Iris Mar¨ªn, defensora del Pueblo de Colombia: ¡°Las negociaciones de paz no han mejorado la situaci¨®n de vida de la gente¡±
La primera mujer en encabezar la entidad de derechos humanos se?ala que ninguna desmovilizaci¨®n o acuerdo ser¨¢ sostenible si el pa¨ªs mantiene sus altos niveles de desigualdad
El pasado 8 de agosto, Iris Mar¨ªn (Bogot¨¢, 47 a?os) tom¨® un directorio con todos los contactos de los miembros de la C¨¢mara de Representantes. El presidente Gustavo Petro la acababa de ternar junto a otras dos candidatas para la Defensor¨ªa del Pueblo, tras considerar una propuesta de las plataformas de derechos humanos. Ella ya conoc¨ªa c¨®mo funcionaba el Congreso. Hab¨ªa hecho lobby por los derechos humanos como parte de la Comisi¨®n Colombiana de Juristas (CCJ) y sab¨ªa que deb¨ªa adentrarse con rapidez en los pasillos legislativos, sin prejuicios ideol¨®gicos. ¡°Me reun¨ª con todos y todas: oposici¨®n, derecha, izquierda. Creo que se sintieron aliviados, saben que no voy a dejar de escuchar a nadie¡±, comenta en entrevista con EL PA?S, ya posesionada como defensora del Pueblo.
Mar¨ªn, la primera mujer en encabezar la Defensor¨ªa, tiene una larga trayectoria en temas de paz. Fue asesora del Gobierno de Juan Manuel Santos en las negociaciones de los acuerdos con las FARC y trabaj¨® en temas de desplazamiento forzado como magistrada auxiliar de la Corte Constitucional. Ahora llega a la entidad, creada en 1991 para velar por los derechos humanos, en momentos en los que la Administraci¨®n de Petro negocia con varios grupos armados y se recrudece la violencia contra la poblaci¨®n civil. Afirma ¡°estar cansada¡± de procesos de paz que derivan en que los implicados vuelvan a delinquir al cabo de unos a?os. ¡°Hemos pensado la paz solo desde el cese de las armas y hemos dejado de lado la agenda de las causas¡±, remarca.
Pregunta. Naci¨® en Bogot¨¢ y estudi¨® Derecho en la Universidad del Rosario. ?C¨®mo lleg¨® a ser defensora de derechos humanos?
Respuesta. Mis padres no terminaron la primaria, son migrantes que llegaron a Bogot¨¢ en medio de circunstancias muy duras. Siempre nos dejaron en claro que nuestra herencia era la educaci¨®n. Los domingos, despu¨¦s del desayuno, mi pap¨¢ nos le¨ªa el peri¨®dico y nos dec¨ªa que debati¨¦ramos. Entonces, a los ocho a?os yo discut¨ªa temas de derechos humanos y actualidad. Ambos tuvieron siempre un esp¨ªritu muy cr¨ªtico, de izquierda. Despu¨¦s, vino la Constituci¨®n del 91, que la recuerdo como una esperanza de paz, con personas alrededor que se desmovilizaban. Luego entr¨¦ en la universidad. Yo dec¨ªa que por mi historia tal vez deb¨ªa estudiar en la universidad p¨²blica. Pero lo que hice fue preguntar: ¡°?Cu¨¢l es la universidad que m¨¢s presidentes de la Rep¨²blica ha sacado?¡±. Me dijeron que el Rosario y por eso decid¨ª estudiar ah¨ª. Quer¨ªa estar en los sectores de influencia. No desde el Gobierno, sino desde los derechos humanos, la igualdad, la resoluci¨®n de conflictos.
P. Despu¨¦s vino la Comisi¨®n Colombiana de Juristas (CCJ)...
R. Estando en el Rosario, consegu¨ª trabajo en la CCJ. Siempre digo que tuve dos universidades: el Rosario en Derecho y la CCJ en derechos humanos.
P. Esa decisi¨®n de estudiar en la universidad de los presidentes muestra cierto pragmatismo sobre c¨®mo funciona Colombia, m¨¢s all¨¢ de su vocaci¨®n por los derechos humanos. ?Cree que esa caracter¨ªstica la ayud¨® a promover su candidatura a la Defensor¨ªa en el Congreso y ganar con tanta ventaja?
