ya lo sab¨ªamos¡±. Cambian los a?os y el contexto, pero tambi¨¦n sale el Gobierno a decir que nos han enga?ado, y uno dice: ¡°S¨ª, ?pero el ELN alguna vez estuvo seguro en su voluntad de paz?¡±. Ellos dicen que s¨ª, pero los hechos parecen mostrar que no.
P. ?lvaro Uribe lleg¨® a la Presidencia luego del Cagu¨¢n y dio un giro militarista. ?Teme que una mayor intervenci¨®n del Estado escale a¨²n m¨¢s la violencia?
R. Hay muchos puntos en com¨²n, como una guerrilla que no da muestras de estar comprometida con el proceso y la decisi¨®n del Gobierno de decretar la conmoci¨®n interior. Pareciera ser que estuvi¨¦ramos repitiendo un patr¨®n de conducta: intento de paz, fracaso, rabia, conmoci¨®n interior y guerrerismo. Pero tambi¨¦n hay diferencias importantes: el Gobierno no est¨¢ tomando medidas de corte militarista como parte de la conmoci¨®n interior, la politizaci¨®n de los grupos ahora es marginal y los actores est¨¢n cada vez m¨¢s fragmentados. Creo, de todos modos, que no necesariamente existe una dicotom¨ªa entre paz y guerra. De pronto ambas cosas deben hacerse a la vez: adelantar conversaciones sin que eso implique dejar de proteger a la poblaci¨®n a trav¨¦s de la justicia y la fuerza p¨²blica.
P. En los ¨²ltimos d¨ªas tambi¨¦n visit¨® el Cauca, donde las fuerzas militares combaten al Estado Mayor Central de Iv¨¢n Mordisco...
R. Hace 15 d¨ªas estuvimos en Tacuey¨®. Es una zona absolutamente controlada por Mordisco: hay murales de Tirofijo [cofundador de las FARC], reglas sobre deforestaci¨®n y no deforestaci¨®n en la carretera e incluso emblemas del Estado Mayor en barriles de basura en las estaciones de polic¨ªa. Fue tal vez la visita en la que me sent¨ª m¨¢s insegura. Nos hab¨ªan dicho que el grupo sab¨ªa que ¨ªbamos y que lo permit¨ªa. Pero, cuando llegamos, nos alertaron de que estaba molesto porque algunos de los carros con los que ¨ªbamos no hab¨ªan bajado las ventanas. Nos dijeron: ¡°El grupo est¨¢ bravo¡±. Me asust¨¦ mucho. Luego, la gente estuvo muy valiente para hablar y eso me sorprendi¨®.
P. ?Qu¨¦ impacto han tenido los operativos militares?
R. El Estado Mayor ha disminuido su presencia en lugares como El Plateado, pero sigue resisti¨¦ndose muy fuertemente. El Estado no ha podido retomar completamente el control y el Ej¨¦rcito enfrenta retos importantes. Tiene que respetar el principio de distinci¨®n entre civiles y combatientes, pero el EMC se mete en las casas, guarda explosivos ah¨ª. Entonces, ?c¨®mo haces para proteger a la poblaci¨®n?
P. Mordisco especialmente ha encendido las alarmas por su aumento del reclutamiento forzado de menores de edad...
R. Los registros muestran que es el que m¨¢s est¨¢ reclutando, y ahora lleva ni?os y adolescentes del suroccidente a disputar el Guaviare con las disidencias de Calarc¨¢. Pero todos los grupos est¨¢n reclutando. Lo que pasa es que Mordisco es m¨¢s torpe en ello, lo hace muy en contra de la voluntad de los chicos y con enga?os, lo cual hace que deserten m¨¢s y que nosotros nos enteremos en entrevistas con ellos o sus familias.