Mary Grueso: la negra grande de la literatura infantil
La autora es pionera en la literatura infantil ilustrada afrocolombiana. Sus versos le han ganado la admiraci¨®n de autores de la talla del Nobel Derek Walcott o de Chimamanda Ngozi Adichie
No hace muchos a?os, en los salones de una escuela de Buenaventura ¨Cel m¨¢s agitado de los municipios de esa franja de r¨ªo, mar y selva que es el Pac¨ªfico colombiano¨C una profesora negra se cans¨® de no ver ni?os negros en los libros. Ni en los que le mandaba el Ministerio de Educaci¨®n ni con los que se hab¨ªa hecho maestra en la universidad ni en los que hab¨ªa aprendido a leer en su infancia: en ninguno hab¨ªa ni?os ni adultos ni nadie con la piel de los descendientes del ?frica negra, como casi todos por esas tierras. Ya era suficiente, pens¨®, de la ajena blancura de Blancanieves y Caperucita Roja y hasta de Sim¨®n, el Bobito y La Pobre Viejecita, compatriotas del interior. Y entonces, armada de papel y l¨¢piz, se entreg¨® a arreglar la situaci¨®n.
Y no de cualquier manera: decidi¨® que los protagonistas de sus historias ser¨ªan sus propios alumnos. Y as¨ª fue como, de un d¨ªa para otro, sus clases se comenzaron a llenar de aventuras inauditas que ocurr¨ªan, nada m¨¢s y nada menos, que en una escuelita en un agitado municipio del Pac¨ªfico colombiano. El efecto fue deslumbrante: en pocos meses, los grupos de la profesora Mary Grueso (Guapi, Cauca, 76 a?os) se hab¨ªan convertido en ¡°los mejores¡± del colegio: ¡°Eso era una cosa loca. Corr¨ªan con las tareas o con lo que les pidiera, volaban por ser los primeros. Se sent¨ªan honrados, felices de formar parte de mis cuentos¡±, narra la maestra desde su casa en Cali. La voz corri¨® tan r¨¢pido y tan lejos que lleg¨® a o¨ªdos de la Secretar¨ªa de Educaci¨®n del Valle del Cauca, que le terminar¨ªa entregando el Premio a la Mejor Maestra del a?o en 2007.
Escribir no era algo nuevo para Grueso, que para ese entonces ya hab¨ªa publicado varios libros de poes¨ªa y una antolog¨ªa de rondas. Hab¨ªa escrito sus primeros poemas como ant¨ªdoto contra el dolor de la muerte de su esposo, el matem¨¢tico y f¨ªsico Mois¨¦s Z¨²?iga, en 1991, y se hab¨ªan vuelto parte de su vida: ¡°Hasta en el recibo del agua tengo poemas escritos¡±, r¨ªe.
Y tampoco era nuevo contar historias o recitarlas: por su padre y sus t¨ªos integra un linaje de narradores orales que por d¨¦cadas reunieron peque?as multitudes alrededor de sus relatos a viva voz. Y por su madre, que entonaba versos mientras hac¨ªa sus tareas de casa o sus cortes de modista, hab¨ªa crecido llena de rimas y de ritmo.
Sin embargo, con la certeza de haber dado en el clavo de algo importante, se convenci¨® de que deb¨ªa comenzar a publicar esas historias para ni?os: hacer un libro, y por supuesto ilustrarlo con personajes de piel negra. La poeta y editora Guiomar Cuesta ¡ªuna de las mayores conocedoras de la literatura afrocolombiana¡ª decidi¨® apostarle al proyecto, con su sello Apidama. Sumaron a la artista tumaque?a Vanessa Castillo. Y as¨ª naci¨® La mu?eca negra, un poema narrativo que se convirti¨® en libro-¨¢lbum, y en un hito en la historia literaria y cultural colombiana.
Desde entonces, versos como ¡°yo quer¨ªa una mu?eca que fuera de mi color, con ojos de chocolate y la piel como un carb¨®n¡±, le han dado la vuelta al pa¨ªs, llevando la noticia de una literatura que se reconoce orgullosamente negra. La propia Grueso perdi¨® hace rato la cuenta de a cu¨¢ntos lugares la han conducido sus versos, encendiendo esp¨ªritus: ¡°Yo soy negra como la noche / como el carb¨®n mineral / como las entra?as de la tierra / y como oscuro pedernal. / As¨ª que no disimulen / llam¨¢ndome de color / dici¨¦ndome morena / porque negra es que soy yo¡±.
Sus palabras se han convertido en himnos para la gesta por el autorreconocimiento del pueblo afrocolombiano, algo que, dice, ha sido el mayor reto que ha enfrentado: ¡°Somos negros. Y si nosotros lo asumimos, los dem¨¢s lo asumen¡±. Y confiesa que se siente casi como una ¡°sacerdotisa¡±, ¡°predicando por todas partes¡± ese orgullo.
Ha sido invitada a Estados Unidos, Brasil, Espa?a y otros pa¨ªses de Am¨¦rica y Europa. Ha conversado con el Nobel de Literatura Derek Walcott, quien despu¨¦s de o¨ªrla declamar le dijo: ¡°Usted es una gran poeta¡±. O con la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, quien ha recomendado su obra en p¨²blico. Su trabajo es un referente ineludible en los estudios acad¨¦micos sobre la afrocolombianidad, y sobre ¨¦l se han escrito tesis laureadas. Hace poco, una profesora de Cali recibi¨® la dotaci¨®n de una biblioteca entera como premio para su colegio, el Vicente Borrero Acosta, por su apropiaci¨®n de La ni?a en el espejo, otro de los t¨ªtulos de su ya nutrida saga de historias infantiles ilustradas.
Con la lista de los reconocimientos que le han sido otorgados se podr¨ªan llenar p¨¢ginas, pero entre ellos se cuentan la Orden Civil al M¨¦rito del Concejo de Bogot¨¢, y el Premio a la Dedicaci¨®n al Enriquecimiento de la Cultura Ancestral de las Comunidades Negras, del Ministerio de Cultura. La Fundaci¨®n Museo Rayo, organizadora del Encuentro de Poetas Colombianas y que desde hace 30 a?os acogi¨® su obra con entusiasmo, le otorg¨® el t¨ªtulo de Almanegra, por su consagraci¨®n y excelencia en la poes¨ªa.
Le han llovido todas las flores, pero evita detenerse en ellas. Las disfruta ¡°en el momento¡± pero las deja pasar, dice, porque ¡°uno empieza a creerse todo eso y deja la sencillez¡±. Pero al recordar lo que m¨¢s la ha conmovido, vuelve a los alumnos: ¡°Yo llego a los colegios y parece como si fuera cualquiera de esos grandes personajes¡±. Hace poco, en una visita a un colegio de Buga, le toc¨® abrazar a ¡°900 estudiantes, sal¨®n por sal¨®n, porque todos quer¨ªan un abrazo¡± de esa autora de la que tanto hab¨ªan o¨ªdo.
La maestra Mary es generosa hasta en las sonrisas, como quien recoge en calma los frutos de tanta siembra. Reconoce el trabajo de pioneros de las letras negras, como Manuel Zapata Olivella, Arnoldo Palacios o Amalia L¨² Posso Figueroa. Y su sue?o es que, antes de morir, ese camino sea ¡°una autopista por donde todas y todos puedan pasar sin problemas, a toda velocidad, porque ya no es esa trocha en la que hubo que coger machete para abrir espacio¡±.
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