R. En la CCJ, estuve ocho a?os haciendo lobby ante el Congreso. Ah¨ª aprend¨ª que es importante entender c¨®mo piensa el otro, que para poder convencerlo hay que ponerse en sus zapatos. Entonces, el mismo d¨ªa en el que me ternaron mand¨¦ una carta a todos los representantes a la C¨¢mara. Quer¨ªa que nadie pudiera decir que no lo busqu¨¦ y que me eligieran todas las bancadas, algo necesario si vemos la Defensor¨ªa como una gran mediadora de las diferencias nacionales. Me reun¨ª con todos y todas: oposici¨®n, derecha, izquierda. Fui pragm¨¢tica, s¨ª, pero desde un lugar de que la Defensor¨ªa posibilite que todo el mundo pueda hablar. Creo que se sintieron aliviados, saben que no voy a dejar de escuchar a nadie. Qued¨¦ con muy buena relaci¨®n con todas las bancadas.
P. Es decir, ?no la ven como una ficha de un bando pol¨ªtico rival?
R. Creo que la derecha se siente tranquila de que no sea una ficha de Petro y seguramente los de la izquierda sienten algo parecido respecto a que no sea una ficha de la derecha. Es decir, soy un lugar de alivio y neutralidad, o al menos pretendo serlo. Es muy dif¨ªcil, de todos modos, en un pa¨ªs con tanta griter¨ªa. Lo digo tambi¨¦n por los medios de comunicaci¨®n, que muchas veces me hacen preguntas para ponerme en confrontaci¨®n con alguien. S¨¦ que eso es taquillero y que subo en popularidad cuando respondo en confrontaci¨®n, pero la Defensor¨ªa debe ser un lugar de escucha y consenso.
P. La Defensor¨ªa es conocida por la repartija de cuotas pol¨ªticas y algunos congresistas piden cargos a cambio de votos. ?C¨®mo manej¨® eso?
R. Les dije que dejemos de hablar de pol¨ªticos y t¨¦cnicos, de que los t¨¦cnicos como yo somos los buenos y los pol¨ªticos son la porquer¨ªa de este pa¨ªs. A los t¨¦cnicos nos falta un poquito de pol¨ªtica y a los pol¨ªticos un poquito de compromiso con los derechos humanos. Creo que debemos buscar una relaci¨®n arm¨®nica entre poderes y no solo pensar en las cuotas, que es como usuamente vemos la relaci¨®n de alguien que se hace elegir por el Congreso. Les dije que pensemos en algo m¨¢s grande, que nos beneficie a todos. Tienen un electorado con preocupaciones por los derechos humanos.
P. ?Qu¨¦ fortalezas y debilidades le ve a la Defensor¨ªa como instituci¨®n?
R. Es una instituci¨®n bonita, hermosa: de los impuestos de la gente se paga una entidad para que defienda los derechos humanos del pueblo frente al resto de las autoridades del Estado. Y en los territorios se ve que es muy respetada y que tiene mucha legitimidad por el trabajo de los defensores locales, m¨¢s all¨¢ del defensor de turno en Bogot¨¢. Pero tenemos el desaf¨ªo de recuperar nuestra magistratura moral, nuestra legitimidad m¨¢s pol¨ªtica. A diferencia de la Procuradur¨ªa o la Fiscal¨ªa, no tenemos facultades de sancionar y no quisiera que las tuvi¨¦ramos. Nuestra fortaleza est¨¢ en escuchar, articular y tener una voz ¨¦tica que puede hablar porque quien habla lo hace desde un lugar valioso y leg¨ªtimo, como cuando lo hace la ONU.
P. Todos los d¨ªas leemos sobre l¨ªderes sociales asesinados, masacres, desplazamientos. Sin embargo, Colombia parece anestesiada ante estas noticias, como si hubiera normalizado tanta violencia. ?A qu¨¦ lo atribuye?
