Jeff Bezos y la desigualdad
El caso del fundador de Amazon muestra que no se debe limitar la capacidad de crear empresa, ni restringir el avance de los negocios con el argumento de que empeoran la inequidad
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Jeff Bezos, el fundador de Amazon, es uno de los hombres m¨¢s ricos del mundo. Por esa condici¨®n debiera tener varias cosas de qu¨¦ arrepentirse, seg¨²n una vertiente de opini¨®n p¨²blica y de educaci¨®n escolar y universitaria en boga, que considera que quien aumente la desigualdad social es culpable en materia grave. Jeff Bezos, de hecho, ha deteriorado substancialmente la desigualdad en el mundo. Veamos c¨®mo lo hizo, c¨®mo se consum¨® su pecado y su culpa.
Abundan las an¨¦cdotas sobre la decisi¨®n de Bezos de embarcarse en la venta de libros en l¨ªnea. En 1989, a los veinticinco a?os, trabaj¨® en un startup de sistemas para transacciones financieras. Pronto se dio cuenta de que la plata grande se hac¨ªa en Wall Street y no con programas de computador para instant-trading. Dej¨® la computaci¨®n, que hab¨ªa estudiado en la universidad, se emple¨® en D. E. Shaw & Co., una firma financiera, y se dedic¨® a desarrollar ideas arriesgadas con internet, que para muchos de nosotros no pasaba de ser una herramienta muy ch¨¦vere para comunicarnos.
En esas estaba cuando se le ocurri¨® la idea de ¡°The everything store¡±, la tienda de todas las cosas (es adem¨¢s, el nombre de un libro sobre Amazon). El momento eureka fue imaginar un intermediario en internet, entre productores y consumidores, que evad¨ªa el comercio f¨ªsico basado en un local en la calle, vitrinas y estantes. ?Por qu¨¦ no facilitar a los fabricantes vender en l¨ªnea directamente a los consumidores? Como lo cuentan Ben Gilbert y David Rosenthal, en su imperdible podcast Acquired, la idea era volver logaritmos todo lo que suced¨ªa una tienda de ladrillo y cemento.
Hoy suena obvio, pero en ese momento era una idea pionera. No era evidente c¨®mo iba a funcionar internet. La pregunta inicial era cu¨¢l categor¨ªa de bienes pod¨ªa ser un buen comienzo para esa idea. Una vez escogido el producto, deb¨ªan crear una forma f¨¢cil de comprar y vender, promover una base de consumidores, tener una forma confiable de pagos, atraer un tr¨¢fico de esos bienes y ver si volaba. Si hab¨ªa ¨¦xito, luego se podr¨ªa sumar m¨¢s categor¨ªas de productos.
Pens¨® en vender libros, que no parece los m¨¢s obvio. Pero el libro tiene varias caracter¨ªsticas apropiadas: ir¨®nicamente es un ¡°commodity¡±, es decir un producto id¨¦ntico, con empacado y transporte est¨¢ndar, del cual se puede vender todas las copias que la gente quiera. Los CD de m¨²sica era una alternativa. Pero opt¨® por los libros.
A la saz¨®n, en Estados Unidos hab¨ªa 42.000 casas editoriales y tres millones de libros en el mercado. Funcionaban con dos grandes distribuidores que centralizaban el gran inventario editorial. De manera que si Bezos y sus amigos se conectaban con ¨¦stos, pod¨ªan comercializar pr¨¢cticamente cualquier libro.
La competencia ser¨ªan las dos megalibrer¨ªas de EE UU, Barnes & Noble y Borders, que ofrec¨ªan unos 80.000 t¨ªtulos en sus estantes; pero no los tres millones a los que aspiraban Bezos y sus colegas. Ahora bien, Bezos no fue el primero ni el ¨²nico que ofreci¨® libros por internet. Books.com y otros ten¨ªan ese servicio. Pero ninguno pensaba en ofrecer una selecci¨®n casi infinita de t¨ªtulos.
Usar internet con base en ingeniosos c¨®digos de sistemas escritos desde cero, para un negocio de env¨ªos de libros por correo, pod¨ªa ser una gran idea o un gran fracaso. Pero una cifra indicaba un tremendo potencial: entre el 1 de enero y 31 de diciembre de 1993, justo antes de que Bezos y su equipo crearan este mercado, el tr¨¢fico en internet creci¨® 230.000%.
La vertiginosa difusi¨®n del internet entre la gente com¨²n y corriente del mundo entero era algo sin precedentes en la historia. Algo que nunca hab¨ªa pasado iba a ocurrir y conectar a chinos con peruanos, a sudafricanos con rusos, a productores americanos con compradores japoneses, y viceversa. Miles de millones de seres humanos nos ¨ªbamos a redescubrir tanto personal, art¨ªstica, pol¨ªtica, humor¨ªstica, deportiva y econ¨®micamente.
