Olga de Amaral: la colombiana que convirti¨® el tejido en arte
La artista pl¨¢stica bogotana sigue, a sus 92 a?os, a la vanguardia con sus obras de ¡®fiber art¡¯ que han llegado a museos de todo el mundo y que hoy se exponen en la Fundaci¨®n Cartier de Par¨ªs
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El hilo de la vida une el primer instante con el ¨²ltimo. Tejemos los d¨ªas. La bogotana Olga de Amaral lo ha sabido casi desde siempre. Si el nombre de una colombiana tiene hoy eco y relevancia internacional, en el campo de las artes pl¨¢sticas, es el suyo. A sus 92 a?os, vanguardia sigue siendo una palabra que se vincula r¨¢pidamente con su nombre. No solo es que haya sabido llegar primero, sino que ha llegado m¨¢s lejos. Hoy se escuchan aplausos a Olga de Amaral con la exposici¨®n retrospectiva, que empez¨® el 12 de octubre y va hasta el 17 de marzo de 2025, con ochenta piezas suyas en la Fundaci¨®n Cartier en Par¨ªs.
Y decir Par¨ªs es decir el mundo.
Familia antioque?a la suya, numerosa, educaci¨®n bogotana, en principio puntual, que devino luego en estudios en M¨ªchigan, iluminadores, con el tejido industrial. Dise?o y arquitectura son los r¨ªos de su conocimiento que desembocan en el arte abstracto en que sus manos aprendieron y honran el trabajo de artesanos como un arroyo que recuerda el arrullo de la monta?a en que ha nacido. Primero fue Ceballos antes de ser de Amaral.
En ella todo lo que brilla es oro, como su talento y los materiales inusuales que incorpor¨® en sus obras de fiber art que redefinieron el arte abstracto latinoamericano. La delicadeza puede ser rotunda, como sucede con sus obras monumentales. Si tiene una religi¨®n, esa religi¨®n es la belleza. Esa es su b¨²squeda.
Y la ha encontrado.
Una vida con m¨¢s de una centena de exposiciones individuales y una cifra muy parecida en colectivas. Su obra integra 24 colecciones permanentes que van desde Kioto a Nueva York. Museos de arte moderno.
Los a?os le han tra¨ªdo silencio, pero no menos brillo. Nunca se prodig¨® en entrevistas y tampoco ha cedido a participar en pol¨¦micas. Ha hecho de sus manos su verdadera voz. Una lecci¨®n en tiempos en que el decir parece superar al hacer. Hay d¨ªas en que no se considera artista, tampoco artesana. Habla simplemente de disfrutar lo sentido.
Habr¨ªa querido ser historiadora. Termin¨® haciendo historia.
El telar se convirti¨®, para ella, en un idioma. Su pelo blanco antes fue rubio. El color es la escena. As¨ª su obra. No hay obra suya que no invite a la caricia, porque la textura es la vida.
¡°Mi memoria del oro no es del oro precolombino, que hab¨ªa visto en el banco (de la Rep¨²blica, en Bogot¨¢), sino de las iglesias y los altares. Entonces relacion¨¦ el oro con esa sensaci¨®n espiritual. Y empec¨¦ a hacer vestidos de oro, los primeros fueron trece vestidos¡¡±, cuenta en una conversaci¨®n que sostuvo con la poeta Piedad Bonnett siete a?os atr¨¢s en el Museo de Arte Moderno de Bogot¨¢. ¡°No me interesa si mis piezas son tapices o esculturas. Me quedo con la felicidad que me da hacerlas¡±. Confeccionar su obra con oro cambia la luz del lugar que habita.
No juzga sus obras. Las disfruta.
Diego y Andrea son sus hijos, hijos de su matrimonio con el artista estadounidense de origen portugu¨¦s Jim Amaral. Casa de creaci¨®n es su casa. Vive y trabaja en Bogot¨¢. Medell¨ªn orbita en su biograf¨ªa como en un ¨¢rbol, la semilla. Con cada d¨ªa que pasa, su obra es m¨¢s valorada en los mercados de arte.
*Apoyan Ecopetrol, Movistar, Fundaci¨®n Corona, Indra, Bavaria y Colsubsidio.
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