R. Estamos auto condenados, sentimos que no tenemos otra forma de vivir y as¨ª vivimos, entre resignados y anestesiados. Parece que no nos duele, pero creo que a todo el mundo le duele. Lo que pasa es que tratamos de sobrevivir y por eso parecemos un poco indolentes. Por otro lado, con las masacres, creo que algunos las justifican: que por algo ser¨ªa que los mataron, que estar¨ªan metidos en malas cosas y que bien merecido se lo tendr¨ªan. La semana pasada, por ejemplo, ocurri¨® una masacre en L¨®pez de Micay que aparentemente fue por una tensi¨®n entre grupos armados y termin¨® en un prost¨ªbulo. Murieron 12 personas, pero no s¨¦ si a la gente le duela tanto porque dicen que eran prostitutas o miembros de grupos armados.
P. ?Y qu¨¦ responde usted a esa visi¨®n?
R. Los que son responsables de cr¨ªmenes tienen que responder ante la justicia o con el uso razonable de la fuerza p¨²blica. Pero no podemos relativizar los valores de la vida y los derechos humanos, decir que alguien era prostituta o un actor armado. Porque ah¨ª caemos en por qu¨¦ nos matamos en Colombia: parece que hay vidas que valen m¨¢s que otras. Y no deber¨ªa ser as¨ª. No podemos despreciar la vida de nadie, ni siquiera la de los responsables de la guerra. La vida es inviolable. Punto final.
P. Denunciar e informar, como hace la Defensor¨ªa, es importante. Pero ?qu¨¦ m¨¢s se puede hacer para ser m¨¢s eficientes?
R. El tema de fondo es que hemos olvidado que la Constituci¨®n del 91 era sobre el Estado social de derecho: la lucha por la igualdad social y los derechos humanos. Hemos pensado la paz solo desde el cese de las armas y hemos dejado de lado la agenda de las causas. Eso se ve, por ejemplo, con los acuerdos de paz de 2016: logramos el desarme, que era muy importante y dif¨ªcil, pero la reforma rural integral y la igualdad en el acceso a la tierra siguen pendientes. Mi mensaje, entonces, es que la paz debe incluir agendas de igualdad: de g¨¦nero, racial, entre campo y ciudad, de ingreso. Si no dejamos de ser tan desiguales, no va a haber acuerdo de paz ni desmovilizaci¨®n que sea sostenible.
P. ?Por qu¨¦ le molestaba que le dijeran ¡®defensora de la paz¡¯ en la campa?a por la Defensor¨ªa?
R. Las organizaciones de derechos humanos me dec¨ªan eso y yo me preguntaba por qu¨¦ me sent¨ªa tan incomoda, si toda la vida he trabajado en temas de paz. Y era porque estoy cansada, como el resto del pa¨ªs, de ver la paz de ese modo limitado: de que se desmovilicen y al rato est¨¦n otra vez delinquiendo; y otra vez otro proceso de paz y otra vez otros remedios. ?Qu¨¦ pasa con lo otro? ?Qu¨¦ pasa con las causas?
P. Con la informaci¨®n de la Defensor¨ªa, ?c¨®mo ve la paz total que ambiciona el Gobierno?
R. La apuesta es ambiciosa y positiva. La resoluci¨®n pac¨ªfica de conflictos es siempre la mejor alternativa y as¨ª lo ha entendido la Corte Constitucional en su jurisprudencia. Ahora bien, los procesos de sometimiento y negociaci¨®n no han resultado en mejoras de la situaci¨®n de vida de la gente. El desplazamiento forzado, el confinamiento, el reclutamiento de menores de edad, la violencia sexual y las econom¨ªas il¨ªcitas vienen aumentando. Mi llamado es a recuperar un balance entre los esfuerzos de di¨¢logo y el manejo del orden p¨²blico a trav¨¦s del uso de la fuerza p¨²blica y la judicializaci¨®n. Parece que hubiera un poquito de desequilibrio entre las necesidades y la conveniencia de buscar una paz negociada y la obligaci¨®n de proteger a la gente. Los actores armados no deber¨ªan pensar que las ofertas de acuerdos son una especie de protecci¨®n frente a la criminalidad y el sometimiento de la poblaci¨®n.
P. Es decir, ?reclama un mayor uso de la fuerza por parte del Estado para proteger a la poblaci¨®n?
R. Es su deber hacerlo y el presidente de la Rep¨²blica tiene todas las facultades de tomar las decisiones en ese sentido.