Hasta ese momento los seres humanos hab¨ªamos estado separados por la geograf¨ªa. Desde entonces los mares, las monta?as y las distancias iban a importar menos frente a los bits de informaci¨®n (binary digits) que viajan a trav¨¦s de sat¨¦lites y cables interoce¨¢nicos. Quien aprendiera c¨®mo surfear esa ola, sin caerse, pod¨ªa hacer mucho dinero. Alguien con el olfato, la idea, la t¨¦cnica y la ambici¨®n, no pod¨ªa dejar pasar semejante oportunidad. Otros m¨¢s lo intentar¨ªan, como no ha dejado de pasar desde entonces.
Para tomar la decisi¨®n de dejar su lucrativo trabajo en Wall Street y embarcarse en una startup, Bezos us¨® el m¨¦todo de ¡°minimizar el arrepentimiento.¡± Es decir, preguntarse de qu¨¦ se arrepentir¨ªa menos cuando viejo, ?De dejar pasar esa idea loca y permanecer en un puesto bien pago y con mucho futuro? O ?Lanzarse a lo desconocido, crear el comercio de libros en internet, y averiguar si la sacaba del estadio o se quebraba? Dej¨® el puesto.
El nombre Amazon apareci¨® mientras Bezos buscaba ideas en el diccionario, empezando por la letra A; lo que adem¨¢s era apropiado pues en esa ¨¦poca inicial los motores de b¨²squeda como Yahoo listaban las entradas por orden alfab¨¦tico.
Su pap¨¢ adoptivo, el cubanoamericano Mike Bezos, empleado de Exxon en Miami, le aport¨® 200.000 d¨®lares, despu¨¦s de que el joven Jeff advirtiera que la probabilidad de perderlos era del 70%. La leyenda de esos a?os habla de unos j¨®venes escribiendo c¨®digo sobre puertas convertidas en escritorios, en el garaje de la casa de los Bezos en Seattle.
Su herramienta era la ingenier¨ªa de datos y el c¨®digo de sistemas de computaci¨®n. Deb¨ªan ingeniar c¨®mo pagar con tarjetas de cr¨¦dito v¨ªa email, o a trav¨¦s de la web. Un brillante asociado de Bezos opt¨® s¨®lo por la web y acert¨®. Luego vino la idea de sugerirle al comprador en cada transacci¨®n: ¡°Usted tambi¨¦n puede estar interesado en este otro producto¡¡±. Tengan en cuenta que en esa ¨¦poca no hab¨ªa ¡°Aplicaciones¡± y, por supuesto, tampoco desarrolladores. Todo eso se cre¨® con base en estos experimentos.
El ¨¦xito de los libros vendidos en l¨ªnea fue inmediato y contagioso. En s¨®lo cuatro semanas hab¨ªan vendido libros en todos los Estados de EE UU y en 40 pa¨ªses alrededor del mundo. No gastaron un peso en publicidad, pues el voz a voz fue tremendo. Una apuesta tan arriesgada como vender libros, que no son precisamente pan caliente, financiada con plata de la familia y los amigos, se volvi¨® un fen¨®meno popular, se puso en boca de todo el mundo, y convirti¨® a Amazon en el mayor cliente de Oracle, el gigante de software de bases de datos y computaci¨®n en la nube.
Imaginen el problema log¨ªstico para unos j¨®venes de 30 a?os, que funcionaban escribiendo c¨®digo en el garaje de una casa, a quienes de repente les llegaba una demanda inusitada de libros para muchos pa¨ªses del mundo, sin poseer inventarios, y tener que encargarlos a librer¨ªas, distribuidores o cientos de editoriales. Los oblig¨® a crear de ceros una log¨ªstica nueva para el comercio electr¨®nico, que no exist¨ªa hasta entonces. Gilbert y Rosenthal dicen que esa fue la clave de su ventaja competitiva. Sus fortalezas salieron de sus problemas, que a su vez, salieron de su ¨¦xito temprano y su arrojo.
Nadie m¨¢s en el mundo ten¨ªa esa log¨ªstica, ni la estaba desarrollando. Los consumidores no pod¨ªan estar m¨¢s felices, pues era un servicio creado de la nada. Ni el gigante del comercio al detal, Walmart, ni el de los libros, Barnes & Noble, pose¨ªan o estaban en el proceso de desarrollar algo as¨ª. No hab¨ªan tenido la idea y a¨²n no imaginaban que esos chicos en un garaje de Seattle fueran a ser una amenaza para sus negocios. Amazon le apuntaba a miles de millones de personas alrededor del mundo, ellos s¨®lo a clientes alrededor sus tiendas f¨ªsicas.