P. Usted rechaz¨® las declaraciones que hizo Petro durante su posesi¨®n, sobre mujeres periodistas a las que se refiri¨® como ¡°mu?ecas de la mafia¡±. ?C¨®mo fue ese momento?
R. Estaba incomoda y triste porque quer¨ªa que empez¨¢ramos de una manera distinta con el Gobierno. Pero era absolutamente necesario decir algo, no me pod¨ªa callar: yo soy defensora de derechos humanos y tambi¨¦n feminista, que es una causa de los derechos humanos. Esas declaraciones estigmatizaban a la prensa y particularmente a las mujeres periodistas. Y eran discriminatorias. Yo llamo a confiar en la autonom¨ªa de las mujeres: somos responsables de las decisiones que tomamos y no actuamos en nombre de nadie, tanto para lo que sale bien como lo que puede ser reprochable. Yo misma he vivido que nos consideren menos: toda mi campa?a me dijeron que qui¨¦n estaba detr¨¢s, cuando la candidata era yo y me hago responsable. A un hombre no necesariamente se lo ve como un t¨ªtere, pero a las mujeres s¨ª.
P. Durante la toma de posesi¨®n, el presidente tambi¨¦n puso ¨¦nfasis en la violencia del Estado colombiano contra su propio pueblo. ?Cu¨¢l es su visi¨®n?
R. Eso es cierto, el Estado ha sido responsable de muchas violaciones de derechos humanos. Pero no ha sido el ¨²nico. Con la guerra y el crecimiento de las econom¨ªas ilegales, hay otros actores que han tenido preponderancia desde los ochenta. Las guerrillas y los grupos paramilitares tienen responsabilidad tambi¨¦n y les cabe un lugar en la historia.
P. ?Cree que la llegada de un Gobierno de izquierdas ha producido m¨¢s conciencia sobre los derechos humanos?
R. En Colombia hemos asociado los derechos humanos a la izquierda. Por eso se ha estigmatizado y perseguido al movimiento. Pero, en realidad, no son ni de izquierda ni de derecha. Los gobiernos, independientemente de su tendencia pol¨ªtica, tienen la obligaci¨®n de respetarlos. En Colombia y en el mundo ha habido actos de responsabilidad de violaci¨®n de derechos humanos de gobiernos de izquierda y de derecha. Hay que mirar caso a caso. Hay temas de la agenda de este Gobierno que pueden ser m¨¢s compatibles con la de los derechos humanos, pero hay otros puntos en los que marcan distancia, como en el tratamiento de la prensa.
P. ?Tiene alg¨²n comentario final sobre el pragmatismo en la causa por los derechos humanos?
R. Cuando perdimos el plebiscito [sobre el acuerdo de paz con las FARC, en 2016], pens¨¦ mucho en por qu¨¦ perdimos. Es m¨¢s f¨¢cil ubicarse en el lugar de que este es un pa¨ªs de derecha y de que la gente no quiere la paz, pero yo quer¨ªa superar la acusaci¨®n. Llevo toda mi vida pensando por qu¨¦ somos un pa¨ªs tan desigual y tan violento. Y es eso lo que me lleva al pragmatismo: no podemos seguir reclamando sobre quien tiene la raz¨®n y la palabra final, sino que debemos buscar entendernos. Me importa mucho entender a la n¨¦mesis de los derechos humanos, al que es enemigo de ellos. Solo si entiendo c¨®mo piensan puedo entrar en un di¨¢logo para atraerlo a la causa.
P. ?Qu¨¦ les dice para convencerlos?
R. Pues, depende... ?no? ?Si me vieras! [risas]. Mi novio en campa?a dec¨ªa: ¡°Pero Iris... eres una dura¡±. Y no, desde el coraz¨®n... estoy segura de que los derechos humanos nos interesan a todos. Estoy segura de que en este pa¨ªs se han violado los derechos humanos de todo el mundo. S¨ª, de los campesinos, de los afros, de las mujeres. Pero tambi¨¦n de los estratos altos... mira la bomba del Nogal. Creo que desde el dolor podemos hablar todos.
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