En s¨ªntesis, a punta de escribir c¨®digo, ingeniar log¨ªstica y crear valor, inventaron un mundo nuevo, un tipo de comercio global, crearon consumidores con base en internet, los acercaron a bienes que nunca hab¨ªan sospechado, a poder comprar en el mundo entero y a que llegaran las mercanc¨ªas a su puerta.
Bezos se volvi¨® el hombre m¨¢s rico del mundo y la primera persona en la historia en alcanzar una riqueza de 200.000 millones de d¨®lares. Hoy es el segundo m¨¢s rico, luego de Elon Musk. Sus colegas, familiares e inversionistas se volvieron millonarios.
Volvamos ahora al efecto de Bezos sobre la igualdad social. Cualquier persona que crea riqueza crea desigualdad. Por definici¨®n. Pero, ?qu¨¦ ser¨ªa del mundo y de nuestra vida cotidiana sin empresarios, pioneros, tomadores de riesgo, personas que entienden el reto de organizar el esfuerzo de muchos colegas y empleados para hacer realidad una idea nueva, crear valor, crear nuevas formas de hacer las cosas, satisfacer necesidades, e incluso crear necesidades?
Un ejercicio num¨¦rico de desigualdad resulta ilustrativo. Se habla del coeficiente Gini, que mide la desigualdad en la distribuci¨®n del ingreso en una poblaci¨®n. Su valor var¨ªa entre cero y uno. Es cero si todos tienen el mismo ingreso, y uno en una situaci¨®n de que alguien tenga todo el ingreso y el resto nada, es decir desigualdad absoluta. Entre m¨¢s cercano a uno, m¨¢s desigual una sociedad. Colombia tiene un ¨ªndice Gini de 0.56, y se lo describe como uno de los pa¨ªses m¨¢s desiguales.
Pensemos en una sociedad de diez personas, totalmente igualitaria, en la que cada persona tiene un ingreso de un peso ($1). El ¨ªndice Gini de esa sociedad es cero; es decir, repito, es totalmente igualitaria. Si se pasa a que un empresario gane $10 y las otras nueve personas ganen $2, el Gini pasa de cero a 0.3. Dense cuenta de que las 10 personas est¨¢n mejor que antes ($2 versus $1 de ingreso, para los nueve distintos al empresario), pero se cre¨® desigualdad, pues el empresario gana $10.
Ahora, partamos de una situaci¨®n de completa igualdad (las diez personas con ingreso de $1), y simulemos c¨®mo se puede llegar al Gini de Colombia (0.56), a ra¨ªz de la llegada de un empresario. Con su empresa, ¨¦l trae m¨¢s ingresos a sus inversionistas (tres personas pasan de $1 a $5, llam¨¦moslos clase media alta), a sus empleados (tres personas pasan de $1 a $2, llam¨¦moslo clase media), pero tres personas, que no est¨¢n conectadas con ese nuevo emprendimiento, se quedan igual que antes, con ingreso de $1 (llam¨¦moslo personas en situaci¨®n de pobreza). En este ejemplo, para que haya un coeficiente Gini de 0.56 se necesita que el empresario gane $25.40.
El ejemplo muestra a una persona que cre¨® riqueza y un avance en la sociedad, y que una mayor¨ªa quedaron mejor que antes. Pero el 30% qued¨® igual que antes, lo cual los deja en situaci¨®n de pobreza. La sociedad del ejemplo se volvi¨® ¡°una de las m¨¢s desiguales del mundo¡±.
Muchos dir¨¢n que se debe castigar al creador de riqueza, sus inversionistas y empleados. Con base en este tipo de reflexiones, la moda intelectual igualitarista que se ha tomado las mentes de muchos intelectuales y profesores, e inclusive inspira a consejos de universidades sobre lo que se debe ense?ar a las juventudes, corre el riesgo de llevar a imponer castigos a los que crean riqueza.
El caso real de Jeff Bezos, y el ejemplo num¨¦rico del Coeficiente Gini muestran que no se debe limitar la capacidad de crear empresa, innovar, mover a la sociedad a nuevos horizontes, ni restringir el avance de los negocios y los mercados con el argumento de que deterioran la desigualdad. Del ejemplo se deriva que con impuestos y transferencias se puede mejorar el Gini. Pero, de nuevo, que toda persona que crea riqueza crea desigualdad. La creaci¨®n de riqueza viene primero que la redistribuci¨®n. De otra manera, basaremos la igualdad en volver a la pobreza.
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